miércoles, 26 de agosto de 2020

Plasencia en vía muerta (y III)




Decía el empresario Jim Rohn que "el factor clave que determinará tu futuro financiero no es la economía, sino tu filosofía". Y puede que Plasencia haya errado en la suya, independientemente de imponderables que han multiplicado los efectos de parálisis más que evidentes desde hace años.

Al escribir los tres artículos con el título: "Plasencia en vía muerta", pretendo reflexionar sobre errores colectivos que, por desgracia, siguen manifestándose en bucle y tratar de elaborar un relato, que rompa con simplificaciones victimistas, que expliquen otras aristas de la realidad.

Propiciar un debate racional sobre Plasencia, en el marco de las ideas y de sus cuentas, más que necesario es obligado para todos aquellos que la queremos. Los datos presentados en los referidos artículos, lejos de confirmar silencios para nuestra ciudad, vienen a situar parámetros que deben hacernos reflexionar como placentinos y extremeños en nuestra respuesta de futuro. Es cierto, que la crisis económica de 2008 supuso el comienzo de una caída de recursos económicos para Plasencia, también para el resto de Extremadura, que para nada tiene que ver con afrentas intraterritoriales.

El peso específico de las empresas extremeñas mantenían en 2019 (62% Ba; 38% CC.), prácticamente la misma distribución provincial de empresas que hubo en 2012 (61% Ba; 39% CC.). Sectorialmente, el peso de las empresas entre los años estudiados se distribuyen en una horquilla para la provincia de Cáceres entre el 36% y 40%, salvo en el caso de la construcción con unos dígitos que se han mantenido en torno al 44%. Estos datos han sido equiparables a una distribución poblacional que no solemos tener en cuenta a la hora de realizar valoraciones de distribución entre las dos provincias: Un 63,1% de la población extremeña vive en Badajoz y un 36,9% en Cáceres.

En todas las áreas estudiadas y en todos los territorios señalados (Plasencia en vía muerta.2) se muestran resultados asimétricos; es decir, sectores que caen en un territorio se compensan con alzas en otros sectores. En Plasencia, desafortunadamente,no.Todos los datos nos llevan a expresar las peores recuperaciones en el número de empresas registradas en el periodo estudiado.

El mito diferenciador entre Badajoz y Cáceres tampoco explica la caída de Plasencia. Dentro de la misma provincia, tanto a nivel provincial como en relación a Cáceres ciudad, se puede identificar que en sectores como la industria, servicios financieros-seguros, el comercio, hostelería y transporte, el sector inmobiliario o profesionales-técnicos la recuperación ha sido inferior, incluida la construcción. Tan solo en Servicios Educativos y Sanitarios mantenemos dígitos en positivo o en el de Servicios Personales. Sectores, por otro lado, sostenidos con fondos de la comunidad autónoma y por tanto, descidiendo la mítica afrenta a Plasencia.

En definitiva, al evaluar datos tangibles durante la última década, comparando los de Plasencia con otras ciudades extremeñas, se observa una paulatina degradación en sus indicadores de población, empleo y creación de empresas que vienen a reflejar un déficit de músculo y pulso político, social y económico, que responden, desde mi punto de vista, a una trayectoria fallida. Por si fuera poco, tenemos un ayuntamiento lastrado por un endeudamiento que ha crecido desde 2012 en un 46,7% y en el que cada placentino aumenta su deuda en un 52%. Sin tener en cuenta deuda con el SEPEI y últimos reveses en sentencias. Con amarga ironía podemos decir que al menos no tendremos ningún conflicto con el estado sobre los remanentes del mismo.

¿Qué cómo hemos llegado hasta aquí? El resultado de las primeras elecciones municipales de la democracia en nuestra ciudad, creo que marcó un carácter secuencial de lo que sería una tendencia en el imaginario colectivo: Plasencia es olvidada. El alcalde Mariño Roco, durante la década 1979-1989 gestionó el ayuntamiento sobre una filosofía, "por la libertad de Plasencia", recogiendo un cierto ardor cantonalista de los placentinos con una significada inclinación a la confrontación con lo que era la incipiente autonomía extremeña. Luego, hubo un impás con el alcalde socialista, Cándido Cabrera, al que quizás le faltó tiempo para reorientar, inclusivamente, el discurso de Plasencia en una Extremadura hacia una identidad colectiva. La Junta de Extremadura no estuvo acertada y tampoco supo canalizar ese emocional descontento. Con el alcalde José Luis Díaz se volvió a la inercia y más tarde con la alcaldesa socialista Elia Blanco; posiblemente el tiempo más ilusionante y fructuoso. Con ella, pasó lo que pasó. Cuando las urnas no dan los resultados apetecidos, el Partido Popular ha utilizado la judicialización de la vida política de manera gratuita. Se instaló una estrategia que nada tenía que ver con la política, implementando un tiempo de desconfianza y vileza del que con certeza no nos hemos recuperado y que llevaron a una toma de decisiones equivocadas; dramáticas para la exalcaldesa y ruinosas para la ciudad. 

El actual alcalde, Fernando Pizarro, no ha perseverado en propiciar  puentes entre las distintas administraciones, evidenciándose desencuentros, durante la pandemia, cuando era un tiempo para la colaboración. Sin duda, me quedo, con el liderazgo que ejerció con acierto en la resolución del conflicto de la Asociación "Sierras del Norte” -Plasencia y Comarcas-, que debió seguir ejerciendo para aunar esfuerzos en torno a esta idea fuerza de desarrollo compartido. Pero puede que las cartas viniesen marcadas por una nueva correlación de fuerzas en el espacio autonómico, pintando bastos con Monago, radicalizando una apuesta de confrontación para su consolidación como presidente de Extremadura.

Sí, deseando no minusvalorar la acción política de nuestros representantes municipales, no es tiempo de la política frentista, la de los movimientos en corto para evidenciar los déficits del contrario. El tiempo de los fuegos de artificio y del marketing está superado para todos. Es verdad que el posicionamiento de distintas fuerzas políticas no ayudan responsablemente a enfrentar una crisis como la pandemia que pasa por el reconocimiento a un gobierno legítimo, pero urge en Plasencia, junto a las comarcas de su periferia, una actitud de liderazgo compartido y colaboración respecto a la gestión y diseño de los fondos europeos de reactivación económica que llegarán a nuestra autonomía y centrar, finalmente, la concepción de una Plasencia para el siglo XXI. Un cambio radical de filosofía.

      


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