viernes, 26 de abril de 2019

Dando un paso para lo que viene



Soy maestro, de CCOO, socialista y republicano. De aquellos que defienden la Transición y su Constitución con todos sus defectos, que lógicamente deberán ser corregidos. Estoy a punto de jubilarme y acabo de afiliarme al PSOE de Extremadura. Vivo en Barcelona y me vuelvo a mi pueblo. Entiendo que mi afiliación es testimonial pero teniendo muy claro que son momentos, de nuevo, para la significación. El espacio que no cubrimos lo cubren otros. No tengo atavismos emocionales con otras figuras del socialismo que no sean hombres y mujeres de hoy, que con sus gestos y su forma de vida, expresan que siguen siendo socialistas y, por poner nombres, recordaré a políticos y sindicalistas como Ernest Lluch, Marcelino Camacho, Antonio Gutierrez, Joan Coscubiela o López Bulla.

La realidad vivida en una tierra maravillosa como Cataluña me ha decidido a dar el paso. La deriva de las banderas por un lado y por otro, solo puede ser frenada por la centralidad de un partido que a pesar de sus muchos errores del pasado puede favorecer, con la ayuda de otras opciones de progreso, una salida dialogada para una reforma constitucional que dé respuestas a realidades que son incuestionables. Porque es obvio que incidir en propuestas nacionalistas y fragmentarias produce y producirá desgarros y confrontación. Y todo ello en un contexto internacional donde se prima el "sálvese quién pueda" frente a la "Invasión de los Barbaros".

Nacionalismos que encierran propuestas emocionales, líquidas y soluciones mágicas donde subyace lo de siempre, salvar los intereses económicos de las distintas élites territoriales. Por un lado, la derecha españolista aliada con los sueños oscuros del pasado y la delirante derecha independentista que revisa una historia con el silencio acomplejado de muchas voces que han cedido a la Cataluña supremacista, cuando lo que se oculta en su malestar es el olvido de lo social. El objeto real que provoca la patología social de los desequilibrios, de las desigualdades, de la pérdida de servicios públicos, de un mercado de trabajo no inclusivo como evidencia del conflicto capital-trabajo, ha sucumbido frente a la propensión de quién tiene la bandera más larga. Unos y otros nos están engañando.

Por muchas razones y sin minusvalorar otras opciones de izquierda, también necesarias, mi voto este 28-A será para Iceta, "para que no tenga que volver al armario".  Y por supuesto, si estuviera en Extremadura, sería para mi presidente Guillermo Fenández Vara en las autonómicas y para Valentín García en las generales; voces que me han representado y que me representan cuando hablan en la asamblea extremeña frente a los que defienden una Extremadura que nos quiere devolver a los "Santos Inocentes". Salud y República.



   



lunes, 15 de abril de 2019

No es la "derechita" cobarde.



No es la "derechita" cobarde. Es la derecha reaccionaria de la Ley Mordaza que encarceló la libertad de expresión , de la Reforma Laboral que sigue expulsando a los trabajadores del mercado de trabajo, de los 60.000 millones de euros regalados a la banca, de los recortes en pensiones, de la extinción de subsidios a mayores de 52 años, del incremento de las desigualdades entre ricos y pobres, de la eliminación de becas para los desfavorecidos, de la privatización del sol y del agua, de la depauperizacion de los servicios públicos. Es la derecha psicópata que quiere borrarnos la historia que fue y la memoria, para desaparecer su historia de tapias y cunetas. 

Es la derecha del "sálvese quien pueda" y del "a Dios, rezando y con el mazo, dando". No es una "derechita" cobarde, es la derecha de siempre, la ultramontana que judicializa todo lo que se mueve, que criminaliza a sindicalistas, a inmigrantes, a jóvenes y mayores, que manipula la justicia para extender su mancha de aceite de colza, que roba a manos llena y no se cansa de robar. No es una "derechita" cobarde, es una derecha incivilizada y antipatriota que sólo le sirve la democracia para tumbarla. 


Si. Todo esto que escribo me dirás que es una simplificación. Por eso, algunos piden más debates. Como si los años de crisis no hubieran puesto a cada uno en su lugar. Simplificando, los 60.000 millones de euros regalados a la banca, los 67.000 que se ha pulido el PP del fondo de reserva de nuestras pensiones y los 40.000 que han amnistiado fiscalmente a los más ricos no resisten un debate. Mucho menos dos debates. Es una derecha corrupta, inmoral y antisocial. Hay que pararlos.