miércoles, 22 de junio de 2016

Nicolás Sartorius y #RepensarCCOO



Nicolás siempre puso en valor la memoria porque él es parte significativa de ella. Memoria para que nadie reescriba el relato a CCOO y memoria para realizar la anticipación acertada que como sindicato de clase necesitamos para el futuro. Pura historia para perseverar en seguir haciéndola con nuevos retos entre muchas incertidumbres, pero asistidos por los valores que hicieron posible nuestro sindicato; el sindicato de la hegemonía social, el sindicato de los intereses generales y por tanto, alejado y ausente de inercias corporativistas.

CCOO fue central en acabar con el franquismo porque fue la única organización sociopolitica que movilizó, junto al PCE. "Franco murió en la cama, pero el sindicato tomó la calle y ahí si que vencimos al franquismo", siendo el referente del conjunto de la sociedad. A la muerte del dictador, no le sucedió la transición por decreto, porque hubo intentos como el Gobierno de Arías de consolidar la dictadura con argucias asociativas, con un ministro de la gobernación como Fraga Iribarne y aquella frase de la "calle es mía", previo al Gobierno de Suárez, al que se dió respuesta mediante una ofensiva general desde el Secretariado de CCOO, constatada por escrito el diecisiete de noviembre de mil noveciento setenta y cinco; tres días antes de la muerte de Franco, que para ser valorada de forma objetiva, supuso en mil novecientos setenta y seis una galerna de 17.731 huelgas, con 150 millones de horas "ganadas" para la democracia y 4.795 procedimientos abiertos en el Tribunal de Orden Público. "Luego, es cierto que Franco murió en la cama pero el franquismo, no. Hubo que tirar la dictadura. Se olvida, facilmente, que entre Franco y Suarez hubo un intento de perpetuarla."

Nicolás pone el acento en un matiz para muchos pasado por alto. Previo a los Pactos de la Moncloa, Suárez intenta una maniobra con la firma de un Pacto Social con los sindicatos que hubiera podido desactivar la apuesta por una democracia representativa, donde los partidos políticos fueran la parte vertebral de la misma. "CCOO se negó a esa firma que posibilitó con posterioridad la firma de un pacto político como los Pactos de la Moncloa que dieron paso a importantes logros fiscales, educativos y la propia Constitución democrática que no fue respaldada ni por Fraga, ni Aznar."  

La movilización no fue casual, previo a estos hechos y precediéndola, hubo todo un proceso de estrategia "entristas" en el sindicato vertical por parte de las comisiones obreras que se iban conformando por la toda la geografía española, en las elecciones sindicales de los sesenta, desde donde se fue conformando nuestra organización.  Nicolás señala que hubo "fuerza, disciplina y objetivos", que hicieron posible que, finalmente, en la Asamblea de Barcelona se pusieran las bases para dar el paso de movimiento a un sindicato que tuvo que ser legalizado tras la muerte de los abogados de Atocha. Relata, Nicolás Sartorius, el consejo que les dió a él y a Julian Ariza, un dirigente de la CGIL italiana, llamado Lama, sobre seguir siendo movimiento o dar el paso a la organicidad de un sindicato: "Ya estáis tardando. Os van a robar la novia".

Luego, vinieron los años ochenta, del triunfo felipista. Tiempos de duras reconversiones industriales, de la huelga general en solitario por las pensiones en mil novecientos ochenta y cinco y   de la mítica huelga general del 14 de diciembre de mil novecientos ochenta y ocho, a las que debemos tanto. 

CCOO, un sindicato independiente, internacionalista, de nuevo tipo, sociopolítico y de clase, evitando el pansindicalismo. Un sindicato con memoria, que sigue manteniendo el capital de aquellos que como Nicolás Sartorius, siempre nos guiarán. Sin solidaridad no hay izquierda, no hay sindicato. Recuperar nuestras señas de identidad. Nunca, nadie, a los trabajadores y trabajadoras les regaló nada, lo tuvimos que conquistar con nuestra inteligencia colectiva, organizados en las Comisiones Obreras. 
 


#RepensarCCOO:


1 comentario:

  1. Y ahí quedó la cosa y el artículo, en los ochenta, pseudogloriosos ochenta. Luego vinieron los noventa, los dos mil y los dosmildiez y pico, ya más veinte que diez... 25 años después, estas sobadas y adecuadas comisiones a secas, repensadísimas, responden al diagnóstico de haber sido y ser imprescindibles para sostener y perpetuar si acaso un poco más junto con otros actores mimetizados esta sociedad cada vez menos democrática, más desclasada y más adocenada. De la calle a la dieta liberada pasando por el consenso con el gobierno de turno. Todo por el bien de los trabajadores, milonga tras milonga hasta el congreso final. Eso sí, con las mejores consignas del mundo, las del recuerdo de lo que fue y hace décadas dejó de ser.

    In memoriam

    ResponderEliminar