sábado, 27 de julio de 2019

Alto el fuego en la izquierda

¿Hubiera sido tan difícil un gobierno a la portuguesa donde acuerdan todos, gobierna una parte y fiscaliza la otra? Creo que es una inteligente forma de ocupar el mayor espacio por la izquierda. Desde la lealtad del gobierno y en la oposición. Recuerdo que el PCP, el Bloco y Verdes están fuera de las responsabilidades gubernamentales en el país lusitano.  La denominada "jerigonza" funciona.                                                                                                                          Alguna propuesta de Andalucía Adelante fue en esa dirección con buen criterio. Hasta la opción que plantea Garzón tras la fallida investidura hubiese sido buena si no fuera porque llega muy tarde, a toro pasado, demostrando su papel subordinado dentro de Unidos Podemos.                                                                        Les dijimos que queríamos políticas de izquierdas y nos llevan a las de derechas. Madrid es un exponente claro de egos por encima del interés colectivo. Sí, ha habido demasiada hormona de macho alfa, demasiado tacticismo de gurú en la sombra, pero abstengámosnos la ciudadanía de izquierdas de machacarnos. Reservemos ese trabajo para aquellos que provocaron y provocarán nuestros duelos. Utilicemos la razón y las emociones al unísono y no por autovías separadas. Los análisis parciales son pocos rigurosos y me temo, que al igual que en el "procés" catalán hay mucho de emoción y poco de inteligencia y oportunidad.                                                                                                            Revisemos la historia para no repetirla esterilmente. Y no mitifiquemos a los políticos ociosos del relato que nunca tuvieron profesión, que nunca podrán sustituir a la política. No sacralicemos nombres que nos llevan a la derrota. A ellos sí que les debemos criticar. Basta de sorpassos dentro de la izquierda. Si aún no hemos entendido que la izquierda ha sido, es y será plural es que las orejeras pueden con nuestra sustancia gris. Entre la utopía y el pragmatismo gestionemos la necesaria acumulación de fuerzas, para acortar sus límites. Seguro que entonces acertamos el tiro.                                                                              Es lamentable ver vomitar la frustración como hooligans, insultándonos entre gente de izquierdas. No se puede justificar desde ningún lado el fracaso por no haber sabido, ni querido negociar. Lo peor, no es no haber llegado a ningún acuerdo, sino que ello activará la palanca de algo tan consustancial a la izquierda como el cainismo. La acumulación del rencor, el resentimiento y el sectarismo puede ser más dañino y destructor que todas las políticas neoliberales que puede que vengan con más determinación. Si cuando gana la izquierda, perdemos, es que es una izquierda inútil. En ningún momento han visualizado que en noviembre podemos tener el trifachito, a no ser que sea la única manera que tengan de vivir la izquierda. Y no me cuenten que lo más puro sean estos o aquellos. ¡Pamplinas de monjas ursulinas!                                                                                                                        Situarte en la presunción de que eres la única opción posible con 123 diputados es inútil si no estás dispuesto a distribuir el poder. No entender que con tu ayuda no se alcanza una mayoría absoluta es política de miopes. Vetar a un responsable de la opción preferente es entendíble pero incoherente. Sentirte un jarrón chino con vicepresidencia y ministerios es de un victimismo inoperante. Radiar un conflicto de sillas en el Parlamento es arruinar la negociación y además tener que soportar a "estadistas" como Rufián, o a una banda de políticos psicópatas como Rivera Casado y Abascal.                                                                                                              Estoy convencido que si en los equipos negociadores hubiera habido más inteligencia salida del mundo del trabajo o de la negociación colectiva y menos académicos ensimismados en sus torres de marfil, hubiéramos llegado a buen puerto. Porque una negociación es aquello que se anticipa, se diseña y se planifica, pero también se sueña por necesario para otros, se cuida, se conforma, se posibilita desde del afecto, desde el respeto y desde la confianza. La mejor arma de ella es el silencio y la ausencia de ruido. Precisamente para evitar que otros, malevolamente, te induzcan al fracaso, al victimismo, al relato justificador y estéril de tu necedad. Demasiada información para actores contaminadores del acuerdo: editorialis tas, tertulianos, sociólogos, periodistas... Todos ellos a buen recaudo.                                                                                                  A pesar de la izquierda inútil, sigamos resistiendo aunque no hayan hablado nada de nuestras pensiones en riesgo, de nuestros contratos precarios, de nuestra salud quebrada, de la vivienda escasa o de la educación privatizada. En definitiva de nuestras vidas. Alto el fuego en la izquierda. Y que PSOE y UP cojan el pico y  la pala. 

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