sábado, 29 de octubre de 2022

Plasencia: Año 2042



El alcalde “irreductible” sigue gobernando la ciudad de los silencios. En su dilatada vida política ha conseguido el pleno empleo en nuestra ciudad. El slogan que utilizó cuando se presentó como candidato por primera vez a la alcaldía, recuerdo que era “Por el empleo”, se ha hecho realidad. No hay nada mejor que insistir y persistir. Su partido originario desapareció como marca por lo que todos, presuntamente, sabíamos. Él, nunca necesitó nada de un partido que le ninguneó en su momento, de manera artera. De nuevo, vuelve a presentar su candidatura en la lista de Plasencia por la “Canchalera”, partido de carácter local creado a su imagen y semejanza.

Con tan solo sesenta y siete años, es el más joven de los candidatos y todo hace pensar que la suerte le viene de cara, teniendo una carrera política prometedora por delante. El candidato de la oposición que contaba con amplias simpatías se ha visto obligado a trasladarse a Madrid, para cuidar a sus nietos. ¡Una putada! El “irreductible”, en su programa electoral, mantiene una imagen icónica y conceptual de las elecciones de 2015, con una fotografía que resume su estilo; un hombre de espaldas, con un fondo difuminado e inconcluso, con enfoque selectivo sobre su mano providencial que conduce como guía redentor a la ciudadanía.

Somos una ciudad con apenas veinte mil habitantes; de los cuales hay unos quince mil pensionistas. Plasencia, al fin, ha sido elegida como la ciudad más amigable con las personas mayores y todos sus barrios han sido declarados espacios libres de humo. Su población es homogénea por su edad y la localidad es un marco idílico para aquellos que disfrutamos de nuestra vejez, aunque la conversación recurrente sea hablar de nuestros hijos que marcharon fuera. Tan solo, el colectivo sanitario, administrativo, de transporte, hostelería y ocio representa a la población activa de la ciudad. Las escuelas, antes dispersas por la localidad, han centralizado sus servicios en la última escuela que se construyó en el paraje de Las Huertas, en el corazón de la Isla. En ese marco ideal, conviven niños y mayores en un ejemplo de compromiso intergeneracional, aunque a determinada edad la chavalería se ve obligada a salir para continuar estudios y buscarse la vida.

Los problemas de coches han desaparecido, todas las calles han sido peatonalizadas y la adaptación del equipamiento urbano e infraestructuras están adaptadas a la edad avanzada. Menos mal que a Elia se le ocurrió comenzar a poner escaleras mecánicas. En el parque de la Coronación y en la Isla siempre hay paisanos jugando a la petanca, que organizan campeonatos autonómicos. En el Hospital de “Virgen del Puerto” se encuentra una unidad geriátrica de referencia y es la envidia de todo el país y se puede decir que somos una población muy bien cuidada gracias al Estado de Bienestar. Uno de los carteles publicitarios de acceso a la localidad reza con una frase, también muy conceptual que me anima: ¡Plasencia, con final feliz!

A mí, me pilla un poco mayor con ochenta y siete años, porque creo que es el momento para provocar un giro a la política local. Porque aunque la verdad es que Plasencia es un paraíso a la vera del Jerte, plena de cigüeñas y nidos, hay que aprovechar que la Junta de Extremadura hace algunos guiños a Plasencia; porque entre tanto territorio Zepa y espacios protegidos, necesitan los metros cuadrados de nuestro polígono industrial que hace muchos años está cerrado. Recuerden que somos una ciudad sin ruidos, sin humo y sin prisas.

Pues sí, aunque parezca mentira, ahora, están dispuestos a descentralizar servicios autonómicos y centrales, remodelando la Casa del Deán donde podremos dar servicios como capital del norte que dicen que siempre hemos sido. Por otro lado, la construcción del boulevard de Martín Palomino entraría en ese paquete, que junto con la definitiva licitación de la autovía Moraleja- Monfortiño, dándonos salida turística a Portugal para nuestros mayores, presenta una apuesta decidida por una Plasencia con Vida. Además, las visitas organizadas a “Las Edades de Plasencia” para el IMSERSO es una oportunidad para la hostelería placentina, aunque me duele que su centro haya sido invadido por las terrazas.

Por otro lado, el AVE va como un tiro y se están terminando las obras de la estación en Fuentidueñas porque el alcalde, finalmente, se ha dado cuenta que la alta velocidad no puede llegar hasta su despacho. Este es su punto débil, aún más manifiesto, porque se empeña en seguir licitando la cafetería de la estación de siempre por una cantidad que para sí la hubiese querido en su momento la Casa del Deán. Mis amigos y yo seguimos siendo los Pepitos Grillos de nuestro pueblo. Uno de ellos me dice: “Luego no nos extrañemos de que seamos de los pocos que no tiene dedicada una calle en Plasencia…”

¡Coño, menudo sueño distópico que he tenido! Ya me veía en una silla de ruedas, aunque todo llegará en el mejor o en el peor de los casos. Alguno o alguna me acusará de edadista, como si pudiésemos tener control sobre nuestros sueños y miedos. Lo peor de todo es que ni en la realidad ni en el sueño, aparecen nuestros hijos a nuestro lado, aunque eso sí, hemos conseguido una ciudad con pleno empleo. Y no se me enfaden los múltiples aludidos por la provocación y pónganse a la tarea. No hay nada personal.


lunes, 24 de octubre de 2022

Thatcher, Feijóo y Guardiola


Liz Truss le tendremos que agradecer la ejemplificación de lo que supone bajar los impuestos. La matraca de los supuestos beneficios de dicha bajada no es la pócima mágica que todo lo puede, sino la cantinela de un modelo antiguo, tan antiguo como el neoliberalismo; hacedor de injusticia y desigualdad social. En contraposición, desde el minuto uno de la crisis del Covid, se entendió que otra respuesta austericida sería nefasta para una salida de la mayoría. Han sido los servicios públicos y las políticas sociales quienes han posibilitado una hoja de ruta más racional y justa.

En definitiva, son los dos modelos que están en pugna en el mundo; el primero ahora mutando a populismos redentores que nos llevan a un suicida “sálvese quien pueda” y el segundo hacia un contrato social, facilitando el compromiso de todos en función de nuestras capacidades y posibles. El “chocolomo” thatcheriano, que inició su desregularización económica y social en los ochenta, desembarcó recientemente con su delirio imperial del Brexit y ahora nos ha ofrecido una segunda versión de la “Dama de Hierro”, que ha durado cuarenta y cinco días, produciendo el pánico en los mercados, demostrándose que soplar y sorber es imposible al mismo tiempo.

En su delicado manejo internacional, Feijóo, ese contable con rictu de mercader avariento, al que solo le faltan unos manguitos a juego con su semblante gris, viaja a Bruselas, siguiendo la estela del fracasado Pablo Casado para hablar con Von der Leyer para poner otra piedra en el camino de los fondos europeos y hacer las cuentas de la catástrofe que supone la excepcionalidad ibérica, en el mismo día que la UE estudia la extensión de esta medida al resto de Europa. Su falta de acierto y de tino solo se entiende desde la mala fe o porque no sabe inglés y no se entera.

Sinceramente, el efecto Feijóo, y su pertinaz ofuscación con defender los intereses de una minoría me resulta incomprensible para alguien que aspira a gobernar, aunque bien es verdad que solo engaña a quien se deja.

Feijóo debería explicarnos a los españoles cómo una persona con Covid hubiese podido pagar cinco mil euros por la atención en la sanidad pública, trece mil si hubiese estado en la UVI, o los noventa mil euros por un trasplante de corazón, por poner ejemplos en el campo de la sanidad. Porque el ciudadano, en gran parte aquellos que dependemos de un subsidio, de un salario, del ingreso de un autónomo o de una pensión, deberemos optar por uno de los dos modelos que la crisis y la inflación está poniendo en evidencia: o ponemos en peligro todos los servicios públicos rechazando el relato impositivo, como pasó en Inglaterra, o financiarlos a través de impuestos con criterios de progresividad y dependiendo de nuestras rentas.

Se entiende que el presidente de la CEOE, al igual que Feijóo y la troupe del PP, diga que hablar de ricos y pobres es incidir en la radicalidad de los segundos; se entiende que el Sr. Garamendi, patrón de patrones, al igual que el gobernador del Banco de España, nombrado por el Sr. Rajoy, repita obsesivamente que es necesario un pacto de rentas donde se revisen las pensiones y los salarios a los empleados públicos, mientras alzan las voces en tertulias y diarios contra la contribución de los beneficios extraordinarios de energéticas y bancos.

Y es que son obscenamente groseros, cuando olvidan que las empresas del IBEX-35 han ganado cincuenta y ocho mil millones de euros, en el 2021, un ochenta y tres por ciento más que antes de la pandemia; las empresas constructoras con sus dieciocho mil millones de euros, más de veinte mil millones para las empresas financieras o más de diez mil para las energéticas. Pues claro que los pensionistas y trabajadores en general nos comprometeríamos a un pacto de renta, siempre y cuando ellos asumieran una reforma fiscal progresiva, pero eso es harina de otro costal y sería una provocación radical de los pobres.

En la misma línea de repetición del mantra impositivo, el relato de María Guardiola, la aspirante a la Presidencia de Extremadura, nos quiere salvar con una revolución fiscal, perdonando a las familias ricas en Extremadura un impuesto que no pasa de un total de seis millones, para evitar que los ricos se vayan a Portugal, como si los absentistas no se hubiesen ido toda la vida a Madrid; que para eso el Sr. Cánovas del Castillo acometió la distribución de papeles de los distintos territorios en España, asignando a Extremadura el mismo papel que el PP sueña para ella. O repitiendo la pócima mágica de bajar el IRPF; a la misma vez que su partido está a favor de la contención salarial en los convenios, se ha negado y se niega a subir el SMI y nos quiere devolver a más de doscientos mil pensionistas extremeños y extremeñas a ese factor de sostenibilidad de pensiones, cuando tenemos las pensiones más bajas de España, por el que esta parte de la población perdería una renta anual de quinientos millones de euros, triplicándose esta cantidad en el 2023. El problema de Guardiola, es igual o parecido al que tiene Feijóo, que la primera no atina con el enchufe y el segundo no acierta con el inglés.

  • El PP, fotocopiando a Thatcher: https://canchales.blogspot.com/2013/02/el-pp-fotocopiando-thatcher.html

jueves, 20 de octubre de 2022

Antes de Modelo 77

 


Este artículo no va de cine. Antes de que la COPEL, la Coordinadora de Presos en Lucha, iniciara sus revueltas en las cárceles de España, estas guardaban cientos de historias dramáticas que creo necesario recordar. Alguien dijo que sus muros no eran altos para evitar que nadie se escapara; eran así para que los de fuera no viésemos lo que pasaba dentro. Los motines que se sucedieron en 1977 por los presos comunes proyectaba a las claras las condiciones de vida en cárceles de aquellos tiempos lúgubres, mimetizados, tal vez, por la lucha en las calles, de una transición que podría haber sido más justa, pero que fue la mejor de las posibles.

Al poco tiempo de quedar clausurada la Cárcel Modelo de Barcelona, tuve la oportunidad de visitarla aprovechando una exposición sobre ella: “La Modelo nos habla: 113 años y 13 historias”. Cuando se construyó este edificio en 1904, Barcelona contaba con quinientos mil habitantes. Tenía una capacidad inicial para 800 reclusos y al finalizar la Guerra Incivil era ocupada por más de doce mil internos.

La muestra ponía su atención en los personajes más representativos que en la dictadura pasaron por sus celdas, aunque sería infinito el número de hombres y mujeres que defendieron la libertad peinando canas entre rejas. Andar por cada uno de sus rincones fue un ejercicio de empatía, situándome en las vidas de aquellos que fueron privados de una vida por defender una idea, por defender unos derechos colectivos o sencillamente porque al nacer en una familia u otra, llevaras escrito que en tu vida tienes muchos boletos para pasar por ella, dependiendo también de donde nazcas.

Sus paredes rezumaban humedad y un olor a desesperación y a vidas rotas. Los últimos internos suplían a sus vigilantes y eran los encargados de conducir la visita, de cerrar y abrir las puertas correderas y de hablarnos de su vida en la cárcel, humanizándonos al conocer sus historias. Una de las galerías, la número cinco, era por donde pasaron políticos, sindicalistas, sacerdotes o maestros durante un siglo. Primero con la monarquía de Alfonso XIII, con la Dictadura de Primo de Rivera, durante la II República o de una manera más prolongada con la Dictadura de Franco, después con la Transición y Democracia. Allí estaban las celdas de personas que forman parte de un tiempo y de nuestra memoria colectiva.

En la 443, pasó sus últimos días Salvador Puig Antinch, que fue ejecutado a garrote vil una mañana de marzo de 1974. Recuerdo que cuando llegamos a la dependencia donde se encontraba situada la paquetería de la cárcel, lugar donde lo mataron, no puede dejar de emocionarme por una vida tan injustamente perdida. En el resto de celdas, aparecían paneles explicativos de las personas que pasaron por ellas: El pedagogo Francesc Ferrer i Guardia, el expresidente de la Generalitat, Lluis Companys.

Nombres de personas anónimas como “La Gilda”; un camarero de de 24 años detenido en 1955 por ser homosexual, por ser tiempos de “vagos y maleantes” y de una psiquiatría que consideraba enfermedad el deseo y el amor entre hombres. Por ellas pasó el sindicalista Salvador Seguí, el “Noi del Sucre” que lideró la huelga de la Canadiense durante tres meses largos en Barcelona y que nos regaló la jornada de ocho horas. Curioso, en estos tiempos, que muchos crean que los derechos caen del cielo. Les recomiendo la lectura de Apóstoles y asesinos, de Antonio Soler. Por cierto, muchos de nosotros por cuestión de edad, recordamos cómo escapó de ella el histriónico Albert Boadella perseguido por la “justicia” franquista y luego más tarde ninguneado por el poder de Pujol. Su nombre no figuraba en la exposición.

Cosas de una Generalitat sectaria que nunca aceptó la crítica corrosiva que nos anunciaba a finales de los noventa, en su obra de “Ubú, President”, en que consistía la patria del “honorable”. “Más os valdría un mal epitafio después de la muerte que los maliciosos epítetos de los comediantes durante nuestra vida…” -Hamlet a Polonio-.

Este artículo no va de crítica de cine, aunque habría cientos de películas por hacer, salidas de estas paredes. Paredes que aprendieron lo que era dolor, lucha, resistencia o dignidad. Valores y actitudes que hay que seguir recordando. Valores que olvidamos con facilidad y son más necesarios que nunca. Lecciones de vida que nos ayuden a forjar un futuro más inclusivo, más democrático, desmaquillando postverdades que edulcoran o revisan la historia.

viernes, 7 de octubre de 2022

Ricos y Pobres



Toda la vida oyendo que siempre habrá ricos y pobres y ahora el Sr. Rajoy dice que hablar de esos constructos es una antigüedad. Como si la antigüedad fuera un valor que hubiera resuelto el conflicto de clases por virtud de magia, potagía y borrase de un plumazo a un veintiocho por ciento de personas en riesgo de pobreza en España. Para la derecha todo lo que molesta es antiguo, como si las coplas de la Piquer no tuviesen su punto. Recuerdo en los días grandes de Esperanza Aguirre y sus ranas, cómo denigraban a los sindicatos de clase, calificándolos como “antiguallas”. Eran muy molestos. Lo moderno, se supo después, era nadar en la charca de la corrupción.

¡Cómo llegan a molestar los pobres! Pero el intento de hacerlos desaparecer de forma virtual es imposible por mucho que se empeñen los de la cuerda del expresidente. Por eso, exploran otras estrategias como la de desacreditar a la clase social más desfavorecida por improductiva, criminalizar a los desempleados como parásitos que jibarizan los recursos de los que trabajan o a los inmigrantes como culpables de la degradación laboral... El objetivo está claro: dividir la cohesión identitaria de lo que debiera ser la clase trabajadora, para fomentar la lucha fratricida dentro de la propia clase.

Nunca he entendido que parte de la ciudadanía se autodenomine como clase media. Será para hacernos creer que pertenecemos a los de arriba o para hacernos pensar que podemos escapar de nuestra clase. Su objetivo está en debilitar todo lo que sea colectivo, a la vez que fomentar lo individual como estrategia con un sueño de final feliz al que solo los mejores, llegan. Escalar a la élite es posible pero de forma limitada y para ello hay que competir, en vez de colaborar, para estar entre los selectos. Exaltación de lo individual para el ascenso social. El fracaso siempre será culpa tuya.

La denominada “Dama de hierro”, M. Thatcher, durante los ochenta fue la apreciada maestra de todos estos psicópatas sociales. Toda las consecuencias nefastas del país fueron transferidas a la clase trabajadora. El orgullo de pertenecer a la clase trabajadora había que derrotarlo en ese imaginario social de luchar por lo colectivo. Pinochet, años atrás, había roto el paradigma de Allende, ofreciendo “El Chile de los emprendedores, frente al de los proletarios”. Luego, la Thatcher solo tuvo que ofertar su idílico paraiso para los trabajadores: “Un hombre, un capitalista” ¿Se acuerdan cuando Rato nos vendía su propaganda de “Hágase bankero”, comprando acciones de Bankia?. ¡Si tienes memoria dejas de ser un gilipollas desclasado¡ La conciencia de clase siempre te salva por lo colectivo.

El paradigma neoliberal se concreta: Las desigualdades son consecuencias de elecciones y opciones personales, y nunca por culpa de un sistema que provoca las desigualdades. La realidad  contradice este paradigma: El noventa por ciento de los pobres, terminan siendo pobres y el noventa por ciento de los ricos terminan siendo ricos.  De estos parámetros surge la necesidad para la derecha de esconder el conflicto social entre capital y trabajo, entre ricos y pobres, y entre clases sociales. Para la izquierda, sin embargo es fundamental equilibrar, con politicas sociales y redistributivas, estas desigualdades previas con las que nacemos. Entender como inmoral a aquellos que defienden la bajada de impuestos a los ricos, es sencillo; intelectualmente es grosero pensar que el dinero en unos pocos bolsillos es bueno porque provoca la caída de las migajas en cascada, transfiriendo a su vez las responsabilidades fiscales a los “beneficiados”.

Que Feijóo valore los presupuesto generales de 2023 como antisociales es porque él, la CEOE, y toda su cohorte de grupos empresariales piensan que la escasez en los bolsillos de la mayoría aviva el ingenio, la competitividad, siendo la pobreza solo una actitud personal a la que se llega porque te esfuerzas en ser pobre.