A unos días del 14-N, todo parece indicar que los
recortes y los “recortadores” cobran peso en nuestro panorama político; la derecha
carpetovetónica en España, la derecha caciquil en Galicia, la postmoderna de
Euskadi o la aldeana que se reactiva en Cataluña. La izquierda política aparece
fragmentada, manifestándose con una abstención que debe ser oída, al menos, por
los propios. Al PSOE le toca hacer una larga travesía en el desierto
y no le queda otra que radicalizar un discurso y una forma de ser y de estar en
coherencia con la esencia de la izquierda y tener el coraje de relevar a los
amortizados, pero todo ello lo harán más rápido cuanto antes pisen, de forma
textual, los adoquines de la calle frente a la moqueta de los despachos para
resolver el divorcio que mantienen con la izquierda social.
El 14-N, que por primera vez articula el descontento social europeo en una contestación sin precedentes, debe ser una ocasión para facilitar el acercamiento de una fragmentada izquierda política, desgastada por la inacción de sus políticas neoliberales que la han desfigurado, consiguiendo desencantar a la izquierda real, que es la que hasta ahora, está dando respuestas en la lucha contra los recortes, supliendo el papel de oposición que le corresponde a otros.
La dimensión
de este 14-N requiere de extensas alianzas que sobrepasan, en esta ocasión, lo
estrictamente laboral y sindical. Alianzas con el conjunto de la ciudadanía
puesto que somos una gran mayoría los afectados. En huelgas anteriores los
trabajadores y trabajadoras pedíamos solidaridad con la defensa de nuestros derechos, pero en esta ocasión es también la protesta de los
pensionistas, de los empleados públicos, de los estudiantes, de los jóvenes y mujeres, de los desempleados, de los dependientes
y también del pequeño y mediano comercio que debería tener, en esta ocasión, la
inteligencia colectiva de defender una causa común que es necesaria para su sostenibilidad y futuro en el corto espacio de tiempo; si el 14-N no cierra el PYME, seguro
que cerrará al día siguiente o al otro, muy de mañana. No es momentos para el sectarismo, ni para el protagonismo partidista o para los intereses corporativos.
Al único aliado al que hay que espantar es al miedo, a la
resignación o a la indiferencia, porque de lo contrario puede que estemos
manifestando, como sociedad, que la organización en partidos políticos,
sindicatos, organización civil es directamente proporcional a la mediocridad del
conjunto de la ciudadanía que está afectada por esta estafa y las consecuencias pueden ser de una regresión socioeconómica y política que hoy, ni tan siquiera, logramos atisbar.
http://www.diariovasco.com/elecciones/paisvasco/autonomicas/2012/noticias/elecciones-pais-vasco-2012-201210221254.html
ResponderEliminarEs lo que tiene la izquierda cainita. Peguemosnos todos hasta la derrota final.
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