lunes, 16 de enero de 2017

Con el tren, progresamos.


               
Para hacer memoria, para rectificar y para seguir reivindicando un #TrenDigno para Extremadura, 
reproduzco un artículo de cuando hablabamos en pesetas,
 que me publicaron en el Periodico de Extremadura 
el 4 de febrero de 1995.

"El modelo global de desarrollo para Extremadura debe estar intrínsecamente ligado al modelo de desarrollo que queremos para nuestra región. De momento, el debate esta siendo hurtado por gobiernos y tecnócratas, que toman decisiones sobre trazados de carreteras, cierres de líneas, clausuras de estaciones... de espaldas a la sociedad, primándose por encima de los sociales, intereses de las compañías de transportes de mercancías por carretera.

Los que defendemos el tren, no por actitudes románticas sino por un sentido práctico de la vida, no podemos entender que un medio de transporte como el ferrocarril que ni mata ni contamina, ni derrocha energía, sea cuestionado de forma tan interesada y mezquina por aquellos mismos que tienen la obligación moral y pública de defenderlo, mejorándolo. 

Desde las propias instituciones vomitan la escasa rentabilidad económica del tren como argumento contundente para consolidar un anunciado réquiem por el ferrocarril en comunidades desequilibradas como Extremadura. En este sentido, RENFE con la connivencia de gobiernos, primero planifica el deterioro de los servicios y luego realiza un balance sobre la deficiente rentabilidad. Alguien debiera explicar si es rentable económicamente los 13000 millones de pesetas/año obtenidos en el ave con una ocupación cercana al pleno que ha necesitado de una inversión previa de seiscientos mil millones de pesetas.

La desaparición por ejemplo del "Sierra de Gredos" se justifica desde el MOPTMA por un "insoportable" déficit de ciento setenta millones de pts. Este país está optando por aplicar fuertes inversiones hacia lo particular cuando la alternativa sería una equilibrada inversión para lo global.

Pero esta política de transporte no es nueva. Desde hace muchos años está siendo diseñada la agresión más brutal contra nuestros trenes. El Plan de Transporte Ferroviario de 1987 que primaba la especialización del tren a través de la alta velocidad, a su vez, daba un importante zarpazo a un tren histórico de nuestra tierra, como era el "Ruta de la Plata"



El señor Ibarra, en su clásico seguidismo partidista, optaba por el transporte de viajeros por carretera en líneas de autobuses; hecho que evidenció la tendencia general a la privatización del transporte público. Luego vino el denominado Plan Felipe de 1990 que tenía por objetivos la electrificación de trenes de cercanía y la disposición de ramales que partieran de grandes núcleos de población a zonas periféricas. El orgullo del 92 había que lograrlo a costa de hirientes descompensaciones interterritoriales. 

Pero si no queríamos, dos tazas, en el 1993 nos llega la tercera con el Plan Director de Infraestructuras (PDI) que puede acabar con 5000 km de la red  nacional ferroviaria, apostando descaradamente por la concentración y superposición  de infraestructuras en el corredor triangular Madrid-Barcelona-Valencia, con el consiguiente recorte en el Eje Norte-Oeste, donde vamos a asistir a la exposición de importantes agravios contra nuestra comunidad y dentro de ella contra determinadas comarcas. 

En la sucesión de planes de transporte, no ha llegado la electrificación a Extremadura. La infrautilización planificada de los servicios de Renfe en el transporte de mercancías, la no renovación de servicios con adecuación de precios y horarios a las necesidades de los extremeños, la falta de acondicionamiento en vías y estaciones conducen a una progresiva y tal vez irrecuperable descapitalizacion de la red ferroviaria en nuestra tierra. Esa diseñada pérdida del mercado propio conduce a la desmembración de Renfe y a la enajenación de su patrimonio. El PP ya anuncia, en nuestra región, por boca de Rodolfo Orantos, el asalto voraz de las empresas privadas a la explotación de líneas ferroviarias; eso sí, con el riesgo previo del capital público.

Las actuales políticas neoliberales han rescatado durante los últimos años las teorías económicas más desarrollistas, que identifican infraestructura con crecimiento de tal manera que éstas, solucionen mágicamente problemas como la falta de empleo. El PDI es cuestionable en cuanto que genera empleo de forma temporal, frente al empleo permanente de ferrocarril, favorece la siniestrabilidad de la carretera -6000 muertos/año- frente a la seguridad del tren, aumenta la marginación del transporte para un amplio sector de la sociedad -solo un 34% posee carné de conducir-, favorece el derroche energético, y fomenta al incremento de niveles de contaminación ambiental y acústica.

El PDI es revatible, porque potencia el desequilibrio territorial, al no resolver las contradicciones del transporte radial de nuestro país, eliminando los trenes de largo recorrido, pero sobre todo porque son inviables sus presupuestos -18 billones/pts hasta 2007-, de la misma manera que lo fueron los anteriores planes.
 

En Extremadura no podemos admitir maniobras AVE de distracción, porque sencillamente no es lo mejor para el conjunto de nuestros pueblos. Es necesario apostar por un modelo de transporte con tecnología moderna, pero equilibrada en su coste y mantenimiento, que vertebre el desarrollo armónico de nuestras comarcas, teniendo en cuenta las salidas naturales hacia otras regiones. El traslado del nudo ferroviario de Monfragüe a Plasencia, resolvería una de las mayores incongruencias histórica y proyectos como la Reapertura del Ruta de la Plata, o la recuperación de estaciones cerradas en la provincia de Badajoz serían condiciones para recuperar el futuro ferroviario en nuestra región. En este capítulo hay responsabilidades políticas, que los extremeños tendremos urgentemente que demandar y no señalo con el dedo porque es de mala educación".  
  


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