lunes, 4 de abril de 2022

Política en Plasencia


El PSOE placentino tiene un nuevo secretario general, liderado por su actual portavoz en el Ayuntamiento de Plasencia, Alfredo Moreno, que disputó la secretaría con una lista alternativa encabezada por Amable Mateo. Si en un principio la integración en una sola lista no fue posible, hay un compromiso sincero de reparto de responsabilidades para llegar a una convergencia necesaria. Lo contrario sería volver a los viejos fantasmas que han debilitado en la última década a la agrupación socialista.

A los socialistas en Plasencia no les ha resultado fácil realizar una larga travesía tras la pérdida de la alcaldía en el dos mil once. El desenlace traumático que tuvo Elia Blanco y otros compañeros del partido, abrió heridas que han estado supurando en la piel de muchos socialistas y ciudadanos que necesitan de rectificaciones y comprensiones emocionales. La disolución de la agrupación se llevó por delante el esfuerzo personal de muchos de ellos. No entro en la oportunidad o bondad de la decisión en su momento, sino en las consecuencias que provocó una implosión de decepciones, deserciones, alejamientos y desmovilización. Ello, desde mi percepción, ha conformado la génesis de los sucesivos resultados negativos de la agrupación en las ultimas elecciones municipales. En paralelo, en ese mismo periodo, los socialistas han ganado en Plasencia tanto en elecciones autonómicas como en generales. Lo digo, porque el PSOE de Extremadura tiene también su papel en la reactivación de la agrupación. Y efectivamente, el primer paso democrático de elaboración de listas en un ambiente de respeto se ha dado. Porque las diferencias son de calado emocional y nada tienen que ver con las ideológicas.

El actual alcalde, Fernando Pizarro, ha gozado de alfombra roja durante las tres últimas elecciones, donde gracias a una diezmada oposición ha ido diseñando un relato sin aparentes grietas que justificasen un cambio. Sus aciertos mediáticos, sin una contestación sostenida, le han llevado a posicionarse como una sólida alternativa dentro del PP de Extremadura. Un relato basado en el victimismo de una Plasencia olvidada, que ha ido fraguando como cualquier otro mensaje populista; de elaboración simplista, que cala como lluvia fina en la mitología localista de cualquier territorio. Los resultados en su gestión, en cambio, son muy pobres: ni nuevo espacio industrial, ni empleo, ni proyectos dinamizadores para la ciudad. Eso sí, ha sabido vender y ha vendido, planes de empleo u oferta cultural de la Diputación, obras financiadas con dinero de la comunidad o del Estado. Por contra, la administración socialista le ha cedido todo un espacio mediático que a muchos placentinos nos ha llevado a preguntarnos, si el PSOE alguna vez querría volver a ganar las elecciones en nuestra ciudad.

Su oportunismo político le ha llevado a encabezar, irresponsablemente, durante el periodo trágico del COVID, caceroladas de la hostelería, caravana de coches en defensa de los centros concertados, como si estuvieran en peligro, o presencia en concentraciones en el reciente paro patronal del transporte. Cuando tienes un déficit de dos millones y medio de euros en el último año, no cumples con el objetivo de estabilidad presupuestaria y regla de gasto, cuando tu coeficiente de endeudamiento es superior al permitido y eres el ayuntamiento extremeño que peor paga, es obvio que su estrategía de confrontar con cargos públicos socialistas como Vergeles, Blanca Martín o Francisco Martín, alejaba del foco mediático los graves problemas acumulados en una ciudad que solo crece en número de rotondas y población mayor.

El panorama en Plasencia, con un ayuntamiento endeudado, con un alcalde que está centrado en su legitima promoción política, necesita de un PSOE fuerte.  Esta semana, con su nuevo secretario general, los socialistas deben romper con un errático viaje a la nada, restañando viejas heridas, integrando con responsabilidades reales a socialistas muy capaces de la lista alternativa, modificar obstensiblemente una política de comunicación sin complejos, donde complementariamente, el Presidente Vara deberá marcar impronta con necesarias inversiones para Plasencia en un contexto de Planes y Fondos Europeos. El objetivo final debe ser presentar una candidatura al Ayuntamiento, que sea creible, compacta y capacitada, con un proyecto de ciudad realista y aliada con las administraciones, porque Plasencia necesita hacer política.

La década del consitorio del PP placentino sería insostenible otra legislatura. Un alcalde obsesionado con la permanente confrontación con la administración socialista, en su imaginario de victimismo infantil, obviaría durante cuatro años más una realidad inapelable: la decadente deriva de una ciudad, su endeudamiento  y la ausencia de dinamismo.