El que fuera capataz de Rajoy, luego de Casado y ahora de Feijóo, tras cuatro años de siesta no desperdicia su última oportunidad para ofrecernos un relato más de desmemoria. Cuatro años de galbana para una despedida sin debate porque ya le espera un coche a Madrid. Tiempo suficiente de sestear para dejar su tutorizada impronta en María Guardiola. No pudo ser que el portavoz del PP en este tiempo y fustigador de la Junta, Fernando Pizarro, optase democráticamente a la presidencia de su partido.
Que Monago relate su preocupación por las rentas bajas de Extremadura, siguiendo la estela de su jefe, suena a carcajada contenida en la bancada del PP. Ellos y su partido que se manifestaron en contra de las subidas del SMI y que ha provocado una huelga de trabajadores del campo, que se opusieron a los fondos de recuperación y que denunciaron que beneficiaban a Extremadura, a los ERTEs que han salvaguardado el empleo de miles de familias extremeñas. Ellos, Monago y el PP, son los mismos que nos anuncian que debemos volver a la senda de las pensiones según su celebre “factor de sostenibilidad” del 0,25% para más de 230000 extremeños y extremeñas, recortando al año más de 500 millones de euros de las rentas de los pensionistas. Ellos son los mismos que se han opuesto al incremento de 15% para unas 12000 pensiones no contributivas en nuestra comunidad. Es que no hay debate posible por mucho tractor y camiones que consigan sacar a las calles.
Hay un concepto diferenciador entre la crisis que vivimos con Monago y Rajoy o la que estamos viviendo con Vara y Pedro Sánchez, en su Gobierno de Progreso. En el primer caso sufrimos de austericidio y ahora, con todas las dificultades, nos beneficiamos de una red de medidas sociales que amortiguan el golpe. No, no son suficientes, pero no puede haber debate por mucho que el Sr. Monago nos profetice la séptima plaga, aunque si llega, ya les digo que la plaga serán ellos y sus políticas.
Se queja Monago en el debate de la región de la herencia que recibió. No será por los 240 millones del impuesto bancario que recibió nada mas ser presidente de Extremadura, libre y de polvo y paja. Se refiere por un casual a la que su Gobex dejó en términos de desempleo cuando perdió las elecciones autonómicas. La del déficit de Extremadura en tres puntos, la de la morosidad en el pago a proveedores en ciento cuarenta día. O puede que se refiera a los ciento cincuenta mil desempleados-as, llegando a las tasas de desempleo que jamás ha vivido esta región. O a los cientos de emprendedores, forzados a serlo, en la búsqueda desesperada de un empleo. Puede que haya olvidado aquellas prácticas del SEXPE en su gobierno que “escracheaba” a los desempleados para que se borraran del registro, con un director gerente que ejercía desde Madrid de jueves a lunes. Yo estaba allí, no me lo contó nadie. Y lo denunciamos colectivamente desde mi sindicato. También, recuerdo sus declaraciones negando el carácter autónomo de las estadísticas del INEM cuando las cifras de desempleados de la EPA sobrepasaban los 180.000 desempleados en la región, mientras nos decía que Extremadura ya hablaba inglés y chino.
Al parecer, Monago ha aprendido de la impronta de Iván Redondo. Ya no cita a Murakami porque ha terminado sabiendo que la tormenta era él. Me ha conmovido cómo al parafrasear a Raúl Alfonsín con su: “No hay democracia donde no se come, donde no se enseña, donde no se cura”, Monago ha añadido, desde su púlpito hipócrita: “...y no se habla”. Eran tiempos de reformas para socializar las perdidas. Y al Sr. Monago le estorbaba, en un debate de la región como hoy, en la bancada de invitados, la presencia de los lideres sindicales de CCOO y de UGT de Extremadura, donde fueron insultados, mientras hoy el Gobierno de Extremadura propone, negocia y pacta en el marco democrático del Diálogo Social. Monago nunca supo lo que suponía eso, mientras jugaba al pádel con su profesor particular financiado por los extremeños de los recortes. No hay debate posible con Monago. Él fue la negación del diálogo y la expresión máxima del egocentrismo político.
Con Monago no podía haber debate. Entiendo, que con buen gusto, los espadas de los partidos políticos le hayan ofrecido una despedida cariñosa, pero aquí, un humilde pensionista piensa que ha sido mucha carne para un cernícalo. Con mis mejores deseos de su viaje a Madrid, esperando que sea solo con billete de ida.
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