viernes, 4 de diciembre de 2020

Monfragüe es mi Prozac


Me levanto temprano y el día está gris, como tantos días grises de esta maldita pandemia. Rompo un circular pensamiento negativo de ver pasar el día desde la ventana viniendo a mi memoria el icónico "Salto del Gitano". Hoy, seguro que los buitres leonados , giran y giran, vienen y van en torno a él. Cargo con mi cámara fotográfica y tomo dirección al Monfragüe -monte denso- de encinas, alcornoque y quejíos. Al monte fragoso de la jara, del enebro y el aliso. Más de dieciocho mil hectáreas me están esperando. 

A pocos kilómetros de Plasencia ya tengo los primeros impulsos para parar y hacer una fotografía. Ahí, hay una preciosa instantánea, me digo, pero prosigo el viaje. Esa foto siempre estará allí y prosigo el viaje. Hace uno de esos días donde la luz cambia constantemente. Comienzan a abrazarme encinas a ambos lados de la carretera, entre la bruma que avanza que va a levantar el día. El suelo es un tapiz verde y la dehesa amplia es mi paraíso. Una piara de cerdos de bellota, un rebaño de ovejas, y cientos de vacas extremeñas; retintas, avileñas, blancas cacereñas, moruchas y charolesas. ¡Qué espectáculo gratuito y qué fortuna la mía!.

Alcanzo el cruce del Salto de Torrejón y ese trayecto lo dejo para otro día, aunque detengo el coche en los primeros miradores donde observo que tiene que llover, por la escasa agua que lleva el río. Villareal de San Carlos, lo dejo para la vuelta.

Aminoro la velocidad del coche; por la hora, es fácil ver ciervos cruzar la carretera en búsqueda de los muladares o comederos. Paso primero el Tajo y me encuentro con la fuentes del francés y el Puente del Cardenal, que con la llegada de las aguas queda sumergido. Estoy solo; cosas de la naturaleza o de la diseñada España vaciada. Comienza el festival de fotos. Ya estoy cerca del Salto del Gitano y antes de llegar a él, ya es oficial el abanico de emociones que me suscitan los alimoches, águilas negras, buitres leonados y el omnipotente águila imperial. 

Dicen que el Prozac es la píldora de la felicidad y yo creo, que en la soledad de estos riscos, a veinte minutos de Plasencia, yo debo haberme tomado un bote. Y como tengo memoria y agradecimiento, me acuerdo de Jesús Garzón y de ADENEX, porque Monfragúe fue el primer espacio extremeño protegido y hoy Reserva de la Biosfera. Eternamente, gracias, por haber luchado por este Parque en los setenta. Yo estuve allí, luchando contra los eucaliptos del IRYDA. Vuelvo a Plasencia, con una descarga de opiáceos en todo el entramado de mi cerebro y de mi corazón. Algunas batallas, las hemos ganado.