sábado, 27 de diciembre de 2014

Psicópatas Adaptados




La verdad está en lucha y en ella os aguardamos.
Vientres sentados.
Vientres tendidos.
Vientres muertos.
Luis Cernuda


Un ¡Que se jodan!, vomitado desde un escaño, es toda una declaración de intenciones del perfecto psicópata adaptado a su sillón, a su clase y a su partido. La última declaración psicopática procede de J.L. Linde, gobernador del Banco de España, que justifica a su amo expresando que los pensionistas son propietarios de casas.  Hace poco, Villalobos ha dado un triple salto mortal psicopático diciendo que hay personas que cobran más tiempo la pensión que los años que cotizan. Lo dice una eterna cotizante gracias al Parlamento, que lucha contra el aburrimiento jugando al "Candy Crush". ¿Te imaginas tener su trabajo y  su sueldo hasta los ochenta?.

El psicólogo social Axel Capriles define el psicópata adaptado como “una persona triunfadora y hasta carismática, con gran capacidad de seducción, pero no tiene nada dentro, carece de moral y tiene un déficit en la capacidad de relacionarse con el otro".   

El psicópata adaptado, no es necesario que sea un criminal en serie; pero puede ser más sofisticado en su forma de agredir, y sus decisiones pueden provocar un dolor más sutil, y hasta más devastador. No tiene por qué sentir culpa ni vergüenza, ni aprende de la experiencia. Estos psicópatas adaptados no tienen por qué ser identificados con unos enfermos mentales. La psicopatía es un trastorno de la psique, del alma, que les aleja de comprender al otro, de empatizar con sus sufrimientos o alegrías, de vincularse colectivamente con proyectos donde la obtención de bienes no sean tangibles ni materiales y sus decisiones pueden desertizar toda forma de vida a su alrededor.

Ejemplos a lo largo de la historia hay muchos, pero recientemente son muy descriptivas las declaraciones de políticos con poder, cuando manifiestan que los comedores sociales aumentan porque la gente no sabe cocinar, o pretenden negar la malnutrición infantil con la obesidad, o proyectan su falta de empatía con aquellos que defendemos la memoria histórica, siendo para ellos tan solo una estrategia para recoger subvenciones... Cuando ocurre esto, la política en el poder se ha convertido en una fábrica de "psicópatas adaptados", amorales, asociales a los que hay que contestar.

Cuando la política sirve para apartarse de la realidad, cuando un político, sistemáticamente, la deforma bajo intereses espurios y hay una ausencia de respuesta social lo suficientemente contundente, entonces podemos hablar de una sociedad con un grado de salud mental muy precaria. Es evidente que existe un paralelismo entre patología y organización social, de tal forma que se producen cambios en la salud cuando se modifica la estructura organizativa, sea ésta económica, política o laboral; el aumento del consumo de fármacos en los momentos actuales nos envía un mensaje clarificador que cuestiona a una sociedad carente de liderazgos e instituciones que amortigüen el duelo y favorezcan salidas, proyectos y expectativas saludables.

La expresión del malestar de nuestra cultura, de nuestra sociedad está en esos personajes "públicos" con marcados rasgos psicopáticos que afloran tanto más y con más fuerza, cuando el contexto público baja la guardia y deja de sentirse alarmada por sus conductas. Estas pulsiones, latentes en todos momento, se exacerban cuando son aplaudidas, justificadas desde una tramposa ausencia de ideología en la que su grupo de referencia, incluso su contrario, no solo no las penaliza sino que las exalta y forman parte de un mapa cognitivo de comprensión del mundo para mantener el control y soportar las amenazas externas. Entonces, las pulsiones que son latentes en el individuo toman cuerpo en un cuerpo social enfermo.

¿Podría crecer y desarrollarse esa patología en esos individuos si no hubiera organizaciones que la sustentaran, llegando a normalizarse dentro de la sociedad?.  ¿Hasta qué punto llega a confundirse la ideología de un sujeto en su organización y la enfermedad mental de un colectivo? Es evidente, que en otro contexto social, en otro tipo de sociedad más democrática las proyecciones públicas de estos psicópatas adaptados serían contestadas con contundencia y descalificadas colectivamente, o tal vez ni se atrevieran a pronunciarse por la presión social organizada. Solo en una sociedad fragmentada, individualista tienen cabida pudiendo llegar a ser aplaudidas. Dicho de otra manera, la ideología imperante, el pensamiento único que pretenden normalizar con todo tipo de argucias, ha cambiado los paradigmas en los que creíamos hasta el punto de cuestionar valores universales que siempre han favorecido la cohesión social.  

Bajo la justificación democrática de aritméticas parlamentarias, la estadística puede llegar a desplazar o a cuestionar lo que debe ser una norma universal, basada en el sentido común. Cuando puede con ella,  lo que debería ser normal comienza a ser criminalizado y hasta perseguido; sindicalistas, jueces, movimientos sociales, jóvenes, homosexuales, etc. De ahí, la intencionalidad de socializar la culpa y distribuirla entre todo tipo de instituciones y colectivos para facilitar la condiciones para una "selva perfecta", desregularizando todo tipo de defensa de lo colectivo. La desviación, planificada arteramente invocando la libertad, es más o menos efímera dependiendo del grado de salud mental que quede sano en la ciudadanía. El empoderamiento, la cultura dialógica y la divergencia son herramientas fundamentales para la contestación sin complejos, ante una "cultura" que fomenta la "indefensión aprendida" y por lo tanto trata por todos los medios de imposibilitar la reacción. La denominada "Ley Mordaza" es un exponente claro de restringir esas reacciones. 

Ese intento de normalizar la depredación psicopática del poder, la denominó J.C. Pritchard como “locura moral” y Castilla del Pino hablaba de esa manifestación distante, asocial, como Un delirio,  un error que consiste en conferir a las creencias el rasgo de videncias. Un delirio que tiene una forma lógica de razonar pero que significa la disgregación, la fragmentación de lo que debe ser una sociedad no enferma. 

Narcisismo, manipulación, mentira, falta de remordimiento y de culpa son síntomas de estos "psicópatas adaptados", que tienen como estrategia la depredación. La cosificación del otro, la vacuidad lingüística, la frialdad emocional son instrumentos necesarios de estos para posibilitar el distanciamiento emocional que no perturbe el logro de sus conquistas fraticidas. La hoja de ruta de estos "narcisos" alivian la gestión de sus conflictos, encontrando un caldo de cultivo propicio en la exaltación de lo individual sobre lo colectivo, desnaturalizando los sentimientos y generando vínculos excesivos con las apariencias, una jibarización del yo en beneficio de una “imagen” ficción, que retroalimenta ese narcisismo y aumenta la distancia con el otro.

La psicología social ve a la sociedad como una jungla donde impera la ley del más fuerte; hacia ella nos conduce los "sociópatas adaptados" que conciben lo público como un espacio inmejorable para sus intereses privados, los juglares de la flexibilización unidireccional de abajo a arriba, los trovadores de las relaciones verticales que favorecen la dominancia y la trasgresión sin límites. 

Frente a ello, rememorar y releer a Gramsci en su visión adelantada de la alianza contra el polo dominante, interpretar en esta crisis de valores a Paulo Freire en la deconstrucción de la pedagogía del oprimido, rompiendo el seguidismo que solemos tener los dominados hacia el dominador, y reflexionar con Sennett sobre valores trasnochados de la posmodernidad que propicia la desafiliación y el declive del sujeto público hacia la exaltación de lo individual y la mercantilización de todo lo que nos puede salvar como sociedad,  seguro que es un buen cóctel para desactivar a los psicópatas adaptados


la encina solit(d)aria: Isabel D. Ayuso: Idiocia o psicopatía. ://canchales.blogspot.com/2020/05/isabel-d-ayuso-idiocia-o-psicopatia.html?spref=tw



1 comentario:

  1. Estoy completamente de acuerdo.Estos seres también son llamados cilindros vacíos,ya que carecen de alma y se dice que son casi la mitad de la población,según Gurdjieff.

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