No hubo "pucherazo" en Extremadura. La convocante de las elecciones anticipadas ya ha mostrado en varias ocasiones su falta de escrúpulos democráticos. La presidencia de Extremadura bien vale una sobreactuación que ha dejado en evidencia sus entretelas éticas. Tanto esconder a Feijóo durante la campaña para terminar acudiendo a su deplorable treta, aprendida en Correos. Y al final, Extremadura ha pasado de ser un laboratorio de Feijóo para comenzar a serlo de Abascal.
Si Monago ha pasado a la historia por gobernar en Extremadura gracias a una IU desnortada, Guardiola ha gobernado durante dos años y medio gracias a otra circunstancia azarosa, siendo la segunda fuerza más votada. Los resultados del pasado 21-D le harán ser recordada como aquella presidenta que trabajo para el enemigo, jugando al escondite. Todo ello, para volver a un punto de partida donde sin duda se dejará más pelos en la gatera, desvalorizando su pose "moderna" pretendida, influjo de un desaparecido Monago, con resabios de Iván Redondo.
Feijóo, ese oficinista gris con manguitos en los antebrazos para proteger su silla de eterno aspirante a la Moncloa, ha vuelto a la precipitación. El encadenamiento de elecciones autonómicas soñadas en mayorías absolutas, augura una variable que de tanto alentarla se convierte en realidad: ratón vota gato, incompresiblemente. Hartos de estar hartos. Y esa hartura la va a gestionar VOX a fuego lento, que como fuego de racimo se va a ir extendiendo, liberando bombas con efecto retardado, con daños indiscriminados y explosiones residuales. Próxima parada: Aragón.
Las razones para los resultados extremeños en la izquierda estaban cantados, pero en el bloque de derechas, ojipláticos se mostraron con la cantidad de ratones que votaron a los gatos. Cansancio de bipartidismo; candidatos inadecuados; programas electorales insulsos; gestión política ineficaz y mensajes muy alejados de los problemas estructurales de Extremadura que terminan generando cabreo. Voto militante, abstenciones colectivas de castigo, voto de aviso, pero sobre todo la indiferencia de una abstención que dejó de creer hace tiempo en la política autonómica.
La candidatura de M.A. Gallardo era propicia para la abstención en feudos socialistas, aunque su imputación es una obra más de diseño PP, como lo ha sido contra el Fiscal General o la esposa de Pedro Sánchez. La subida de Unidas por Extremadura, con una lideresa amueblada, el mensaje de unidad y un trabajo alejado de las alfombras se me hace corto; explicado, tal vez, por ser asimilada con Podemos. Que no se confunda Belarra.
La lectura de "Juego del estatus" de Will Storr, explica que el estatus individual es el motor invisible de la conducta humana. Entre dominante y dominado se puede ganar por poder o miedo. Si los ratones no tienen poder, pueden utilizar el miedo. En el caso de VOX, a pesar de que su candidato no era conocido, a pesar de recordarnos a un militante de Fuerza Nueva de los años setenta, puede que por la falta de gestión, por no haberse quemado con el gobierno, con mensajes líquidos que caben en un twuit -"vamos a cambiarlo todo"-, por hablar de patria con pan, tal vez embolsaran un techo de votos difícil de mantener en el tiempo con tan solo jaculatorias climáticas, en una tierra incendiada que se quema o jaculatorias contra la inmigración, en la única comunidad que pierde población en el año 2024 -haremos expulsiones masivas"-, es tentar en exceso al rigor y la razón.
Visto el panorama, a Guardiola le toca pasar por el aro, realizar declaraciones que suenen a trola farisaica, entregar la presidencia de la asamblea, jugar al reparto de consejerías sin conocer la intención final de la ultraderecha en participar en el gobierno, para dejarles, tal vez, colgados de una escalera en el aire -vamos a hacer valer en la negociación cada uno de nuestros votos-, mientras se acercan las próximas elecciones en Aragón. El espectáculo está garantizado. Ratón puede comer gato.
Y en esto, llegó Ibarra y mandó abtenerse. Ya sabemos que algunos "popes" de la patria no se han enterado que el bipartidismo ha muerto. Salvemos el error sustantivo de Guardiola, obviando que el "pueblo ha salvado al pueblo", votando los ratones a los gatos con un sesenta por ciento. El PSOE puede morir a jarronazos chinos de los que han perdido hace mucho tiempo el pulso de la calle, tal vez por seguir manteniendo privilegios. Toca oposición, remando a brazo partido, aunque la nostalgia de las mullidas alfombras sea un handicap para gatos apoltronados mientras crecen las ratoneras.
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