domingo, 19 de febrero de 2023

Estrategia férrea, Plasencia-Salamanca

 


De nuevo, un artículo para la provocación y el urgente debate sobre la necesaria construcción de la vía férrea Plasencia-Salamanca. Evidentemente me faltan argumentos técnicos, pero a mí y a la ciudadanía nos sobran argumentos sociales, económicos y de sostenibilidad para exigir a las administraciones públicas y gobiernos un paso adelante sin tibiezas. En un contexto de fondos europeos expansivos, dirigidos a un cambio de modelo productivo, la línea Plasencia-Salamanca es una opción estratégica.

El cierre del Ruta de Plata hace treinta y siete años fue un error para Extremadura y el oeste peninsular. Podemos repetirlo si no se incluye en la Red Básica Europea una nueva plataforma ferroviaria Plasencia-Salamanca con un coste de novecientos millones de euros, con aportación financiera si se incluye en esta red. Si permanecemos en la Red Global nos iríamos al 2050 para su posible realización. ¡Todos calvos! La voluntad política del gobierno español, la insistencia del gobierno extremeño y la necesaria persistencia del empresariado, cámaras de comercio y ciudadanía del Corredor Oeste es vital. La mejor política contra la despoblación de la España vaciada es ocupar un espacio sustantivo dentro del Corredor Atlántico.

Para este objetivo, se necesita eliminar el cuello de botella de Madrid. Extremadura no debe  caer en el error de esperar a la conclusión de la Alta Velocidad, Lisboa-Madrid y conexión a Puertollano. Su conclusión aproximada en 2030 deberá de haber contemplado la anticipación de Plasencia-Salamanca para que al menos en el marco presupuestario europeo 2027-2033, tenga operatividad financiera.

La U.E. pretende una Red Básica para todos los países, asegurando autosuficiencia y competitividad para eliminar las tensiones que vivimos procedentes de Asía y EE.UU.  Un corredor que sería central en el transporte gasificado desde Huelva y Sines al centro de Europa y que como producto peligroso no puede pasar por la capital de España. El Comisionado del Corredor Atlántico proyecta la creación de un millón de empleos, implementando el PIB de los países en un 2%.

La normalización del transporte en un Corredor del Oeste que contemplara la apertura de Plasencia-Salamanca, implicaría comboyes de 750 metros, capaz de transportar más de 150 camiones, repercutiendo en un menor costes de mantenimiento de carreteras, utilizando la electricidad que generamos, logrando descarbonizar más de cinco millones de toneladas. Solo son 120 kilómetros y las dificultades técnicas son escasas; tan solo en la zona de Sierra de Bejar, porque de Plasencia a Hervás y de Bejar a Salamanca son zonas llanas.  Según Germán Barrios, asesor de la Red Transnacional Atlántica, sería necesario un túnel en Peñacaballera y ocho viaductos, de los cuales el salto del río Jerte es el más largo, mientras que el resto serían de menos de cien metros. La Vía Verde es compatible con esta nueva plataforma y no puede convertirse en un argumento en su contra. Cualquier justificación para su retraso aumentará el desequilibrio Oeste-Este. El Corredor Mediterraneo lleva la delantera y puede incidir en consolidar una España disfuncional con un oeste parapléjico por falta de infraestructuras.

No hay excusas para no hacer una apuesta decidida por la reapertura de este trayecto, generando en el oeste ibérico una implementación de industria y transporte de mercancías desde Algeciras, con doce mil contenedores diarios hasta los Países Bálticos, añadiendo el transporte procedente de Sines, con datos equiparables.

Madrid no puede seguir siendo un cuello de botella para conectar terminales ferroviarias con puertos. Tampoco puede seguir condicionando el crecimiento del oeste peninsular, máxime cuando hay una apuesta europea por la transición digital, la conectividad, la descarbornización, reduciendo costes logísticos hasta en un 20% y vertebrando territorios, hasta ahora, olvidados. Por Madrid circulan 1385 cercanías al día, con una movilidad diaria de  un millón de personas, priorizando, lógicamente, el transporte de viajeros. Los 120 kilómetros de los que hablamos, significarían el bya pass por Madrid, que racionalizaría el transporte de mercancías norte-sur, mejorando la vertebración de nuestro territorio, impulsando un ecosistema industrial e implementando su cadena de valor. Una urgente palanca económica para el oeste peninsular. ¡Hay que definirse, sin tibiezas!