lunes, 25 de diciembre de 2017

Un vermut en Barcelona



Confieso mi adicción al vermú social, con indispensable buena compañía. Si no puede ser compartido sabe diferente. Barcelona, sin duda, es la capital para este ejercicio de vida y de afectos. Acompáñame por mi debilidades o por mis querencias.

Bar del Pi: 

En la plaza de San Oriol, junto a la magnifica iglesia de Santa María, se encuentra, para mí, el lugar más emblemático y tradicional de la ciudad para este menester, rodeado de  terrazas y de un amplio museo de artistas y expositores de calle. El Bar del Pi está ubicado en un edificio del siglo XVIII y regentado desde 1927 por la familia Martin Pujol. Mucho antes, fue Casa de Postas desde la que partían diligencias de cercanías. Su ambiente es de marcado tono bohemio. 

Me contaba hace poco su amable camarero que en este local fue fundado el siempre recordado PSUC, en el 1936; de hecho hay una placa que así lo certifica. Nos relataba que en el altillo de madera se reunía la gente de izquierda, lleno de mesas de mármol y forja, espejo y piano para músicos espontáneos, mientras en la parte de abajo tertuliaban los que eran de derechas. Sus paredes están cubiertas con carteles originales de Mariscal o Rafael Alberti o cartas de Serrat. Un lugar para iniciar la noche de Barcelona y para terminarla. 



Senyor Vermut: 

Lo encuentras en Provença, 85. De todas las opciones ofrecidas aquí, es la más moderna y puede que más completa: A lo bueno y bonito, se une lo más barato. Tres consumiciones y unas excelentes patatas bravas no alcanzan los 9 euros. Precios que salen de la tendencia desorbitada de Barcelona y por lo tanto la mejor opción. El problema es su masificación, aunque el local tiene una pequeña terraza también. 

El local es muy agradable y la clientela aún se reconoce como del terreno, alejado del típico "turisteo". Ofrece una gama variada de tapas. La propuesta es probarlas todas: Bombas, anchoas, tripa, croquetas, calamarcitos y todo de buena calidad. La cocina está abierta de manera ininterrumpida. Por variedad en el vermut, los hay de todos los colores, aunque el de la casa es muy bueno y a 1,8 euros. ¡Alucinante!. 


Bar "El Tomás de Sarriá: 

La mala noticia es que cierra los domingos y fiestas. Lo encuentras en la Calle Major de Sarrià. Es el típico bar de barrio con categoría top y por tanto muy familiar y con un excelente servicio. Lugar que al parecer puso de moda Urdangarín y Cristina; al parecer su ausencia no se nota y sigue muy concurrido. El camarero te recomienda que esperes en la barra para poder sentarte. Si no hay mesa, no te agobies porque hay movimiento de mesas. Hay que probar las bravas; patatas naturales y alargadas. El "alioli" con extra de ajo y la salsa con aceite de oliva, y picante especiado que invita a beber. Entre las tres mejores de toda Barcelona. Alcachofas y croquetas exquisitas y platos combinados de lujo a base de butifarra, huevos y patatas bravas. Buenos precios. Y luego, si quieres, te tomas el carajillo en el Café de San Marcos que está enfrente y es precioso. En el paseo por esta calle encontrarás agradables rincones. 


Bar "Muy Buenas":
En la calle del Carmen, nº 63, muy cerca de La Rambla, puedes disfrutar de una auténtica joya del modernismo ravalero. Data del año 1924 y ha sido renovado manteniendo todos sus detalles recientemente. En el 2014, los inquilinos del bar y coincidiendo con el fin de la renta antigua de los locales comerciales, expoliaron una gran parte de sus elementos modernistas catalogados, como ventanales, barra del bar o espejos y carteles. Afortunadamente, la actuación del ayuntamiento actuó contra esta agresión al patrimonio urbano. 
La reapertura del local ha sido reciente gracias a un empresario e historiador de arte, Enric Rebordosa, socio también de otro lugar emblema del modernismo como es La  Confitería; una auténtica reliquia en Ronda de Sant Pau 128.  
Su enfoque gastronómico es tan popular como "una casa de comidas de principio de siglo XX" , con tarifa plana de raciones a 20 euros. Rebordosa vaticina que «la biblia que dirigirá la cocina serán libros gastronómicos como 'El que hem menjat' de Josep Pla, o 'La teca' de Ignasi Domènech» (clásicos que todo el mundo cita pero que pocos han leído). En el piso de arriba hay una coctelería estilo 'speakeasy' (lugar donde se bebía alcohol de manera ilegal), destacando su carta de vinos tendrá solo vinos de la tierra y dimensión de bodega, cubriendo todo el territorio del vino catalán». En una zona complicada, el Raval profundo, el local irá dirigido al público local: «Se trata de coger al cliente autóctono y ponerle un buen restaurante a buen precio». La camarera que nos atendió es un encanto.

Bodega Monumental:  
Muy cerca de la Plaza de España, en Creu Coberta 87. Ha sido todo un clásico desde 1937. Además del tradicional "vermutillo", lánzate con su "Popurrí Monumental", que aporta una variada y rica selección de conservas: mejillones, navajas, navajuelas, berberechos, almejas y olivas para volver a otros tiempos. 
Si te sientas a comer, te encontrarás con la comida tradicional y mediterranea. Te pueden sugerir platos como la Bomba. También exquisitos platos de desayunos como butifarra de Pagés con judías del ganxet. Sus cañas están muy bien tiradas y sus camareros huelen a a aquellos camareros de siempre que conocimos en nuestra adolescencia. 
Además, de su cocina tradicional puedes degustar sus vinos y sus vermuts de sus botas. Ambiente especial y diferente. Seguro que triunfas.

El Surtidor: 
Situado en una castiza plaza del Poble Sec y su apertura se realizó en 1908 dedicándose a la venta de bloques de hielo para todo el barrio. De aquella época conservan una nevera centenaria.  La camarera me confirma que es la primera que se instaló en Barcelona.
Más tarde, la familia Janiu sirvió las mejoras anchoas y vermuts de Barcelona. 
Ha sido reabierto a principios de 2015 bajo el nombre de El Sortidor de la Filomena Pagès, en memoria de la abuela de una de las nuevas propietarias, que ofrecía comida durante la postguerra. Solo disfrutar de toda su esencia modernista ya merece la pena. Sus techos altos posibilitan la exposición de amplias cristaleras, manteniendo también sus mesas de mármol y las sillas de madera, con un amplio espejo tras la barra que dan unas miradas fotográficas del local para dejarse llevar. 

El joven chef ejecutivo David Sanmartin ofrece tapas, platos y platillos de inspiración tradicional, como las sardinas marinadas, salmorejo, lomo de bacalao confitado, ajos tiernos,... pero con un punto de modernidad e imaginación, pensados para compartir y siempre elaborados con buenos productos de mercado. Y el vermut es generoso; de Reus y de 15°.  Tapear o comer aquí es un momento para la relajación y aprovechar para dar un paseo por Montjüic
Café Sol: 
Buscando el Café Sol, en el Barrio de Gracias, descubrí una plaza mágica. Con oferta variada en ella, el Sol es el emperador y es quien manda. Esta plaza fue urbanizada en 1840, cuando Gracia era un pueblo.Durante la Guerra Civil, se contruyó un refugio antiaereo, derribado a finales de siglo.
El Café del Sol es un emblema de la Gracia de casa antigua y torreta, de aquel barrio que mantiene, sin duda, su fuerza y personalidad. Si quieres oferta parecida puedes visitar, por debajo de esta plaza, la del Reloj, con semejante encanto. 

Ha sido una de las primeras ofertas que yo conocí cuando llegué a Barcelona en los ochentas y cuando esta plaza no estaba tan inflacionariamente concurrida. Difícil encontrar un asiento en su terraza por la noche, cuando viene el buen tiempo.  Si quieres resguardarte del frió o del calor, el bar se asemeja al aspecto de un templo gótico, con excelente temperatura. El mobiliario es obligado que mantenga la barra de mármol, mesas, sillas y alto taburetes para leer el periódico, después de comer, donde nunca falta un buen ambiente musical. 




Centre Civic "Can Deu": Y en otra plaza muy familiar, la plaza de la Concordia, con un abanico amplio de opciones, a resaltar la de este centro; en el cual Jordi Evole realizó la entrevista a Zapatero y Artur Mas. Pues bien, además de disponer de un primer piso para exposiciones, en la planta baja te encuentras, al fondo, con una especie de mini casino, con ambientación a la vieja usanza. No le falta ni siquiera un piano, con acceso a una amplia terraza exterior. Cristaleras y ambiente modernista, por supuesto. Un excelente lugar para leer la prensa o charlar con amigos, mientras tomas tu aperitivo. 

La Cova fumada: 

En la Barceloneta, en el carrer de Baluart 56, te arriesgas a no poder entrar si no te adelantas. Cuando se llena el local, el patrón cierra la puerta; eso es marketing y lo demás son "enreos". Los sábados a las 13 horas ya está cerrado y entre semana hasta las 15h. A veces te toca compartir mesa con gente desconocida con la que puedes quedar otro día si hay química. 

La tapa estrella es "La bomba" de la abuela María, que funciona desde el 1955. Y es que un buen día, un vecino la probó y dijo "Esto es la bomba". Y desde entonces, rebozado crujiente, patata, carne, y salsas picantes. Calamares con garbanzo, mejillones a la marinera y bacalao. El vino blanco y tinto de la casa en porrón sobre mesas de mármol. Toda una experiencia a buen precio. 



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