Escuché
en su totalidad, atentamente, el debate de la región extremeña. En un contexto
de incertidumbre política en nuestro país y con una demora en la puesta en
marcha de los presupuestos extremeños, tratar de evaluar la política del Presidente Vara podía
dejar a la oposición en la sobreactuación y así fue en un alto porcentaje. Se
salvó, para mi, Mª Victoria Domínguez con su tono empático sin obviar la
contundencia. La sorpresa lúdica, como siempre, vino de Monago con su apuesta
hipsters de añorada playa isleña, aunque él diría que es moreno arrocero de la
comarca de D. Benito, y Alvaro Jaén que perdió una oportunidad de ser solido sin necesidad de ser bronco y evitar que su
apuesta recordara a Pedro Escobar, y
de paso esquivar un aplauso envenenado de la bancada popular.
Me
gustó que el Presidente Vara situara La Concertación con los agentes económicos y sociales
como un paso más al denominado Dialogo Social, ratificado con acuerdos ya cerrados. Claro, eso para Monago es física
cuántica. Bueno, para otros es el catón que deben aprender porque confunden,
creo que intencionadamente, participación y representación, pero esto es harina
de otro costal que la ley de la gravedad les irá enseñando. También me gustó su
firme decisión de elegir entre religión y filosofía en las aulas, aunque a estas alturas eso no debiera ser, en un estado con calidad democrática, una opción. Y la igualdad de género no es una medida, Sr. Monago, es un derecho.
Vara pronto rompió el
guión que algunos llevaban preparado con una reflexión central sobre el futuro de la financiación
autonómica de Extremadura, cuando aún nadie preveíamos el pacto vergonzoso de
los nacionalistas que días después nos anuncia más de lo mismo. Si
alguien cree a estas alturas que la solución de Extremadura va a salir única y
exclusivamente de nuestros necesarios esfuerzos, se equivoca, porque todo apunta que las
posibles salidas para el país serán, con este primer pacto aberrante entre patriotas,
de nuevo, a costa de los más débiles; tanto desde el punto de vista de clase como
desde el territorial.
Y ya puede plantear Monago, como hizo en el debate, un
Pacto por la Minería en Extremadura cuando la actitud de su partido con
“Aguablanca” ha sido más que vergonzante. Puede que si todos los firmantes del
Pacto Social y Político de Extremadura hubiesen sido conscientes, en su
momento, de que era la clave de anticipación para la sostenibilidad de nuestro
territorio, los debates de la región tuviesen más calado político y social, y
no fuesen la repetición cansina de un gallo de pelea desplumado y amortizado
que anuncia, cual visionario, que "Extremadura es todo campo". Presentada, al gobierno central, la
evaluación por parte de la Junta de Extremadura de la catastrófica y reciente pedregada en nuestra región, con más de
200.000 peonadas perdidas, estaría bien que lo demostrase poniéndose al lado y
no de frente como pasó con el incendio de Gata.
A
estas alturas, hablar de la paternidad de la economía verde en un territorio
como Extremadura, como pretendía Monago, se mostraba inútil porque reivindicar
Agrotex era la negación de dos conceptos: economía y verde, y la afirmación por
una constante del gobierno anterior: conjunto vacío, porque ¿qué coño fue
Agrotex?. Y claro que la paternidad de la idea no es de Vara, porque puede que hace
tiempo que nos la están imponiendo desde fuera, y falta que nos pongamos de
acuerdo en qué hacer para que en Extremadura haya por fin un modelo tractor regulado
y planificado de nuestra economía.
Del
Pacto por el Ferrocarril consensuado, esperemos sea el hecho diferencial de una
región que para despegar, como premisa, necesita comunicaciones. Y,
admitámoslo, tanto los gobiernos del PP como del PSOE, en España, nos han considerado
región prescindible en este capítulo de inversiones, y o se ponen las pilas o
seguirán siendo correa de transmisión de las tradicionales directrices pactadas por sus
partidos con el todo poderoso nacionalismo periférico.
En
el debate, no se habló de la política que interesa a la ciudadanía o se habló poco; de todo
aquello que deriva de nuestro modelo productivo, de la descapitalización juvenil que emigra, de nuestras debilidades para
mantener servicios públicos recortados y de las incertidumbres que vienen vía
financiación autonómica, y sobre todo cómo vamos a hacernos oír ante un posible gobierno
donde no pintaremos nada, porque los de siempre ya nos están situando, otra vez,
como posible chivo expiatorio y territorio diseñado para la nacencia y la muerte, pero no
para una vida en equidad con otros territorios. Para los patriotas, de cualquier
bandería, Extremadura siempre les ha resultado un coste.
Otros articulos de mi blog relacionados con empleo:
- Sobran razones para un Plan Extremadura:
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