Mi padre, que era un buen sastre, conocía el buen paño. Valoraba una buena lana, una lana shetland, un cashmere o un lino para confeccionar una variada gama de telas como el tweed (lana escocesa), el herringbone (espigas) o la franela. Recuerdo sus quejas por la imposibilidad de comprar telas inglesas muy valoradas por él, dado el proteccionismo textil que había en nuestro país, quedando obligado a comprar tejidos más caros y de menor calidad.Un ejemplo de proteccionismo fue el privilegio de la Fábrica Serra Balet para ser la única fabrica de pana en España.
Que sea a partir de la Guerra de Sucesión española cuando se produce una época de esplendor económico para Cataluña no deja de ser paradójico, pero es coherente con los decretos reales de 1718 y 1728, prohibiendo la entrada de telas y tejidos de algodón y seda de Asia, África y Europa, permitiendo la entrada de algodón bruto de la Isla de Malta, precisamente una materia prima deficitaria en Cataluña, y que fueron determinantes para lanzar a este territorio en el liderazgo textil.
El historiador Josép Fontana, evaluando los datos de la segunda parte del siglo XVII, confirma la escasa política de proteccionismo aduanero que tenía la industria textil catalana. Así pues, parece que la entronización borbónica con la burguesía catalana fue muy eficaz a lo largo del siglo XVIII para Cataluña, convirtiéndose Castilla y Aragón en suministradores preferente en el abastecimiento de materia prima y siendo, a su vez, receptores de los productos manufacturados de allí. Estos decretos fueron acompañados de otro decreto de 1722 que prohibía "que ninguna persona se vistiese con géneros de potencias extranjeras", con lo que la demanda interior estaba asegurada.
Que sea a partir de la Guerra de Sucesión española cuando se produce una época de esplendor económico para Cataluña no deja de ser paradójico, pero es coherente con los decretos reales de 1718 y 1728, prohibiendo la entrada de telas y tejidos de algodón y seda de Asia, África y Europa, permitiendo la entrada de algodón bruto de la Isla de Malta, precisamente una materia prima deficitaria en Cataluña, y que fueron determinantes para lanzar a este territorio en el liderazgo textil.
El historiador Josép Fontana, evaluando los datos de la segunda parte del siglo XVII, confirma la escasa política de proteccionismo aduanero que tenía la industria textil catalana. Así pues, parece que la entronización borbónica con la burguesía catalana fue muy eficaz a lo largo del siglo XVIII para Cataluña, convirtiéndose Castilla y Aragón en suministradores preferente en el abastecimiento de materia prima y siendo, a su vez, receptores de los productos manufacturados de allí. Estos decretos fueron acompañados de otro decreto de 1722 que prohibía "que ninguna persona se vistiese con géneros de potencias extranjeras", con lo que la demanda interior estaba asegurada.
Las bases para la acumulación de capitales en los
distintos territorios se iban consolidando mientras las fuerzas vivas de la
iglesia y del ejercito seguían conformando sentimientos identitarios de nación
sobre la cruz y la espada, que más tarde la
Restauración profundizó con la distribución de papeles territoriales, en un
contexto internacional de incertidumbres y de perdida del poder colonial de
España, porque no debemos olvidar que absorbían el 20% de la producción textil. La perdida de Cuba provoca que el textil catalán se pronuncie en favor de refugiarse en el mercado español con la apuesta arancelaria de Canovas del Castillo en 1892. Cada porción del "establishment" se dedicaba a lo suyo. Unos a
proclamar la unidad y otros, las distintas burguesías locales, a reclamar
fueros y proteccionismo o libertades para su hacienda.
Porque la clase capitalista en España no siempre ha tenido los mismos intereses. Así, la oligarquía agrícola del centro y sur de nuestro país, tenía unos intereses diferentes a
los de la oligarquía industrial del norte y este, y ese Estado al que acudían todos no siempre concedía la misma receta proteccionista para el conjunto. A mediados de siglo XIX, los productores agrarios se beneficiarían
del libre comercio que les ayudaría a exportar sus productos a
Inglaterra y a otros países, mientras, las industrias vascas y catalanas seguirían reclamando y consiguiendo protección.
El Estado al servicio de "todos"; porque clero, militares y las distintas oligarquías copaban sus estructuras y salvaban las tensiones interterritoriales entre las distintas concepciones para concentrar poder y capital, con llamadas a la unidad nacional o con el victimismo de la agraviada periferia. El diseño del reparto era una solución cortoplacista porque los desequilibrios estaban servidos al requerir de nuevas soluciones que añaden nuevos desequilibrios.
De momento, el plano respondía a una Cataluña manufacturera en bienes de consumo, un País Vasco produciendo bienes de equipo más la concesión de un concierto económico para las tres provincias, una capital de estado como centro neurálgico de la política y la banca, reservando para Andalucía, Extremadura y las dos Castillas el papel de granero. Esa diversidad plurinacional en nuestro país, que conocemos ahora, viene arrastrando las contradicciones de una clase capitalista diversa que mantiene épocas de cierta tranquilidad cuando hay espacio para todos, pero que activa la confrontación en épocas de crisis cuando la tarta es escasa y el mercado se contrae. Las desconfianzas y la diferencia de intereses entre el mundo agrario y el industrial estaban servidas, y se siguieron manifestando en las épocas de las dictaduras de Primo de Rivera y Franco.
El Estado al servicio de "todos"; porque clero, militares y las distintas oligarquías copaban sus estructuras y salvaban las tensiones interterritoriales entre las distintas concepciones para concentrar poder y capital, con llamadas a la unidad nacional o con el victimismo de la agraviada periferia. El diseño del reparto era una solución cortoplacista porque los desequilibrios estaban servidos al requerir de nuevas soluciones que añaden nuevos desequilibrios.
De momento, el plano respondía a una Cataluña manufacturera en bienes de consumo, un País Vasco produciendo bienes de equipo más la concesión de un concierto económico para las tres provincias, una capital de estado como centro neurálgico de la política y la banca, reservando para Andalucía, Extremadura y las dos Castillas el papel de granero. Esa diversidad plurinacional en nuestro país, que conocemos ahora, viene arrastrando las contradicciones de una clase capitalista diversa que mantiene épocas de cierta tranquilidad cuando hay espacio para todos, pero que activa la confrontación en épocas de crisis cuando la tarta es escasa y el mercado se contrae. Las desconfianzas y la diferencia de intereses entre el mundo agrario y el industrial estaban servidas, y se siguieron manifestando en las épocas de las dictaduras de Primo de Rivera y Franco.
Aunque no podemos hablar de simetrías en el
surgimiento de los distintos nacionalismos, la resultante viene a ser la misma.
Si en un principio el fenómeno del nacionalismo en el País Vasco tuvo una clara aceptación rural y alejamiento del mundo urbano,
al igual que el catalanista, la burguesía industrial terminará viendo un filón
para combatir ideologías emergentes y la lucha de clases fruto de la
concentración fabril, a la vez que reclamar permanente proteccionismo para reservarse el
mercado interior español.
Luego, la historia del reparto de papeles, se
siguió repitiendo; los contratos siderúrgicos del País Vasco en exclusividad,
el reforzamiento del proteccionismo para la manufactura catalana con Cambó,
durante una amplia relación con la monarquía de Alfonso XIII en los primeros 30
años del siglo XX, o el papel financiero y centralista de Madrid. Las ventajas
comparativas entre sus productos industriales y bancarios en relación a la
producción agraria quedaban aseguradas.
En el periodo que va desde la finalización de la guerra civil hasta la muerte de Franco, la participación en el PIB español de Madrid, País Vasco y Cataluña, pasó de un 33% a un 43% aproximadamente, según Carlos Arenas Posada, autor de "Historia económica de España: Siglos XIX y XX". El mismo autor plantea que es en la etapa denominada "nacionalismo económico" entre 1892 y 1959, en la que se asiste «a una creciente regulación de la actividad económica por parte del Estado y a una tendencia progresiva al aislamiento respecto al exterior». Autarquía frente a progreso. A la pregunta tan reiterada del por qué de la divergencia socioeconómica entre el norte y sur de España, es interesante su reflexión sobre como tras la Guerra Civil el régimen impulsó la «contrarreforma agraria», devolviendo las tierras a sus propietarios y favoreciendo una vez más que la acumulación de capital obtenida por los sectores agrarios fuese encauzada en exclusividad a la industrialización del norte.
En el periodo que va desde la finalización de la guerra civil hasta la muerte de Franco, la participación en el PIB español de Madrid, País Vasco y Cataluña, pasó de un 33% a un 43% aproximadamente, según Carlos Arenas Posada, autor de "Historia económica de España: Siglos XIX y XX". El mismo autor plantea que es en la etapa denominada "nacionalismo económico" entre 1892 y 1959, en la que se asiste «a una creciente regulación de la actividad económica por parte del Estado y a una tendencia progresiva al aislamiento respecto al exterior». Autarquía frente a progreso. A la pregunta tan reiterada del por qué de la divergencia socioeconómica entre el norte y sur de España, es interesante su reflexión sobre como tras la Guerra Civil el régimen impulsó la «contrarreforma agraria», devolviendo las tierras a sus propietarios y favoreciendo una vez más que la acumulación de capital obtenida por los sectores agrarios fuese encauzada en exclusividad a la industrialización del norte.
Lo que siguió después todos los sabemos; nuevos fabuladores líquidos del delirio nacionalista cuando todo
apunta que ya no hay razones para seguir juntos porque de estirar más la camisa
sería para romper las costuras definitivamente.
Donal Trump, Salvini o Theresa May llegan a mesa puesta en estos tiempos tuertos, donde parece que el estado está secuestrado por poderes esquivadizos y resurgen los mitos identitarios que nos protegerán de todos los peligros externos. Que Puigdemont arremeta en "su" televisión contra Extremadura porque esta comunidad subvenciona la compra de muebles, diciendo que se hace con dinero de Cataluña, es porque mantiene en su ADN la creencia atávica de una burguesía acostumbrada a crecer con medidas proteccionistas, donde los papeles del dominante y dominado están previamente asignados.
En este final de trayecto, uno se pregunta, ¿qué pasó con los sueños de empoderamiento de la clase trabajadora y su derecho a proyectar su soberanía como ciudadano libre a través de un empleo decente en una empresa responsable?. Según dicen los "patriotas" de aquí y de allá, se conseguirá gracias a un trapo enarbolado como bandera confrontando contra otro trapo. Lo de la "lucha de clases", dicen que no es moderno.
Artículo relacionado en mi blog:
Libros recomendados:
Donal Trump, Salvini o Theresa May llegan a mesa puesta en estos tiempos tuertos, donde parece que el estado está secuestrado por poderes esquivadizos y resurgen los mitos identitarios que nos protegerán de todos los peligros externos. Que Puigdemont arremeta en "su" televisión contra Extremadura porque esta comunidad subvenciona la compra de muebles, diciendo que se hace con dinero de Cataluña, es porque mantiene en su ADN la creencia atávica de una burguesía acostumbrada a crecer con medidas proteccionistas, donde los papeles del dominante y dominado están previamente asignados.
En este final de trayecto, uno se pregunta, ¿qué pasó con los sueños de empoderamiento de la clase trabajadora y su derecho a proyectar su soberanía como ciudadano libre a través de un empleo decente en una empresa responsable?. Según dicen los "patriotas" de aquí y de allá, se conseguirá gracias a un trapo enarbolado como bandera confrontando contra otro trapo. Lo de la "lucha de clases", dicen que no es moderno.
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- "A vueltas con las cigarras del Sur":
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- "Historia económica de España: Siglos XIX y XX": Carlos Arenas Posada
- "Apostoles y asesinos": Antonio Soler
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