jueves, 13 de noviembre de 2025

La Sociedad del Cansancio y Psicopolítica

 

No se puede negar que Chul-Han, reciente premio “Princesa de Asturias” lleva irrumpiendo con fuerza como filósofo contemporáneo, con una producción extensas de libros, lo que me hace plantear una primera consideración relacionada con su hiperinflación, como filósofo, equivalente a la hiperinformación que nos ofrecen las redes sociales, que él considera un peligro.

Acabo de leer dos de sus libros editados, en la segunda década del presente siglo: “Psicopolítica” y “La Sociedad del cansancio” poniendo el foco en el paso de una sociedad disciplinaria (XIX) a otra del rendimiento (XXI), a través del control sutil de las conciencias, que desarrolló Foucault en su concepto de biopolítica. De una sociedad donde hay un espacio entre amo y esclavo, o vigilante y preso, a otra donde se produce la integración de todos ellos, en uno. Es la sociedad de los emprendedores, autoexplotados, pasando de un verbo “deber” a otro más productivo: “poder”. Es la sociedad de “Sí, se puede”. El nuevo individuo “libre” es degradado a un órgano sexual del capital, impelido a producir ilimitadamente, culpabilizando al sujeto de su posible fracaso. 

Del panóptico físico de la sociedad disciplinaria como es la cárcel, pasamos al panóptico digital: el Big Data como instrumento psicopolítico que permite pronósticos mucho más certeros que la estadística, actuando sobre cada una de nuestras emociones. De la sumisión y el control de los cuerpos a la dependencia de las mentes, eliminando resistencias porque enfrente no hay aparentemente nadie.

Si es cierto que la “libertad” del positivismo genera una sobresaturación de metas, ideas, saturación de información que provocan la sociedad neuronal con la aparición de enfermedades mentales como el “Síndrome de Desgaste Ocupacional” -Bournot-, afirmar que ya no es necesario explotar a nadie contra su voluntad es aceptar una derrota global.

En “Psicopolítica hace un análisis del neoliberalismo como sistema de poder que controla la psique individual a través de la seducción, evitando la coerción: “El yo como proyecto que cree haberse liberado de coacciones externas y ajenas; ahora, se siente coaccionado por el rendimiento y la optimización”. Ese paso del “deber” en una sociedad fordista fabril, donde la obra de G. Orwell, “1984” podría ofrecerse como un panóptico en el cual todos nos sentimos acechados, a otra de “productividad” donde el verbo “poder” nos convierte en seres ultracompetitivos, vigilantes del vecino, dándose una paradoja en el concepto de libertad, desembocando el hombre en la negación de no poder, poder.

Si la descripción de Chul-Han, en Psicopolítica, es acertada en cuanto a que la dialéctica del capitalismo industrial muta, para defenderse, a otras formas más de carácter financiero o especulativo, no deja de caer en una explicación reduccionista al simplificar que todo ello conlleva la desaparición de la lucha de clases sociales. Ni todos queremos ser “emprendedores”, ni todos caemos en la autoexplotación, precisamente porque mucha gente sigue creyendo en la lucha de clases mientras haya ricos y pobres. La vuelta a la jornada de 13 horas en Grecia o la lucha sindical, en España, por la reducción de la jornada a 37h y media son evidencias de un conflicto permanente entre los medios de producción y aquellos que no se creen la autoexplotación.

Para mí, Chul Han, comete una generalización peligrosa que debería explicar más o establecer gradientes a su aseveración. Si la lucha de clases, que contempla confrontación de colectivos, se transforma en la lucha interna de cada individuo consigo mismo; siendo todo en uno, amo esclavo, vigilante y preso, ¿nos está diciendo que no hay un "nosotros"? Si bien es cierto que, conceptualmente, la Dictadura del Proletariado ha sido sustituida por la dictadura del capital, deberemos aseverar que las luchas colectivas de ayer y hoy, en sus diversos formatos, intentan forjar un “nosotros político”, donde los procesos colaborativos son una alternativa a los competitivos, evitando al hombre finalista y quemado -Bournot-, que nos ofrece Chul Han

Del poder soberano y absoluto de la espada, a la sociedad disciplinaria y de esta a la sociedad del rendimiento y optimización. De la estadística al Big-Data, de la demografía a la psicografía. El logro del neoliberalismo es descubrir los intangibles de la psique. La disciplina corporal en un continuo se extiende hacia la optimización mental, pero Chul Han debe contemplar que el neoliberalismo también está mutando hacia fórmulas más agresivas de capitalismo salvaje -Trump-Milei-Orbán-Melani…-, donde todos los contratos sociales se rompen y donde solo a través de respuestas colectivas, ahora sí, “podremos” del verbo “poder” salvarnos.

Cuando afirma Chul Han: "Quien fracasa en la sociedad neoliberal del rendimiento se hace responsable a sí mismo y se averguenza, en lugar de poner en duda la sociedad o al sistema. en esto consiste la inteligencia del régimen neoliberal. Dirigiéndose la agresividad hacia sí mismo, el explotado no se convierte en revolucionario, sino en depresivo" ¿Cuál es la solución, y cuál la respuesta a esta persona desde lo colectivo?

Como alternativa a la descripción aproximada que hace Chul Han, considero interesante la exploración detenida hacia el "nosotros político", sin manipulaciones parciales, a pensadores, como Cicerón, Nietzsche, Gramsci, o Hannah Arendt que nos llevan a respuestas colectivas desde posiciones iniciales de inmersiones contemplativas o reflexiones, pasando a la acción para conseguir la soberanía del individuo que nunca puede ser en solitario.



1 comentario:

  1. Cooperación frente a competición. Lo colectivo frente a lo individual.

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