miércoles, 30 de agosto de 2017

La derecha "catañola": una y "trina"




"En el mundo, pues, no hay mayor pecado que el de no seguir al abanderado"  
-Georges Brassens-


A diferencia de la izquierda, la derecha siempre es una, aunque de cuando en cuando "trine". La izquierda, teóricamente, pretende resolver el conflicto de intereses entre capital y trabajo, mientras la derecha, básicamente, pretende resolver el control del capital y de la sociedad, que en un contexto de crisis y globalización, termina atrincherándose en su marco territorial de referencia. 

La derecha "catañola" es una, porque responde, en su currículum oculto, a un mismo patrón solo diferenciado por cuestiones formales, utilizando torticeramente las especificidades culturales e históricas para marcar las diferencias. Por eso, cíclicamente, diseñan un "trinar" ensordecedor que con su ruido oculta lo sustantivo, secuestrando el interés general de todo lo social; es decir, el contrato social que esas derechas, colegiadamente, han roto conscientemente. 

La analogía entre la derecha "españolista" y "catalanista" es cercana a la fotocopia en color. Tanto monta, monta tanto. Algunos de sus paralelismos se evidencian en sus innumerables afinidades: 

  1. Utilizan el concepto de la Patria, como ente aglutinador de pertenencia, y como factor emocional líquido para plantear en el imaginario popular un enemigo externo al que derivar, de forma victimista, toda suerte de culpas. El revisionismo histórico del que hacen gala es parte del "atrezzo" para la justificación nacionalista.
  2. La patrimonialización de la bandera y de sus esencias están en manos de unas élites y familias que históricamente, con su retórica, han criminalizado cualquier tipo de divergencia interna, estigmatizados como "enemigos y/o traidores de la patria". Los divergentes siempre son ninguneados como súbditos.
  3. La derecha "catañola" se sustenta en supuestas supremacías o agresiones culturales que son voceadas por la mediática subvencionada con dinero supuéstamente público, incluida la propia iglesia.  
  4. Otras "Patrias" solo son amigas si en ellas pueden depositar dineros oscuros en ocultas cuentas bancarias o realizar negocios ilícitos. Los corruptos si son de los "nuestros" son defendidos corporativamente y se diseñan amnistías fiscales o políticas para ellos.
  5. Utilizan la democracia como mal menor o como instrumento del control político, económico y social para uniformar la sociedad. La derecha "catañola" ha sobrevivido muy bien bajo cualquier régimen y puede encontrarse a sus anchas posibilitando gobiernos de bajo perfil democrático. Cualquier riesgos de explorar el respeto a la diversidad puede ser enfrentada mediante el "golpe de estado" edulcorado, manipulando la justicia y/o la legalidad jurídica.
  6. La administración pública es utilizada como máquina para adoctrinar, segregar y homogeneizar a la sociedad. En la vampirización de los servicios públicos con una externalización infinita no hay ninguna diferencia entre ambas derechas. 
  7. Los beneficios cortoplacistas de su confrontación son evidentes. La retroalimentación y la escalada en los enfrentamientos de banderas les produce pingues beneficios electorales. El PP es una maquina de fabricar independentistas y estos de generar "peperos". Los resultados nefastos en la gestión de lo público es solapado por un relato delirante de exaltación nacionalista. 
  8. Son tan siameses que alcanzan concilios para evitar conflicto entre clases, acordando reformas laborales que precarizan a la sociedad. Hasta fueron coincidentes en enviar a la Guardia Civil al aeropuerto del Prat para reventar una huelga que sus intereses clasistas han provocado.  
  9. La derecha "catañola" es proclive al clientelismo, a las comisiones y por lo tanto a pervertir la democracia con su dopado ADN.
  10. El secuestro de la política, genera un verticalismo piramidal de arriba a abajo donde el empoderamiento de la sociedad civil es muy limitada. 
En toda esta narración, la izquierda asiste confundida, fragmentada, acomplejada e incapaz de crear alianzas para desalojar de las instituciones a una derecha inhabilitada por su rosario de corrupción, ni para incorporar una cada vez más necesaria agenda social sólida a una República Catalana, que creo que elige ese modelo solo porque la dinastía Pujol está en horas bajas y nunca pudo ser rey.  


Que esté que trine la derecha "catañola" no es una solución para la mayoría silenciosa, ni para la clase trabajadora. Sus trapos acallan lo sustantivo en un estado de derecho.  

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