miércoles, 29 de diciembre de 2021

Plasencia en su laberinto (II)

En comunicación política comienza a ser redundante el uso del "principio de la transposición", que incide en que si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraiga o el "principio de la transfusión", que te aconseja basar tu propaganda en la mitología local sobre afrentas y victimismos arraigados. Si toda la oposición del ayuntamiento te acusa de parálisis municipal, poniendo en peligro proyectos que afectan al empleo y a las personas. Si eres de esos ayuntamientos con un déficit de 2,5 millones de euros para 2022, no cumples con el objetivo de estabilidad presupuestaria ni con la regla de gasto, tu coeficiente de endeudamiento es de 132%, superior al permitido y eres el ayuntamiento de toda Extremadura que peor paga (109 días), es evidente que Fernando Pizarro necesita un enemigo exterior. 

Así, el alcalde de Plasencia elabora una narrativa acomodada a su anunciada marcha de la alcaldía. Desafortunadamente para Plasencia no hay mucho paño que vender y como la evaluación final será inevitable, nuestro alcalde "irreductible" hace tiempo que decidió culpabilizar a la Junta de Extremadura de todos sus males. Activista desaforado con caravanas a favor de la escuela concertada o por la apertura de la hostelería, con "cacerolada" incluida, cuando teníamos las plantas de la UCI al completo, para luego culpabilizar a la Junta de Extremadura sobre los fallecimientos en las residencias de mayores. 

En estos días, la diana ha sido dirigida hacia el Director General de Turismo, Francisco Martín, acusado de "mentir, medrar y manipular en perjuicio de la ciudad". Al parecer, el resultado final de la distribución de 18 millones de euros que Extremadura ha recibido del Plan de Reactivación del Gobierno de España, dirigidos a seis Planes de Sostenibilidad Turística, es el que ha sido "orquestado" contra los intereses de la "muy noble". Las declaraciones extemporáneas de la edil Belinda Martín no dejan lugar a la duda cuando se ven las cantidades asignadas a cada uno de los proyectos: Badajoz (2 M), Mérida (4 M), Cáceres (4 M) y Plasencia con tres millones de euros, más otros dos proyectos en la Comarca de Olivenza y en la de Sierra de Gata y Hurdes, cada uno con dos millones y medio de euros. 

Esta legislatura, que se inició con la llegada del COVID, ha sido la del ruido ensordecedor de un alcalde sin ideas y sin proyectos que utilizó la pandemia para enfrentarse con el Consejero de Sanidad, José Vergeles, llegando a acusarle del deterioro de la economía de Plasencia por plantear un posible cierre perimetral. Acusaciones gruesas sobre discriminación de vacunaciones en Plasencia, falta de material o de recursos humanos. Acusaciones contra Blanca Martín, petición de dimisión como concejala sobre Soraya Cobos y ahora una acusación velada de prevaricación sobre el Director General de Turismo. Tendrá suerte la edil de no acabar en los juzgados por sus afirmaciones. Ha perdido una gran oportunidad de callarse porque deja constancia de su desconocimiento en lo que significa presentar planes que terminan siendo evaluados por el Gobierno de España. Malos políticos y malas políticas cuando proyectamos nuestra culpa sobre los demás.

Mientras siga la política oxidada de un partido ofuscado en su confrontación, creando un imaginario infantil victimista, Plasencia no centrará el tiro de una recuperación que debe pasar por la asunción de una situación financiera que permanece latente pero que nos ahorca. 


      · Plasencia en su laberinto (I)                                                                              https://canchales.blogspot.com/2021/10/plasencia-en-su-laberinto-i.html



 

miércoles, 10 de noviembre de 2021

Pensiones insostenibles



Recuerdo como en los años ochenta, el modelo chileno de capitalización de pensiones era la solución ante la supuesta insostenibilidad de un sistema público de pensiones basado en la solidaridad intergeneracional y la universalidad. Afortunadamente se optó, en su momento, por un sistema como el Pacto de Toledo.   Pasado los años, hemos visto en Chile, cómo el Estado ha tenido que salir al rescate de la privatización de unas pensiones más que esquilmadas. De nuevo, ante los voceros que anuncian el fin de las pensiones para buscar nuevos nichos de negocio, deberemos apuntalar el sistema público de pensiones. La solución está en un modelo basado en nuevos ingresos y no en aquel, derogado, que fijaba nuevos recortes. 

La reciente enmienda a la totalidad del PP a los PPGGEE es un ataque a las pensiones de hoy y de mañana, amenazando en su vuelta al poder con imponer de nuevo el sistema que durante 2014,2015, 2016 y 2017, con una subida al año del 0,25%, y con una inflación acumulada del 3%, provocó que un millón y medio de pensionistas, sufriera riesgo de pobreza. Según la firma Analistas Financieros, en 2035, este índice de revalorización del 0,25% y la puesta en marcha del factor de sostenibilidad, hubiesen provocado una caída de 3% del PIB y la destrucción de 750000 empleos.

Habrá que estar de acuerdo con el Sr. Garamendi, al afirmar que "con las cosas de comer, no se juega", cuando respondía a una pregunta sobre la reforma laboral. Efectivamente, con el modelo de mercado de trabajo y pensiones no se puede mercadear. Porque están íntimamente relacionados y porque la sostenibilidad de las pensiones depende del empleo abundante y de calidad. Por eso, es necesario revertir, modificar o derogar una reforma laboral que ha depreciado los salarios, ha roto el equilibrio en la negociación colectiva y ha fomentado la descausalización de la contratación temporal. Otro modelo laboral es necesario y premisa necesaria para la sostenibilidad de las pensiones públicas. 

Es falso que la mejora de las condiciones laborales destruye empleo. Tras la última subida del SMI, ha crecido en 120000 empleos y casi alcanzamos los veinte millones. Cuando se pretende realizar la transición a otro modelo productivo: digital, ecológico, tecnológico e innovador,... no sirven recetas salariales famélicas y basadas en una carencia de negociación colectiva. 

En el año 2020, los trabajadores/as realizaron 320 millones de horas extraordinarias, un 6,3% más que en 2019. De estas horas, los empleadores pagaron la mitad, dejando de ir a las rentas del trabajo unos 2.500 millones de euros, aminorando un ingreso en la S.S. de más de 750 millones. Así, Sr. Garamendi,  las pensiones, la sanidad o la escuela pública son insostenibles.

Con el Acuerdo de Pensiones pactado, recientemente, se frena una vez más, el enésimo intento del neoliberalismo por dinamitar las pensiones públicas. La nómina de 172.000 millones de euros en pensiones proyectada para 2022, es lo suficientemente golosa como para hacer de lo público un negocio bancario.  

Se retoma la senda del Pacto de Toledo de consenso y diálogo social. Frente a los agoreros, los firmantes vuelven a potenciar con su trabajo, la sostenibilidad y la solidaridad intergeneracional del sistema. Se mantiene el poder adquisitivo de los que estamos dentro y se elimina la incertidumbre, eliminando el factor de sostenibilidad, para las jubilaciones futuras, que es sustituido por el mecanismo de equidad con aumento de las cotizaciones y otras medidas que eviten la espada de Damocles del Sistema Rajoy-2013. 

Que la CEOE haya dado la "espantá" era esperable. Tus pensiones y la mía nunca les importó. A pesar de ello, deberemos seguir potenciando el acuerdo consensuado, evitando los traductores interesados, que profetizan la insostenibilidad.


Otra mirada de las pensiones en Extremadura: 
https://www.diariodeplasencia.es/otra-mirada-de-las-pensiones-en-extremadura/

La Reforma de pensiones en 4 ideas:

1) PENSIONES SUFICIENES: Se deroga la reforma de 2013. Revalorización con IPC + Derogación Factor Sostenibilidad

2) PENSIONES SOSTENIBLES: Aumento de ingresos del sistema. Transferencias del Estado + Cotización ingresos reales Autónomos/as

3) PENSIONES MÁS JUSTAS: Revisión del modelo de Jubilación anticipada. Reducción generalizada coeficientes + mayor equidad reglas de los jubilados voluntarios / involuntarios

4) NUEVOS DERECHOS: Cotización todos los becarios/as + Viudedad parejas de hecho ...

Aquí el Acuerdo completo (incluido el Proyecto de Ley de reforma): https://www.ccoo.es/995f4cc07a2b6cab08012f1ebf348fab00000...

 

viernes, 1 de octubre de 2021

Plasencia en su laberinto (I)

En la «Ciudad de la libertad», siguiendo la linde del Alcalde Mariño, Plasencia continúa en su laberinto. Me viene a la mente el mágico libro, «Paradoja del interventor», de nuestro paisano, Gonzalo Hidalgo Bayal, no para hablar de un espacio de ficción sino de uno reconocible, sirviéndome como parábola de un enredo kafkiano en el que se está convirtiendo mi pueblo; fatalmente determinado a explorar el tránsito a una cierta decadencia, ensimismado en la melancolía de la inacción y sujeto, en exclusividad, a vanagloriarse de un pasado para justificar su modorra y su quietud. Siguen marchando sus jóvenes, como marchó mi hijo, como marché yo.

Como un viajero que llega a Plasencia en un tren cualquiera, de tantos como hemos perdido, me permito salir, imaginariamente, de su espacio cerrado y asfixiante para otear un recinto que parece acotado por sus murallas, sin atreverse a otra cosa que cantar las únicas certezas de un pasado, muy pasado. Y la percibo como una ciudad atrapada en una falsa alegría de barra tabernaria y ruido de vasos estallados en las calles, seducida por algunas tradiciones que huelen a naftalina por las que muchos de sus ciudadanos sentimos como anodinas y trasnochadas, pero que dejamos seguir porque una atmósfera mimética de historia mal entendida nos determina a un silencio modorro.

Algunos vecinos adquirimos la condición de forasteros entre sus habitantes. No nos gusta, pero la queremos; cada vez más. Sabemos que de su siesta no la va a despertar ningún golpe de suerte. Nos hemos marchado tantas veces, porque no podíamos estar y sentirla…

Como si solo hubiese un númerus clausus de personas que pudiesen desarrollar sus expectativas en ella. Es como si el aire que respiramos estuviese contaminado por unos factores de expulsión, asentados en diseñadas tradiciones, que hacen inevitable nuestra huida. Pertenecer a alguna de sus cofradías sociales es complicado, sin tener que obligarte a cuestionar su status quo. En mi pueblo, aún resuenan los ecos cantonalistas de su primer alcalde democrático, que se repiten lastimeramente, fundamentando su propaganda en una mitología local construida sobre afrentas y victimismos arraigados. Porque me duele, reniego a mirarme el ombligo.

Pero siempre queda la nostalgia en las sucesivas marchas y por eso siempre volvemos a ella, aunque sintamos percibir con más fuerza su decadente carácter corrosivo y anquilosado; con su expresión plana, ausente del conflicto dialéctico que debe tener cualquier sociedad para evolucionar. Es una ciudad sin proyecto, aparcada a la espera de otros vientos, pensándose agraviada y por ello, muchas veces, estéril.

Puede, que la famosa exposición que tenemos en 2022, «Las Edades del Hombre», sea otra metáfora de lo que conforman nuestras esencias, que nos llama como una fuerza centrípeta a repetirnos en una suerte de vacíos existenciales, o como fuerza centrífuga que nos invita a marcharnos fuera de los intramuros de la ciudad. Plasencia no puede, permanentemente, salvarse por la campana.

Como el interventor de la novela de Gonzalo Hidalgo, algunos se niegan a vivir un papel asignado en la mortecina tribu de la muy noble y elaboran al menos, relatos puntuales e individuales; eso sí, siempre deficitarios porque terminan siendo deformados por esa energía genética que sale del aburrimiento inherente a sus piedras.

Todo fluye en la dirección de que nada cuestione su ecosistema satisfecho, el papel que cada uno tiene asignado, las beatíficas tradiciones, donde todo se resuelva, matemáticamente, para sortear el conflicto de una evolución fecunda porque los jóvenes se han ido para no atentar contra su númerus clausus, cada vez más lánguido. El resultado final no puede ser la volatilización de todo lo nuevo, donde el silencio sea la norma, salvo que sea para hacer loas a la Plasencia mortecina. Solo llegan a conmovernos los relatos que forjamos desde lo colectivo y por eso yo me niego a que termine muriéndose.


lunes, 19 de julio de 2021

Mi abuelo en Annual. Centenario

 



Me contaba mi abuelo Mariano, el padre de mi padre, que el ejército español era del comandante general Silvestre y de su amigo, el rey Alfonso XIII. Así lo percibió durante los tres años que estuvo secuestrado en el Rif. Un protectorado en el norte de Marruecos, un regalo envenenado de una Europa confrontada por el control de nuevos espacios vitales. ¿Cómo podríamos proteger nada, si apenas España podía sostenerse a sí misma?


El preludio de otra noche negra para nuestro país fue la derrota en el Barranco del Lobo, en el Gurugú, cerca de Melilla, evidenciando los intereses particulares de una notable familia, defendidos con medios públicos, que provocó el conflicto de la llamada “Semana Trágica” de Barcelona, cuando el gobierno español decidió aumentar las tropas en este continente. Había que defender los intereses mineros del Conde de Romanones en el Rif. Y así, años después, llegó el Desastre de Annual en el 1921. Allí estuvo mi abuelo, que me contaba su guerra cada vez que yo le pedía que me contara una batalla. En mi imaginario, acomodo con el paso del tiempo, las piezas sueltas que me relata en la trastienda de la sastrería de mi padre o dando un paseo por el parque. Con una tiza sobre un paño negro o sobre un suelo de tierra me dibuja con un palo el mapa de España y del Norte de África, situando puntos estratégicos. A un lado, Ceuta y en su extremo, Melilla. En el medio, Alhucema, el corazón del Rif, la perla a conquistar.    

--Mi familia no tenía cuatro mil reales para librarme de la guerra. Y a Ceuta llegué en mi primer destino. Durante algún tiempo me las arreglé para vivir con cierta holgura. Me asignaron trabajo en el departamento que organizaba los temas domésticos del ejército, la documentación de los soldados, las cuentas de los gastos de la tropa… Además, como era muy raro saber leer y escribir, rápidamente me hice con una clientela de compañeros a los que les escribía las cartas a la familia o a la novia, y me sacaba unos reales o unos cigarrillos. ¡Eh! No solo era escribir, tenía que interpretar los sentimientos de mis compañeros, con dificultades para expresarse en muchos casos. La cantina era una especie de zoco donde se compraba y se vendía de todo. 

 

    Cuando él hablaba con su voz trémula, percibía que sus ojos se humedecían rememorando una de sus fijaciones, los denominados “pakos”; unos francotiradores bereberes que raramente fallaban. Cuando se oía el sonido seco de un disparo -pak-, junto a un -um- retardado por el eco entre barrancos, mi abuelo siempre pensaba en el compañero caido al que le había tocado morir. ¡Pak-um, pak-um, pak-um…! Sonidos que nacían debajo de la arena o tras un matorral, que terminaban enredándose en su mente mientras dormía. Nunca pudo imaginar que la realidad que se venía encima pudiera ser infinitamente más horrible que un mal sueño.

                

    Trasladado a Melilla, siguió haciendo sus tareas administrativas en el ejército, pero en aquel verano de 1921 vio de todo. Era parte del ejército de Silvestre, el que decía que tenía tres cojones, proclamando que sus soldados se comerían los atributos de los riferereños y dejarían embarazadas a sus mujeres. El íntimo amigo del rey, al que le promete que Alhucema, el dorado del Rif, caerá en breve. Había que olvidar Cuba. Ese ejército del rey que desoye los consejos sobre la locura que acabará en desastre, con la muerte de más de doce mil españoles. Era el ejército de Silvestre, el ejército que más gastaba en toda Europa en zapatos, pero la tropa calzaba alpargatas, un ejército donde había un oficial sobre cuatro soldados y del presupuesto nacional se llevaba más que un pico. Una élite que primó sus delirios colonialistas y militares sobre el objetivo civil de levantar carreteras y hospitales. Entonces, llegó el desastre porque las guerras no se ganan quitando la sed con una piedrecita en la boca, tras comer una ración de sardinas en lata. 


La irrupción de un personaje como Abd el-Krim, consigue unir en un mismo objetivo a todas las tribus frente a un enemigo mal uniformado, atemorizado, sediento, descalzo y desarmado. Abd el-Krim sabe inyectar en vena el miedo a su enemigo; a un ejército con la mayor tasa de deserción, alcoholismo, suicidio y locura. Se pasea por las kabilas con cañones y material de guerra robado a los españoles tras arremeter contra los blocaos diseñados para el fracaso. Abd el-krim sabe cómo utilizar el miedo ante unas tribus anárquicas, provocando respuestas emocionales de agresividad y de amenazas hacia el otro, y que en el caso de la soldadesca cristiana provoca deseos de huida. El pavor ante el festín de sangre que intuyen, preparado para ellos, multiplica su angustia colectiva. Aún no ha comenzado la batalla y ya saben que están derrotados. La República del Rif, es una realidad.


Y Silvestre, el de los múltiples cojones, sin orden ni concierto, manda deshacer el camino realizado. No hay quién dirija. Silvestre se ha vuelto loco. La huida a Melilla es un sumatorio de deserciones, gumías nativas arrancando cabezas, bestias y carruajes despeñados por los barrancos, hambre, sed y espanto. Tan solo el regimiento de caballería, comandado por Fernando Primo de Rivera, mantiene la calma y están dispuestos a morir. Van guardando los flancos y abriendo trecho hasta que desaparecen casi en su totalidad. Otros nombres de oficiales en el olvido: Amador, Arenas, Benítez, Dueñas, Manella o Morales, y muchos más, saben caer con los suyos, también olvidados.  ¡Honor y Gloria! 



Ben Tieb, Dar Drius, El Batel, Tistutin, Monte Arruit, Zeluán, Nador son los puestos por donde una caravana de espectros llega anunciando la muerte. Mientras, en Melilla se piden refuerzos. Llega el escritor extremeño, Arturo Barea, el de la “Forja de un rebelde”, al frente de dos compañías de regulares, Francisco Franco y Millán Astray con su estrenada Legión. Mientras, Abd-el-krim pide rescate de un millón de pesetas por liberar a seiscientos soldados. La respuesta de Alfonso XIII es: ¡Qué cara es la carne de gallina! 


Días tumultuosos en Melilla para hombres enjaulados. Borracheras, putas, peleas, ruido, desorden o desfiles militares para exaltar no sé qué. La Condesa de la Victoria, junto a las damas de la Cruz Roja, improvisa un hospital de campaña con mejores servicios y mucho menos costoso que los hospitales militares.  En el Teatro, la cantante Lola Montes estrena la canción del Legionario y Millán Astray promete el comienzo del “desquite” y por lo que vio mi abuelo, así fue; soldados, ávidos de venganza, enseñando ufanos sus cinturones con orejas cortadas.


Luego viene la caída de gobiernos y de la propia monarquía, la dictadura de Primo de Rivera y el golpe de estado,  consecuencias de una barbarie que el general Picasso, tío del pintor, explicó en su expediente sobre las responsabilidades de España en el protectorado del Rif y que la sucesión de los acontecimientos sirvió para silenciar a los culpables.  


Me contaba mi abuelo Mariano, que a él le mandaron a luchar contra los moros en África y a los pocos años esos mismos moros, formando un ejército temible de miles de hombres a las órdenes de un dictador, repiten su “desquite”, arrasando en cada pueblo que entra. Entonces, cuando me contaba sus batallas, se me escapaban cosas que solo el paso del tiempo ha colocado en su sitio y que ahora unos liberticidas andan queriendo revisar.


 

viernes, 28 de mayo de 2021

Indultos para avanzar

                                                                                "La sabiduría no es sino guiarse por la razón; la estulticia, dejarse llevar por el arbitrio de las pasiones" -Erasmo-

Al parecer Sánchez ha muerto. La derecha casposa ha detectado la grieta de los indultos y compulsivamente les ha faltado tiempo para sacar la pancarta. Pero, por mucho que les gustaría, el Gobierno no depende de los partidos "indepes", porque no son un bloque. Además, tiene presupuestos, y como Rajoy, podría prorrogarlos. Frente a todos los voceros de la caverna, creo que nos vemos en las elecciones en 2024. Su sobreactuación les puede salir muy cara. Otro varapalo jurídico de Europa, con respecto al TSJ, puede estar planeando sobre sus cabezas, porque debemos seguir avanzando en lograr ciertos parámetros europeos en materia jurídica. Y es que las penas por sedición han sido contestadas, reiteradas veces, por la U.E.

De momento, asistamos a ese proyecto de la extrema derecha de su "Gobierno de Salvación", donde se muestra la punta del iceberg de su alternativa novedosa de un nuevo PIOLÍN en Cataluña. Menos mal que Casado dijo a Abascal: "hasta aquí, hemos llegado"

Solo viendo las declaraciones de muchos de los contrarios al indulto de los políticos presos, hace que me posicione a favor del SÍ. Pero no se trata de dar respuestas emocionales. Sobran razones racionales y de oportunidad para optar por el indulto, para apartar la gasolina del incendio catalán.

El gobierno caería en un error si, por tacticismo electoral, optara por no ser benévolo con aquellos que creyeron que ir de farol les saldría gratis. Sánchez debe avanzar para no volver al punto de salida de aquel dramático 1 de Octubre, del que el propio Pablo Casado no quiso sentirse partícipe, renegando del torpe tratamiento que hizo su jefe, Rajoy. La única opción es dar una oportunidad a la convivencia; sobre todo en Cataluña, porque es esta ciudadanía la que más ha sufrido el delirio independentista.

Exigir arrepentimiento, como paso previo al indulto, es tramposo. Aquellos que cruzaron la raya democrática no van a reconocer que se equivocaron, porque si lo hiciesen sería reconocer su fracaso y ello supondría su definitiva debacle. Acaso hubo arrepentimiento en el caso de Tejero, Armada, Vera, Barrionuevo y muchos etarras... Alguien debe dejar de echar gasolina, en un país aficionado a la piromanía. No nos engañemos, lo que subyace es que los pirómanos necesitan gasolina. Los "indepes" y la derecha incivilizada están deseando azuzar ese fuego. Se sustenta en la confrontación y en el incendio permanente. Su diferencia deriva, tan solo, en que cada uno se apropia torticeramente de una bandera diferente, pero sus patrones emocionales son los mismos viviendo de la retroalimentación.

Hay que confiar en un estado magnánimo, pero fuerte, y que en caso de repetirse actos como aquellos, sea contundente, de nuevo. Quien diga que aquellos actos anticonstitucionales les ha salido gratis a estos políticos presos, no sabe lo que es estar un día en la cárcel. Ellos ya llevan cuatro años. Y lo peor de todo es que han diezmado la economía de su propia tierra, aquella que dicen amar.

Puede que el cuerpo pida que cumplan la condena total, pero no olvidemos que en el conflicto catalán, unos y otros han explotado todo lo emocional, desenfocando los problemas sustantivos, pero cualquier postura que evite la confrontación será vivida por ambas partes en liza, como un desarme. La presidenta de la Asamblea Nacional Catalana, Paluzie, avanza con buen criterio que "los indultos desarman el independentismo e internacionalmente son nefastos". De los "indepes" no se puede esperar lealtad alguna porque viven de lo mismo; del incendio. Pero alguien debe dejar de echar gasolina. Y ese papel le toca al Gobierno Central, a pesar de reconocer que el no indulto avinagraría a la derecha, que ya prepara un reencuentro en Colón y otra recogida de firmas, como aquella que arremetió contra Zapatero y el Estatuto de Cataluña, cuando había que abrir grietas por algún lado. De aquella recogida de firmas, vienen los lodos del 1-O. Toda una máquina de hacer independentistas, consiguiendo dar argumentación a los "indepes" para tirarse al monte y montar dos referéndum de autodeterminación. La extrema derecha vuelve a la carga. Un Gobierno de izquierdas, para ellos, no puede gobernar nunca. Su democracia solo lo es si el poder es suyo.

Por ello, un gobierno fuerte debe enfrentarse a una oposición visceral sin sentido de estado, a la mediática de la caverna, mostrando que es independiente como poder ejecutivo, tomando decisiones que le competen dentro de los límites jurídicos y sin entrar a cuestionarlos.

Está claro que la derecha ultramontana se reactiva con el independentismo delirante, de la misma manera que estos necesitan a los pirómanos de Colón. Si ellos necesitan, unos y otros, volver a poner las banderas en los balcones, la ciudadanía necesitamos convivencia. Sí, alguien debe dejar de echar gasolina para que vuelva la política. El Estado federal sería la solución pero queda lejos. De momento, el gobierno debe confiar en unos presupuestos aprobados, unos fondos de recuperación que hay que gestionar y una hoja de ruta del Diálogo Social que va por buen camino. El ruido que lo hagan otros. España, necesita de un PSOE que juegue un papel de Estado, obviando tacticismos electorales. Centrar la atención en reformas estructurales, modernizando el mercado de trabajo, activando una reforma fiscal progresiva y pactando las pensiones públicas. Cuidado con los cantos de sirena de aquellos oráculos que indultaron a golpistas, a miembros del GAL, a terroristas de ETA y a esquilmadores de lo público, porque son los mismos que hoy avivan el fuego.

domingo, 9 de mayo de 2021

¡Viva las cadenas!

Con el grito de "Viva las cadenas", se puso fin al trienio liberal de Riego. Vuelta al absolutismo y otro paso atrás en la modernización de las instituciones en España. El pueblo es soberano. No es tonto. Aunque esas afirmaciones no signifique que nunca se equivoque. Tampoco quiere decir que sea listo. También se puede ser servil. O sencillamente tener comportamientos individualistas frente a posturas más colectivas.

El pueblo de Madrid, ha decidido. Ellos sabrán. Tras 26 años de robo y latrocinio, obtienen la libertad tabernaria. Al parecer han vivido todos estos años en la esclavitud. No son tontos, ni mucho menos. ¿Acaso lo son los catalanes? Desde hace años vemos cómo tropiezan en la misma piedra y siguen erre que erre. No ser tontos, no significa ser listos. Creo que en un contexto de crisis sostenida, también una gran parte de madrileños han optado por el "sálvese quien pueda". Tan sencillo como optar por Barrabás. Muchas veces no hay humor para épicas y es mucho más sencillo optar por unas buenas cañas y abandonarse a la idea de que una zumbada te salve. A corto plazo es más sencillo querer que te tutelen las élites del terreno, frente a esa España que "sobrevive" a su costa. Y entonces suenan los "mueran los mantenidos y subvencionados", mientras se matan, esforzadamente, a tirar miles de cañas en una industria nacional secuestrada, se regalan medallas de la comunidad a una ladrona de cremas y títulos y se glorifican los botellones al lado de una UCI. Ya vendrán otros tiempos y entonces siempre estarán los sindicatos para decirles que no hacen nada. Es el triunfo de la puerilidad.

Leo sobre la rasgadura de mucha gente de izquierda, flagelando las espaldas propias. La autocrítica debe ser un método individual y colectivo, pero no puede servir para desvalorizar a la izquierda, gratuitamente. Desde posiciones de progreso o desde la coalición mediática, oigo que hay que abandonar una supuesta superioridad moral ante la derecha. ¡Hasta ahí podíamos llegar! Vuelta a los intentos de equidistancia. Como si los valores de inclusión, por ejemplo, no supusieran una posición ética superior ante la criminalización a los menas. ¡La equidistancia me mata!

Claro que la izquierda viene cometiendo muchos errores en Madrid. Aquí, el único que no se ha equivocado ha sido Toni Cantó al cambiar de bando volviendo a su ser todos los votantes de Cs. Venimos de 26 años de cortijo madrileño que sufrimos la periferia, de la misma manera que venimos de 40 años de pujolismo cortijero. Una vez más, ha vencido el neolenguaje de la libertad y sus trampas. Sí, deberemos exigir a la izquierda autocrítica, pero para caminar en un proceso de maduración que siempre nos ha faltado.

El paso lo ha marcado la derecha y la extrema derecha pero la izquierda, afortunadamente, es mucho más que los desaciertos de la izquierda en Cataluña y Madrid. España es mucho más que Madrid o Cataluña. La libertad de una caña dura un instante, la de los Servicios Públicos dura toda una vida. Mientras que tomamos las cañas, nos están robando la cartera. La izquierda social existe. Solo falta que la Izquierda política no defraude queriendo ser lo que no puede ser. El Gobierno haría mal en no forzar el paso de las reformas reclamadas en materia fiscal, laboral o en pensiones. En Madrid, me quedo con el trabajo peleón de Mónica García. El PSOE debe ponerse el mono de currar y UP debe entrar en una fase diferenciada con la excitación de un Pablo Iglesias que ha sido coherente marchándose. Salud y vivan los valores de progreso. Libertad, pero con igualdad. Un buen lema para haber contrarrestado la puerilidad de una imberbe intelectual.

  • Ayuso: Idiocia o psicopatía: https://canchales.blogspot.com/2020/05/isabel-d-ayuso-idiocia-o-psicopatia.html

lunes, 12 de abril de 2021

Cáceres, septiembre 1975




En los primeros días de septiembre llego a Cáceres a estudiar magisterio. En la entrada capitalina, el autobús me deja en la estación que hay frente a la gasolinera. Cerca de allí, al lado del cine Astorias, localizo el piso que hemos alquilado entre varios colegas. Es un tercero con una terraza prometedora para las tardes y, sobre todo, las noches de primavera. Ojeo las habitaciones y todo me parece maravilloso. No hay nadie aún y bajo a la plaza a otear el ambiente. Creo recordar que es la tercera vez que piso sus calles. Me siento en las escaleras que hay debajo del Arco de la Estrella, a la sombra de la torre Bujaco, y mientras como pipas, veo el paso de la gente, los corrillos de jóvenes, hombres y mujeres que nutren las terrazas de los bares. La plaza se presenta como una foto en sepia de lo que fenece y una refrescante postal de lo que parece que viene.  

Una hilera de estudiantes hace cola en el locutorio de telefónica, al lado del ayuntamiento. Se nota el paseo relajado de funcionarios con bigote, acompañados de sus parejas, sin abandonar la corbata, el traje y los zapatos castellanos. Algún cura con sotana y sombrero, como el de un picador, atraviesa la plaza con paso decidido, llevando en su mano un misal; posiblemente para ofrecer sus servicios en alguna extremaunción o rezar el rosario en alguna casa señorial. Pero lo que se hacen notar son las minifaldas ajustadas a la cintura, los pantalones acampanados, blusas estampadas de flores y colores gritando libertad, cabellos de largas enredaderas y bandoleras anchas al hombro fáciles para desenfundar. Jóvenes con pronunciadas barbas, con vaqueros o pantalones de pana, que huelen su final de carrera y pollinos despistados, como yo, viendo pasar el tiempo plaza arriba, plaza abajo.

En una de las columnas de los soportales observo un dibujo del “Generalísimo”, con pintura negra impreso en la región de granito,  que debe ser de los tiempos de posguerra, con la leyenda: “Franco Vive”. ¡Como si no lo supiéramos! ¡Espero que sea por poco tiempo! Absorto en el graffiti, imagino una vez más cómo será todo tras su muerte. Hace tiempo que me interpela una pregunta: ¿Cómo se hace la revolución? La revolución de la que llevamos hablando tanto tiempo para acabar con un país colapsado y antiguo. Seguro que distribuir la tierra para el que la trabaja no será fácil. Los patrones cuando se les diga que tienen que distribuir los beneficios, dirán que una leche. Y lo de nacionalizar la banca debe ser complicado de cojones... Si hace algunos meses, el célebre Cabo Píriz hizo retirar del escaparate de la librería Figueroa una lámina de la Maja desnuda de Goya, me temo que fácil no va a ser. Me falta fantasía para armar una respuesta coherente. Tampoco tengo por qué tener yo todas las soluciones, ni los pasos que debe seguir una revolución bien hecha. Como dirían mis amigos “pecerolos”, en Cáceres no hay condiciones objetivas para hacerla. ¡Hay que crearlas! ¿Y cómo se crean?

El círculo de cáscaras que se amontonan a mi alrededor se hace más pronunciado por momentos mientras siento un respiro porque al menos la parálisis del año que ha transcurrido sin estudiar ha terminado. Trabajar con mi padre me ha abierto el campo focal. Al fin, he roto la soga que me ahogaba a la inercia melancólica de un cajón de sastre, aunque me ha servido para entender lo que me repetía mi viejo: "tú vas a conocer el valor de una factura". Lo mío no es el dedal, el carrete de hilo, pedalear con la máquina de coser, o la cinta métrica. Tampoco sé por qué voy a ser maestro, aunque tras leer Bajo las ruedas y Summerhill, siento una agradable sensación pensando que la escuela tiene que ser una herramienta de transformación social. De momento, hacerme maestro tiene la certeza de ser una carrera corta y esa es una premisa familiar para seguir estudiando. Entrada la noche, me entretengo viendo escaparates por la calle Pintores, enlazando hasta el Paseo de Cánovas y de allí al piso donde seguro que ya habrán llegado mis compañeros: Rafa, Cerro y Manolo. Abro la puerta y me los encuentro apiñados junto a una vieja radio, buscando la frecuencia de Radio Pirenaica o Radio Guanche Independiente. Habrá que irse enterando de cómo se crean las "condiciones objetivas" para la revolución. 

viernes, 26 de marzo de 2021

El amor en "Llámame por tu nombre"

Llámame por tu nombre, es una novela escrita por André Aciman en 2007. El contexto temporal en el que se desarrolla es el verano de 1983, en una hermosa villa de un pueblo costero de Lombardía, donde pasa los veranos la familia del profesor Pearlman, su esposa Annella y su hijo adolescente, Elio; protagonista junto a otro joven, Oliver. La novela es una reflexión sobre el autodescubrimiento vital, las promesas de lealtad en la pasión amorosa y el peso de la realidad con el paso del tiempo. Conmueve por la inmensa honestidad en los sentimientos, impactante a la hora de retratar la fusión de cuerpos y almas entre dos hombres que, pese a disfrutar de un ambiente tolerante y progresista, albergan miedos internos respecto a su sexualidad.  Sensual en su candidez y desgarradora en su sutileza, es una mágica exploración del poder del amor y del desamor. 

La novela presenta una historia de enamoramiento entre Elio Perlman, un italiano de 17 años, con Oliver, un estadounidense de 24. Es una radiografía del embelesamiento de los sentidos.  Oliver es quien ejerce el dominio sobre la relación, en tanto objeto de deseo, pero también por el hecho de ser el más experimentado de los dos. En una prosa descriptiva, el autor a través de Elio rememora lo vivido con una mezcla de nostalgia y pesar, lo que sume toda la narración en pura melancolía.

Cada verano, el padre, un profesor de cultura grecorromana, invita durante seis semanas a un estudiante a trabajar con él y a quedarse con su familia. Este año es el turno de Oliver. En la casa del profesor, sus personajes pasan el tiempo leyendo, nadando en lagos y estanques, comiendo y discutiendo sobre temas relacionados con el arte y la música. Es una casa que utilizan en verano y navidad.  El paso del verano al invierno, puede significar la metáfora del  nacimiento y extinción del ciclo sentimental.  Elio convive en total armonía con sus padres.  Esta relación armoniosa con su padre da pie a una  escena preciosa tras su viaje de tres días a Roma para despedir a Oliver. La escena es significativa porque incide en los miedos que mantiene la pasión de Elio y la seguridad que le da el padre, con un brillante diálogo entre ellos sobre lo vivido y experimentado. 

Elio transcribe música clásica, toca el piano con un virtuosismo discreto y por las noches sale a bailar, mientras da rienda suelta a su inquietud sexual con su amiga y vecina Marzia . La estancia de Oliver es la que desatará el romance intempestivo en una transgresión de orden sentimental y búsqueda de impulsos satisfechos. No desafían valores sociales establecidos con su relación. En realidad, no hay un contexto punitivo que condicione el vínculo entre los dos amantes. En ningún momento se intuyen condenas sociales, y de hecho son varias las escenas donde los padres de Elio intercambian miradas cómplices que dan por sobreentendido el atractivo mutuo entre ambos personajes en una relación efímera, pero su disolución no se percibe en términos excesivamente dramáticos, sino como condición prácticamente ineludible de una primera aproximación hacia el amor.

En determinados momentos pretende retratar, en exceso, el virtuosismo de ése mundo burgués en el que se encuentra inmersa la familia. Puede que se de una repetición preciosista cargante sobre la música y  la literatura que poco aporta al objeto central de la novela, desde mi punto de vista. 

Todas las emociones que aparecen en el enamoramiento son retratados con acierto y me he permitido la licencia de escribir en negrita una palabra al inicio de cada una de las frases que me han resultado significativas en cada uno de los cuatro capítulos. El recreamiento, casi fotográfico, de los momentos en los que el amor nos lleva mágicamente a manifestarnos tan primitivos y a la vez tan inofensivamente humanos.

El uso de la primera persona nos identifica con el perspicaz protagonista desde el principio, agonizando con él, ante el juego del ratón y el gato al que parece jugar inconscientemente con Oliver, participando con él de las incertidumbres y descubrimiento del primer amor y calándote el estado de frustración de la cruda realidad.

El proceso de enamoramiento en "Llámame por tu nombre"

Capitulo 1: Si no es Luego, ¿Cuando?

· El enamoramiento: “O quizá comenzó en la playa. O en la cancha de tenis. O durante nuestro primer paseo juntos el primer día que estuvo aquí cuando me pidieron que le enseñase la casa y los alrededores y, una cosa llevó a la otra,… Reconozco el deseo cuando lo veo y así, sin embargo, esta vez, se me pasó por completo”.

· El juego: “Cuando terminé de presentar mi transcripción, me percaté de una intensa mirada que me llegaba por la izquierda. Me sentí emocionado y halagado; obviamente estaba interesado en mí, le gustaba. No había sido tan complicado al final. Pero cuando por fin, después de mi turno, me giré para examinarlo y ver su mirada, descubrí un semblante frío y helador; algo a la vez hostil y vitrificante que rozaba la crueldad.

· El miedo: “Hoy el dolor, las esperanzas, la excitación de lo novedoso, la promesa de tanta dicha rondando las puntas de los dedos, el deambular entre gente que podía llegar a malínterpretar pero que no quería perder y por lo tanto debía hacer constantes conjeturas, el ingenio desesperado que le brindo a todo el mundo que quiero y deseo que me quiera, las separaciones que intercalo entre el mundo y yo que no son sólo una, sino una serie de capas de puertas deslizables de papel de arroz, el impulso por codificar y descodificar lo que ni siquiera estuvo jamás en código. Todo esto comenzó el verano en el que Oliver llegó a nuestra casa

· La seducción: “Sabía perfectamente qué fragmento de la pieza le iba a conmover la primera vez que lo tocase y todas las demás veces que lo oyese. Se lo estaba enviando como un pequeño regalo pues en realidad iba dedicado a él, como señal de algo muy bonito en mí que no hacía falta ser un genio para reconocer y me impulsaba a imprimirle una cadencia prolongada. Sólo para él.

· La cara y la cruz: “Así que este es también él, me dije después de ver cómo se transformaba de hielo a luz del sol. Podía haberme preguntado asimismo si yo era igual de variable. PD: No estamos compuestos para un solo instrumento; ni yo, ni tú.

· El fuego: “Entonces llegó aquella tarde, un domingo de julio, en que nuestra casa se vació de repente y nosotros éramos los únicos que quedamos allí y el fuego me quemaba las entrañas, pues «fuego» era la primera palabra y la más simple que me vino a la mente en aquel preciso momento en que intenté darle sentido a todo ello en mi diario. Esperé y esperé en mi habitación inmóvil sobre la cama, en un estado de trance, lleno de temores y expectativas. No era una llama de pasión, ni un fogonazo de rabia, sino algo paralizante, como el fuego de una bomba de racimo que absorbe todo el oxígeno a su alrededor y te deja jadeando porque parece que te han dado una patada en tus partes y una aspiradora te ha succionado cualquier materia viva de tu interior y te ha secado la boca y esperas que nadie hable pues tú no puedes y rezas para que no te pidan que te muevas porque tu corazón se ha atascado en un latir tan rápido, que antes escupiría trozos de cristal que dejar que alguien circule por sus estrechos pasillos. Fuego como el miedo, como el pánico, como un minuto más así y me muero si no llama a mi puerta.

· El desenlace: “Así, la tarde en la que por fin entró en mi cuarto sin llamar, como si hubiese respondido a mis oraciones y me pregunto por qué no estaba con el resto de la gente en la playa y todo lo que pude pensar en decir, aunque no tuve las agallas de verbalizarlo. Para estar contigo, Oliver. Con o sin bañador. Para estar junto a ti en mi cama. En tu cama, que es la mía durante el resto. Hazme lo que quieras. Arrástrame. Sólo pregúntame si quiero y verás lo que respondo, pero no me dejes decir no.

· El desvanecimiento: “Éste fue el sentimiento que aquella noche también traslade a mi diario: lo denominé «el desvanecimiento». ¿Por qué me había desfallecido? ¿Y era tan fácil que ocurriese, tan sólo debía tocarme en algún punto para que me volviera discapacitado y perdiese toda voluntad? ¿Era esto a lo que la gente se refería cuando afirmaban derretirse como la mantequilla?

· Ni contigo, ni sin ti: “¿Quería que actuase? ¿O preferiría una vida repleta de anhelo siempre y cuando ambos mantuviésemos activa esta partida de ping-pong: no saberlo, no saber que lo sabe, no saber que sabe que lo sabe? Tan sólo calla, no digas nada, y si no puedes decir «sí», tampoco digas «no», di «luego». ¿Es ésta la razón por la que la gente dice «quizá» cuando quieren decir «sí», con la esperanza de que creas que es un «no» mientras que lo que en realidad significa es «por favor, pregúntamelo una vez más, y después otra vez»?

· Ensimismamiento: “Recuerdo aquel verano, y no puedo creer que, a pesar de todos y cada uno de mis esfuerzos por vivir con «el fuego» y «el desvanecimiento», la vida aun me ofreció grandes momentos. Italia. Verano. El sonido de las cigarras a primera hora de la mañana. Mi habitación. Su habitación. El balcón que dejaba fuera el resto del mundo.

· Los sentidos despiertos: “sentido La suave y perfumada brisa que ascendía por las escaleras desde el jardín hasta nuestra habitación. El verano en que aprendí a amar la pesca. Porque él lo hacía. Adorar el correr. Porque él lo adoraba. Idolatrar a los pulpos, a Heráclito, a Tristán. El verano en que escuchaba a los pájaros cantar, olía las plantas y sentía la humedad trepar por los pies en los días calurosos y, debido a que mis sentidos estaban siempre alerta, los notaba automáticamente dirigiéndose hacia él.

· El deseo: “Al igual que tampoco le interesó o se percató de las múltiples ocasiones en que mis ojos deambularon por su bañador en un intento por vislumbrar el contorno de la marca que nos convierte en hermanos hebreos en el desierto.

· Detener el tiempo: “Para mí aquellas tardes que pasábamos alrededor de la mesa de madera del jardín con el enorme parasol sombreando de forma imperfecta mis papeles, con el repiqueteo de los hielos en la limonada, el sonido no muy lejano de las olas besando las enormes rocas y de fondo, proveniente de alguna de las casas vecinas, una emisora de grandes éxitos repetidos una y otra vez de forma entrecortada y velada, todas estas cosas quedaron enmarcadas para siempre en aquellas mañanas en las que lo único que deseaba era que el tiempo se detuviese. Que el verano no terminase jamás, que él nunca se alejase, que la música repetida una y otra vez siguiese para siempre, pido muy poca cosa y juro que no exigiré nada más en la vida... Elevar la vista y encontrarte allí, Oliver. Muy pronto llegará el día en que mire y ya no estés más en tu lugar.

· Luego: “¡Luego! dejaba siempre un regusto áspero en lo que hasta entonces había sido un momento cálido e íntimo. ¡Luego! no cerraba las cosas de forma suave, ni daba pie a que se fuesen muriendo poco a poco. Procuraba un severo portazo. Pero ¡Luego! era también una forma de evitar decir adiós y facilitar todos los adioses. Se dice ¡Luego! sin dar a entender que es una despedida sino para decir que en breve estarás de vuelta.

· La incertidumbre: “Ignorar si se iba a personar en la cena era una tortura. Pero era soportable. El auténtico trauma consistía en no atreverme a preguntar si asistiría. Que se me saliese el corazón del pecho si por fin oía su voz o le veía sentado en su sitio cuando ya casi había perdido la esperanza de que aquella noche se encontrase entre nosotros, mostrándose de repente como una flor envenenada. Verle y creer que se iba a unir a nosotros para cenar y luego escuchar un Ecco tajante me enseñó que hay ciertos deseos que deben ser sujetados con alfileres como las alas de una radiante mariposa.

· La comprensión del padre: “Siempre puedes hablar conmigo. Yo también tuve tu edad, solía decir mi padre. Las cosas que sientes y crees que solamente las sientes tú, créeme, yo las he vivido y sufrido también y en más de una ocasión. Algunas aún no las he superado y otras las sigo ignorando como lo puedes hacer tú hoy y aun así conozco casi cada recodo, cada guarida, cada estancia del corazón humano.

· La agonía: “El vuelco que me daba el corazón cuando le veía de forma inesperada me horrorizaba y me excitaba a la vez. Tenía miedo cuando aparecía, miedo cuando no lo hacía, miedo cuando me miraba y más miedo aún cuando no lo hacía. Al final, la agonía me agotaba y durante las tórridas tardes simplemente me rendía y me echaba a dormir en el sofá del salón ... El miedo nunca se disipaba. Me despertaba con él y observaba cómo se tornaba en alegría cuando le oía ducharse por la mañana y sabía que desayunaría con nosotros, pero se truncaba cuando en lugar de tomar café, atravesaba rápido la casa y se ponía de inmediato a trabajar en el jardín. A mediodía, la agonía de la espera por oír si se dirigía a mí era más de lo que podía soportar.

· La posesión: “Jamás en mi vida había fisgoneado entre las pertenencias personales de nadie. Me acerqué el bañador al rostro, luego restregué la cara por su interior, como si estuviese intentando acurrucarme dentro y esconderme detrás de sus pliegues. Así que éste es el aroma que tiene cuando no va embadurnado de crema solar, así es como huele, así es como huele, me repetía una y otra vez mientras buscaba dentro del bañador algo aún más íntimo que su olor, para luego comenzar a besar cada recoveco, casi deseando encontrarme un pelo, algo, para chuparlo y poner la prenda entera en mi boca. Si pudiese robarlo, guardármelo para siempre, no dejar que Mafalda lo lavase nunca, volver a él durante los meses de invierno en casa y al olisquearlo hacer que él cobrase vida, desnudo a mi lado en aquel precioso instante.

Capítulo 2: El muro de Monet.

· La fusión: “ ¿Deseaba ser como él? ¿Anhelaba ser él? ¿O solamente quería tenerle? O tal vez los verbos «ser» y «tener» son totalmente inadecuados para esta rebuscada trama del deseo, en la que poseer el cuerpo de alguien para poder tocarlo y ser ese alguien al que ansiamos manosear son lo mismo, sencillamente son las dos orillas de un no que fluye de nosotros a ellos y de vuelta a nosotros

· Mostrándose: “Nunca se me ocurrió pensar que no sólo le había llevado allí para enseñarle mi pequeño mundo, sino para pedirle a mi pequeño mundo que le dejase entrar, para que así, el lugar en el que venía a estar solo durante las tardes de verano tuviese la oportunidad de conocerle, juzgarle, ver si me convenía, arroparle para que yo pudiera volver aquí y recordarle.  

· Reconociendo su llegada:  “Me esforcé por percibir sus pasos, desde el sonido de la suela sobre la gravilla hasta el enmudecido batir de sus alpargatas mientras subía por las escaleras que daban a nuestro balcón. Pero no entró nadie en casa.

· Su otro yo: “Marzia y yo habíamos hecho el amor en un lugar apartado de la playa, un lugar apodado El Acuario, en el que se aglutinaban de forma irremediable todos los condones de la noche

· La fusión: «Llámame por tu nombre y yo te llamaré a ti por el mío»

· La pulsión: “Me levanté y agarré uno de los melocotones, le hice un hueco a la mitad con ayuda de los pulgares, dejé el hueso sobre la mesita y con delicadeza acerqué el melocotón velloso y colorado a mi ingle para después comenzar a oprimirlo contra ella hasta que la fruta partida se deslizó por mi verga"

Capítulo 3: El síndrome de San Clemente

· La magia: “Encontraremos a Cupido en todos los lugares de Roma pues cortamos una de sus alas para forzarle a volar en círculos.

· La libertad: “Ibamos a estar juntos y solos durante tres días, no conocíamos a nadie en la ciudad, yo podía ser cualquiera, decir lo que quisiese, hacer lo que me apeteciese

· El aprendizaje de la vida: “¿Por qué me iba a ir a Estados Unidos dentro de un año si podía pasar los cuatro años enteros asistiendo a lecturas como ésta y sentándome y charlando como estaban haciendo ahora todos? Había mucho más que aprender en aquella pequeña librería atestada que en cualquiera de las grandiosas instituciones al otro lado del charco

· El tiempo se acaba: “Roma era la última fiesta antes de que el colegio y el viaje nos separaran, sólo una manera de procrastinar y alargar la marcha más allá de la hora del cierre. Tal vez, sin pensarlo, nos habíamos cogido más que unas simples minivacaciones; estábamos fugándonos juntos, pero con un billete de vuelta a dos destinos distintos.

· Un mismo idioma: “me gustase o no, en lo que se refiere a los sentidos, todos los humanos hablan el mismo idioma animal.

· Heráclito: “Como el subconsciente, como el amor, o la memoria o el propio tiempo, como cada uno de nosotros, la basílica está creada a partir de las ruinas de las sucesivas restauraciones, no hay ninguna piedra base, no hay ni primero, ni último, sólo capas y pasadizos secretos y cámaras que se conectan, como en las catacumbas cristianas y en algún lugar también las catacumbas judías… Cómo avanzamos en el tiempo, cómo el tiempo avanza sobre nosotros, cómo cambiamos y cambiamos y volvemos a lo mismo. Puede que incluso se envejeciese y sólo se aprendiese esto. Nada más.

Capítulo 4: Lugares fantasmas:

· La anticipación: “Como los soldados entrenados para luchar de noche, vivía en la oscuridad con el fin de no quedarme ciego cuando anocheciese. Piensa en el dolor antes del dolor.  

· La pérdida: “Lo perdiste, como siempre supiste que iba a ocurrir, incluso estabas preparado para ello; pero no puedes soportar vivir con ese quebranto.

· El duelo: “Aquella tarde me quedé mirando al mar y por un instante se me olvidó que él ya no estaba allí, que no tenía sentido darse la vuelta y mirar al balcón, donde su imagen no se había desvanecido del todo.

· El acompañamiento del padre: “Tuvisteis una amistad preciosa. Quizá algo más que una simple amistad. Y te envidio. En mi situación, la mayoría de los padres tendrían la esperanza de que todo se disipase o rezarían para que su hijo pusiese los pies en la tierra cuanto antes. Pero yo no soy uno de esos padres. En tu situación, si hay sufrimiento, domínalo, y si queda alguna llama, no la apagues, no seas cruel. La ausencia puede ser algo terrible si nos mantiene despiertos toda la noche y ver cómo alguien nos olvida antes de lo que hubiésemos deseado no ayuda. Nos desprendemos de tantas cosas propias para poder curarnos lo más rápido posible que a la edad de treinta ya estamos en bancarrota y cada vez tenemos menos que ofrecer cuando empezamos una nueva relación con alguien. Sin embargo, no sentir nada por miedo a sentir algo es un desperdicio… La forma de vivir tu vida es cosa tuya. Pero recuerda, nuestros corazones y nuestros cuerpos sólo nos los entregan una vez. La mayoría no podemos evitar vivir como si tuviésemos dos vidas, una es la maqueta a escala y la otra es la versión final y luego están todas las adaptaciones intermedias. Pero sólo hay una, y antes de que te des cuenta, tienes el corazón gastado y en lo que respecta a tu cuerpo, hay un punto en el que nadie se fija en él, y mucho menos quiere acercarse a él. Ahora sientes pena. No envidio ese dolor. Pero sí envidio que puedas sentirlo ahora. Respiró hondo

· La sustitución: “Oliver, quien durante tanto tiempo parecía haber sido la piedra angular de mi vida, poco a poco fue obteniendo sucesores que o bien le eclipsaban o le reducían a una simple referencia a pie de página, a una mísera bifurcación en el camino, al diminuto e inhóspito.

· Parte del puzzle: “No podrán deshacerlo, ni desescribirlo, ni desvivirlo o volver a vivir, simplemente está ahí incrustado, como la imagen estática de las luciérnagas sobre un campo estival al atardecer que parecen decir una y otra vez Podía haber sido así. Pero volver atrás es falso. Pasar página es falso. Mirar hacia otro lado es falso. Intentar reparar todo lo que es falso resulta ser igualmente falso.

· El amor siempre es envidiado: “—Dios, cómo nos envidiaban desde el otro lado de la mesa durante la cena de la primera noche en Roma —dijo—. Nos miraban el joven, el viejo, el hombre, la mujer, todos y cada uno de los que estaban a la mesa nos observaban boquiabiertos porque éramos muy felices.

· La permanencia: “Se me ocurrió preguntarle si había leído una novela de Thomas Hardy titulada La bien amada. No la había leído. Es sobre un hombre que se enamora de una mujer que, años después de abandonarle, muere. Él visita su casa y acaba conociendo a su hija, de la que se queda prendado, y tras perderla también, muchos años más tarde, se encuentra con su descendiente, de la que se encapricha. —¿Estas cosas se acaban muriendo por sí solas o algunas necesitan de varias generaciones y vidas para resolverse?

· Al otro lado: “Durante las semanas que habíamos estado juntos aquel verano, nuestras vidas casi no se habían tocado, pero habían cruzado a la otra orilla, donde el tiempo se detiene y el cielo llega a tocar el suelo y nos entrega un muestrario de lo que nos pertenecía de forma divina desde que nacimos. Y esto sólo se consigue una vez.

· En busca del tiempo perdido: “Sin embargo, había otra parte de mí que quería hacerle entender que no tenía sentido intentar recuperar el tiempo perdido pues habíamos viajado, habíamos experimentado demasiado sin el otro como para seguir teniendo muchas cosas en común. Quizá quería que sintiese la punzada de la pérdida y la congoja.

· Llámame por tu nombre: “Si te acuerdas de todo, quise decirle, y de verdad eres como yo, entonces antes de que te vayas mañana, o cuando estés a punto de cerrar la puerta del taxi, te hayas despedido de todos los demás y no quede nada que decir en esta vida, entonces y sólo entonces, vuélvete hacia mí, aunque sea en broma o como una última ocurrencia que hubiese significado todo para mí cuando estábamos juntos y, al igual que hiciste en aquel entonces, mírame a la cara, aguántame la mirada y llámame por tu nombre.