Extremadura presenta un índice de fracaso escolar de un 20,7% en el dos mil dieciséis; el más bajo en la última década y casi alcanzando la media estatal del 19% pero aún con una alta divergencia con comunidades como el País Vasco, con un 8,7%, con un concierto económico que facilita una divergencia significativa entre CCAA. ¿Y aún seguimos preguntándonos por qué emigran nuestros jóvenes?
Estas diferencias no son casuales. Su causalidad es explicita; la inversión que se realiza por alumno correlaciona claramente con fracaso escolar, aunque no sea la única razón. El Informe del Sistema Estatal de Indicadores de la Educación , recientemente publicado por el M.E.C., nos informa que en el País Vasco la aportación media es de 9.293 euros y en otras Comunidades como Extremadura en torno a la mitad. La divergencia queda explicitada en su máxima expresión, teniendo su translación a las distintas velocidades de crecimiento de los distintos territorios.
Para un gobierno, aunque esté atosigado por las urgencias, este hecho debería formar parte de la centralidad de sus políticas y de sus luces largas. Una sociedad con este dato, cada vez más fundamentada en las competencias profesionales está produciendo a medio y largo plazo un ejercito de personas sin capacidades para formar parte de lo que debe ser un territorio con futuro. Un ciudadano con conocimientos fomenta la práctica y la práctica fomenta nuevas habilidades y nuevos conocimientos. Lo contrario a una apuesta decidida de enfrentar este problema, es invisibilizarlo, acolchonarlo, porque se manifestará más pronto que tarde como uno de los mayores déficit estructurales de nuestra región.
Para un gobierno, aunque esté atosigado por las urgencias, este hecho debería formar parte de la centralidad de sus políticas y de sus luces largas. Una sociedad con este dato, cada vez más fundamentada en las competencias profesionales está produciendo a medio y largo plazo un ejercito de personas sin capacidades para formar parte de lo que debe ser un territorio con futuro. Un ciudadano con conocimientos fomenta la práctica y la práctica fomenta nuevas habilidades y nuevos conocimientos. Lo contrario a una apuesta decidida de enfrentar este problema, es invisibilizarlo, acolchonarlo, porque se manifestará más pronto que tarde como uno de los mayores déficit estructurales de nuestra región.
Y claro que hemos llegado hasta aquí por una serie de factores que tienen que ver con desequilibrios territoriales que han conformado y que siguen conformando las señas de identidad de un estado asimétrico y desigual, pero que no puede ser justificación para la inacción.
Un reto central del Gobierno de Vara debe ser la puesta en marcha de un puente solido y estable entre el mundo educativo y el laboral, que acompañe a cientos de jóvenes que hoy por hoy, forman una tasa de paro juvenil manifiestamente mejorable con respecto a España y Europa; siendo condenados muchos de ellos a ser estigmatizados por no estudiar ni poder trabajar, condenados a aspirar, en el mejor de los casos, a un contrato precario que les posiciona en la permanente temporalidad, condenados a devaluar sus potencialidades, condenados a emigrar a otros escenarios más productivos o sencillamente condenados a ser cronificados en el paro de larga duración a temprana edad.
Son las denominadas "cicatrices del desempleo" de hoy, las que no pudimos o hemos sabido resolver, pero ya estamos conformando las de mañana. Si hoy no atendemos con fortalezas la falla de un sistema que expulsa del sistema educativo a casi un tercio de nuestros jóvenes, estaremos siendo participes de un suicidio colectivo como comunidad.
Son necesarias, propuestas concretas, dinámicas y evaluables que pongan en marcha un tutelaje sistemático, metodológicamente procedimentado, liderado por parte del SEXPE y de los agente sociales de la región. Tutelaje decidido con las propias familias, con un objetivo claro: la transición desde las aulas a un empleo que les forme, que les acredite y que les de la opción de tener la autonomía que la crisis les ha robado, para crear proyectos e itinerarios de vida y de nuevas competencias para que se valorice su esfuerzo y de valor a su trabajo.
Es difícil, costoso, requiere esfuerzos y con resultados que se darán a largo plazo, pero es necesario. La Junta de Extremadura tiene la palabra, y el Gobierno central, también. En la nueva articulación de la financiación de las CCAA en el estado deberán resolverse estas graves disfunciones, de lo contrario volveríamos a profundizar en esa quiebra Norte-Sur.
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