jueves, 3 de mayo de 2018

¿Hacemos otros sindicatos?


"Los sindicatos están vendidos". "No son los sindicatos de antes". "Los liberados no quieren trabajar y están todo el día en los despachos y cuando salen es para irse de mariscadas". "Además, el gobierno les nutre de subvenciones para que estén callados".  "Es ponerles una reforma laboral y la firman de inmediato", "la gente se desafilia" ... Os invito a seguir añadiendo indicadores a este argumentario simplista. Estoy seguro que falta el de "yo conozco a un sindicalista que utiliza las horas sindicales..."  

Para no hacernos trampas en el solitario, hay una evidencia de partida a tener en cuenta y es que la representación que obtienen los sindicatos de clase, CCOO y UGT es superior al 70% del total. Este dato, se da tras atravesar los peores años de crisis, cayendo chuzos, con cientos de empresas en conflicto y en un proceso de criminalización de estos sindicatos de forma intencionada.

Ante tal cúmulo de críticas a los sindicatos mayoritarios y de clase, no entiendo cómo no se han producido alternativa a los mismos. Bueno, la verdad es que se ha intentado al menos, otra cosa es que lo hayan logrado. No habrá sido por un déficit en la cobertura mediática diseñada para potenciar su fragmentación. 

La Reforma Laboral del PP ha sido una gran oportunidad para los sindicatos corporativistas pero ni por esas. También ha habido intentos por parte de la izquierda despistada, pero lo que empezó siendo la amenaza de un tsunami sindical ha finalizado en anécdota de amiguetes, de la que mejor no hablar para no sacar las vergüenzas a algunos de los que dicen ser de los "nuestros". 

Hacer sindicato en esto tiempos de cólera, da mucho cansancio y es más que difícil; combatir el miedo, hacer extensión sobre las empresas que nunca han sido visitadas, aproximarse a su realidad puntual, elecciones sindicales, reuniones intempestivas, retratarse con propuestas de empoderamiento laboral, negociar convenios, vigilar la formación y la salud laboral, reclamar, demandar, hacer huelga cuando no hay negociación... 

Por resumir, para todos los hipercríticos sindicales, solo hay dos opciones: formar parte de las organizaciones para cambiarlas si no nos gustan, o montar legítimamente otras opciones. Yo me mojo y desde siempre he tenido claro que hay que estar dentro. A pesar de no estar de acuerdo con decisiones coyunturales o de calado pero que son mayoritarias. Y conste que entiendo, pero no comprendo, a los que se quedan, exclusivamente, en la queja existencial auto exculpatoria, porque será presentada como ética pero es cómoda y estéril. 

Seguro que las organizaciones sindicales de clase han cometido errores y seguro que los seguirán cometiendo, pero para desactivarlos lo que habrá que reforzar son procedimientos correctores para preservar, por encima de personalismos o las denominadas "cúpulas", el instrumento sindical. 

Pero, evitemos en la izquierda convertirnos en "voceros" de la derecha. Sobre todo, desde la izquierda no hagamos bueno aquello que le dijeron a Semprún en una reunión del Partido Comunista: "Camarada, te voy a hacer una autocrítica"



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