miércoles, 24 de agosto de 2022

Plasencia se alquila



Cuando una entidad pública como un ayuntamiento se orienta al alquiler, hay un síntoma grave de descomposición de la cuestión municipal y de lo colectivo. Coincidiremos que un ayuntamiento no puede terminar siendo una inmobiliaria porque ello sería sinónimo de desnorte en los objetivo de una res pública. Aunque también puede ser que sea un objetivo político; el de degradar cualquier espacio público, previamente, para justificar su arriendo o privatización. 

De momento, Fernando Pizarro ha conseguido dividir a la ciudad, a favor y en contra, ante su intento de privatizar la Casa del Deán; primero intentando ceder este patrimonio municipal a una universidad privada y ahora haciendo una cesión a un hotel en condiciones más que cuestionables, como lo fueron las aplicadas al alquiler de otro enclave municipal como el Hospital de San Roque a un Burger King. 

Es más que necesario, recordar al Sr. Alcalde que él es un huésped del Ayuntamiento de Plasencia y no su dueño eterno. Lo digo porque ceder esos espacios por multitud de años es condenar de por vida a la ciudadanía a su no uso y disfrute. Y no me sirve el argumento de deterioro de ese patrimonio, porque es misión del ayuntamiento de mantenerlo para dotarlo de contenido público. ¿O no se solicitaron fondos europeos para recuperar una edificación militar para una residencia de mayores?

Alternativas hay muchas, pero claro, es cuestión de prioridades, siendo necesaria tener la intención y luego procurarse alianzas administrativas para conseguir que estos escenarios emblemáticos sirvan al bien común, a la recuperación de una zona intramuros avejentada y no al servicio de una cadena hotelera. Tan difícil no es imaginar para la Casa del Deán, un espacio referencial de concentración de servicios centrales y autonómicos para los doscientos mil habitantes del Norte Extremeño. Sin duda, esta simple idea podría multiplicar la rentabilidad social y económica de una ciudad sometida a un “lobby feroz” que no ve más allá de la ocupación con terrazas del suelo público. Pero es más fácil ser una inmobiliaria.

Un ejemplo clarificador es la proyectada Residencia de Mayores del Parque de la Coronación; financiada por fondos europeos, que en un primer momento se vende, electoralmente, como proyecto municipal. Todos entendimos que tendría una gestión municipalizada, siendo una necesidad local que sumaba esfuerzos a la red de residencias de la administración autonómica. Pues bien, en la actualidad no solo está comprometida su finalización en los tiempos de ejecución previstos, sino que se traslada la responsabilidad de su mantenimiento al SEPAD o se amenaza con su privatización, porque siempre habrá un fondo buitre para una lucrativa gestión. Así, con fondos públicos y con el trabajo del ayuntamiento, reconstruimos un edificio para entregarlo a terceros. Y claro, esas manos privadas tienen por objetivo obtener beneficios. Aquí tenemos, otro ejemplo, de cómo el esfuerzo público no sirve para municipalizar este servicio, sino para favorecer a intereses alejados de lo comunal. El final de esta residencia no es como lo pinta un publireportaje idílico que ya hemos podido visualizar en la televisión del Sr. Alcalde financiada por todos los placentinos.  

Plasencia se alquila, porque ese es el modelo cortoplacista de Fernando Pizarro y porque es el fracaso explícito, tras doce años de gobierno, de incapacidad para acometer proyectos públicos e inversiones que dinamicen nuestra ciudad y la diversifiquen desde un punto de vista productivo. 

Y hablando de deterioros públicos, otro día podemos hablar de la piscina, de los acerados, de los autobuses urbanos o de servicios públicos como la atención a los cuidados de mayores, que este año se ha visto interrumpido durante dos meses. Lo dicho, Plasencia se alquila y se malvende. Salvar los muebles alquilando nuestro patrimonio no es una salida de futuro. 

       

martes, 2 de agosto de 2022

El enchufe de Guardiola




Otra proyección pública de María Guardiola como la del enchufe en el tren y termina siendo más conocida que Isabel Ayuso. Porque de eso se tratará; lo contrario la dejaría en un muy mal lugar. Solo que Extremadura no es Madrid. En nuestra región la clase media no llega a los cien mil euros ni de lejos, no hay dumping fiscal, tenemos cuotas importantes de pobres de solemnidad, aunque la libertad la disfrutamos a raudales. Somos los dueños de las terrazas; sirviendo cañas por todo el país, porque mucha de nuestra gente no para de ir y venir buscándose la vida.

Así que el rollo ese de la libertad en Extremadura no cuela porque vamos sobrados y lo que nos falta es todo lo que nos ha robado la historia. Bueno y los caciques, los rentistas y políticos que llegaron y llegan a la política para irse de retiro a Madrid o ser los capataces de los que todo lo recibieron por la vía de la herencia y no del esfuerzo. Así que comience a hacer política y deje de darse a conocer con memeces que duelen. Que a estas alturas, Vd. no sepa donde está el enchufe, habiendo tenido tan cerca al ínclito Monago…

Digo yo que algo tendrá que ver su partido en ese circo ferroviario en el que se ha querido convertir la puesta en marcha de la línea de alta velocidad Badajoz-Plasencia. Me ha dado la sensación de que el Partido Popular no ha tenido nada que ver en el resultado final de la apuesta por un tren digno en Extremadura. Lo digo porque su partido ha tenido responsabilidades municipales, autonómicas y estatal desde el año dos mil.

Le recuerdo sus acciones por omisión con el Gobierno de Monago. También con el Gobierno de Rajoy o nadie le ha informado que el trayecto Oropesa-Madrid, sufrirá un retraso considerable por la desidia de su partido al dejarse pasar el informe de impacto ambiental; que si no fue por desidia lo fue con mala intención. Por no hablar de la risa que ha producido que su partido en el gobierno decidiera cambiar una estación en línea en Plasencia por una estación sin tren.

Claro, la Sra. Guardiola nada tiene que ver con el partido de Aznar, de Rajoy o el de Casado que proponía tan solo las paradas de Mérida y Badajoz en toda Extremadura. Así que elija otro patrón de presentación, de alternativas, de propuestas que no sea un numerito circense y háblenos para conocerla de qué cosas propone para Extremadura.

Y no se vaya por las ramas. Se me ocurre que a los más de doscientos treinta mil pensionistas les gustaría saber si su partido está porque las pensiones no crezcan igual que el IPC, siendo las más bajas de todo el país, y volver a aquel factor de sostenibilidad de Rajoy del 0,25%. Seguro que más de cien mil trabajadores y trabajadoras extremeños afectados por el SMI les encantaría saber si en la próxima subida salarial, su partido, el de Feijóo, se opondrá de nuevo, argumentando que la destrucción de empleo está asegurada. Y por no hacer muy extenso este encadenamiento de preguntas, seguro que les gustaría saber a las ochenta mil personas desempleadas en la región si con un gobierno de Feijóo se reducirían en cantidad y cualidad las prestaciones por desempleo, como lo hizo el Gobierno de Rajoy, cuando los desempleados en nuestra región superaban los ciento cuarenta mil personas con gobierno de Monago. Por no hablar de cómo defendería los servicios públicos o los programas sociales diciendo que hay que bajar impuestos.

La política no debe ser la sucesión de chascarrillos y ocurrencias, inaugurada en Extremadura con su amigo, el Sr. Monago. Afortunadamente, los tiempos de Iván Redondo pasaron, aunque es cierto que a él nunca se le hubiese ocurrido darse a conocer con el enchufe del tren, porque todo el mundo hubiese asociado esa palabra, tan usual en los suyos, con su enchufe a Monago.