jueves, 21 de julio de 2016

Debate de la Región extremeña Vs Pacto de Nacionalistas







Escuché en su totalidad, atentamente, el debate de la región extremeña. En un contexto de incertidumbre política en nuestro país y con una demora en la puesta en marcha de los presupuestos extremeños, tratar de evaluar la política del Presidente Vara podía dejar a la oposición en la sobreactuación y así fue en un alto porcentaje. Se salvó, para mi, Mª Victoria Domínguez con su tono empático sin obviar la contundencia. La sorpresa lúdica, como siempre, vino de Monago con su apuesta hipsters de añorada playa isleña, aunque él diría que es moreno arrocero de la comarca de D. Benito, y Alvaro Jaén que perdió una oportunidad de ser solido sin necesidad de ser bronco y evitar que su apuesta  recordara a Pedro Escobar, y de paso esquivar un aplauso envenenado de la bancada popular.


Me gustó que el Presidente Vara situara La Concertación con los agentes económicos y sociales como un paso más al denominado Dialogo Social, ratificado con acuerdos ya cerrados. Claro, eso para Monago es física cuántica. Bueno, para otros es el catón que deben aprender porque confunden, creo que intencionadamente, participación y representación, pero esto es harina de otro costal que la ley de la gravedad les irá enseñando. También me gustó su firme decisión de elegir entre religión y filosofía en las aulas, aunque a estas alturas eso no debiera ser, en un estado con calidad democrática, una opción. Y la igualdad de género no es una medida, Sr. Monago, es un derecho.

Vara pronto rompió el guión que algunos llevaban preparado con una reflexión central sobre el futuro de la financiación autonómica de Extremadura, cuando aún nadie preveíamos el pacto vergonzoso de los nacionalistas que días después nos anuncia más de lo mismo. Si alguien cree a estas alturas que la solución de Extremadura va a salir única y exclusivamente de nuestros necesarios esfuerzos, se equivoca, porque todo apunta que las posibles salidas para el país serán, con este primer pacto aberrante entre patriotas, de nuevo, a costa de los más débiles; tanto desde el punto de vista de clase como desde el territorial. 

Y ya puede plantear Monago, como hizo en el debate, un Pacto por la Minería en Extremadura cuando la actitud de su partido con “Aguablanca” ha sido más que vergonzante. Puede que si todos los firmantes del Pacto Social y Político de Extremadura hubiesen sido conscientes, en su momento, de que era la clave de anticipación para la sostenibilidad de nuestro territorio, los debates de la región tuviesen más calado político y social, y no fuesen la repetición cansina de un gallo de pelea desplumado y amortizado que anuncia, cual visionario, que "Extremadura es todo campo". Presentada, al gobierno central, la evaluación por parte de la Junta de Extremadura de la catastrófica y reciente pedregada en nuestra región, con más de 200.000 peonadas perdidas, estaría bien que lo demostrase poniéndose al lado y no de frente como pasó con el incendio de Gata. 


A estas alturas, hablar de la paternidad de la economía verde en un territorio como Extremadura, como pretendía Monago, se mostraba inútil porque reivindicar Agrotex era la negación de dos conceptos: economía y verde, y la afirmación por una constante del gobierno anterior: conjunto vacío, porque ¿qué coño fue Agrotex?. Y claro que la paternidad de la idea no es de Vara, porque puede que hace tiempo que nos la están imponiendo desde fuera, y falta que nos pongamos de acuerdo en qué hacer para que en Extremadura haya por fin un modelo tractor regulado y planificado de nuestra economía.


Del Pacto por el Ferrocarril consensuado, esperemos sea el hecho diferencial de una región que para despegar, como premisa, necesita comunicaciones. Y, admitámoslo, tanto los gobiernos del PP como del PSOE, en España, nos han considerado región prescindible en este capítulo de inversiones, y o se ponen las pilas o seguirán siendo correa de transmisión de las tradicionales directrices pactadas por sus partidos con el todo poderoso nacionalismo periférico.  


En el debate, no se habló de la política que interesa a la ciudadanía o se habló poco; de todo aquello que deriva de nuestro modelo productivo, de la descapitalización juvenil que emigra, de nuestras debilidades para mantener servicios públicos recortados y de las incertidumbres que vienen vía financiación autonómica, y sobre todo cómo vamos a hacernos oír ante un posible gobierno donde no pintaremos nada, porque los de siempre ya nos están situando, otra vez, como posible chivo expiatorio y territorio diseñado para la nacencia y la muerte, pero no para una vida en equidad con otros territorios. Para los patriotas, de cualquier bandería, Extremadura siempre les ha resultado un coste.  



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