La verdad está en lucha y en ella os aguardamos.
Vientres sentados.
Vientres tendidos.
Vientres muertos.
Vientres sentados.
Vientres tendidos.
Vientres muertos.
Luis Cernuda
Un ¡Que se
jodan!, vomitado desde un escaño, es toda una declaración de intenciones del
perfecto psicópata adaptado a su sillón, a su clase y a su partido. La última
declaración psicopática procede de J.L. Linde, gobernador del Banco de España,
que justifica a su amo expresando que los pensionistas son propietarios de
casas. Hace poco, Villalobos ha dado un triple salto mortal psicopático
diciendo que hay personas que cobran más tiempo la pensión que los años que
cotizan. Lo dice una eterna cotizante gracias al Parlamento, que lucha contra
el aburrimiento jugando al "Candy Crush". ¿Te imaginas tener su
trabajo y su sueldo hasta los ochenta?.
El
psicólogo social Axel Capriles define el psicópata adaptado como “una
persona triunfadora y hasta carismática, con gran capacidad de seducción, pero
no tiene nada dentro, carece de moral y tiene un déficit en la capacidad de
relacionarse con el otro".
El psicópata adaptado, no es necesario que sea un criminal en
serie; pero puede ser más sofisticado en su forma de agredir, y sus decisiones
pueden provocar un dolor más sutil, y hasta más devastador. No tiene por qué
sentir culpa ni vergüenza, ni aprende de la experiencia. Estos psicópatas
adaptados no tienen por qué ser identificados con unos enfermos mentales. La
psicopatía es un trastorno de la psique, del alma, que les aleja de comprender
al otro, de empatizar con sus sufrimientos o alegrías, de vincularse
colectivamente con proyectos donde la obtención de bienes no sean tangibles ni
materiales y sus decisiones pueden desertizar toda forma de vida a su
alrededor.
Ejemplos a
lo largo de la historia hay muchos, pero recientemente son muy descriptivas las
declaraciones de políticos con poder, cuando manifiestan que los comedores
sociales aumentan porque la gente no sabe cocinar, o pretenden negar la
malnutrición infantil con la obesidad, o proyectan su falta de empatía con
aquellos que defendemos la memoria histórica, siendo para ellos tan solo una
estrategia para recoger subvenciones... Cuando ocurre esto, la política en el
poder se ha convertido en una fábrica de "psicópatas adaptados",
amorales, asociales a los que hay que contestar.
Cuando la
política sirve para apartarse de la realidad, cuando un político,
sistemáticamente, la deforma bajo intereses espurios y hay una ausencia de
respuesta social lo suficientemente contundente, entonces podemos hablar de una
sociedad con un grado de salud mental muy precaria. Es evidente que existe
un paralelismo entre patología y organización social, de tal forma que se producen
cambios en la salud cuando se modifica la estructura organizativa,
sea ésta económica, política o laboral; el aumento del consumo de fármacos
en los momentos actuales nos envía un mensaje clarificador que cuestiona a una
sociedad carente de liderazgos e instituciones que amortigüen el duelo y
favorezcan salidas, proyectos y expectativas saludables.
La
expresión del malestar de nuestra cultura, de nuestra sociedad está en esos
personajes "públicos" con marcados rasgos psicopáticos que afloran
tanto más y con más fuerza, cuando el contexto público baja la guardia y deja
de sentirse alarmada por sus conductas. Estas pulsiones, latentes en todos
momento, se exacerban cuando son aplaudidas, justificadas desde una tramposa
ausencia de ideología en la que su grupo de referencia, incluso su contrario,
no solo no las penaliza sino que las exalta y forman parte de un mapa cognitivo
de comprensión del mundo para mantener el control y soportar las amenazas
externas. Entonces, las pulsiones que son latentes en el individuo toman cuerpo
en un cuerpo social enfermo.
¿Podría
crecer y desarrollarse esa patología en esos individuos si no hubiera
organizaciones que la sustentaran, llegando a normalizarse dentro de la
sociedad?. ¿Hasta qué punto llega a confundirse la ideología de un sujeto
en su organización y la enfermedad mental de un colectivo? Es evidente, que en
otro contexto social, en otro tipo de sociedad más democrática las proyecciones
públicas de estos psicópatas adaptados serían contestadas con contundencia y
descalificadas colectivamente, o tal vez ni se atrevieran a pronunciarse por la
presión social organizada. Solo en una sociedad fragmentada, individualista
tienen cabida pudiendo llegar a ser aplaudidas. Dicho de otra manera, la
ideología imperante, el pensamiento único que pretenden normalizar con todo
tipo de argucias, ha cambiado los paradigmas en los que creíamos hasta el punto
de cuestionar valores universales que siempre han favorecido la cohesión
social.
Bajo la
justificación democrática de aritméticas parlamentarias, la estadística puede
llegar a desplazar o a cuestionar lo que debe ser una norma universal, basada
en el sentido común. Cuando puede con ella, lo que debería ser normal
comienza a ser criminalizado y hasta perseguido; sindicalistas, jueces, movimientos
sociales, jóvenes, homosexuales, etc. De ahí, la intencionalidad de socializar
la culpa y distribuirla entre todo tipo de instituciones y colectivos para
facilitar la condiciones para una "selva perfecta", desregularizando
todo tipo de defensa de lo colectivo. La desviación, planificada arteramente
invocando la libertad, es más o menos
efímera dependiendo del grado de salud mental que quede sano en la
ciudadanía. El empoderamiento, la cultura dialógica y la divergencia son
herramientas fundamentales para la contestación sin complejos, ante una
"cultura" que fomenta la "indefensión aprendida" y por lo
tanto trata por todos los medios de imposibilitar la reacción. La denominada
"Ley Mordaza" es un exponente claro de restringir esas
reacciones.
Ese
intento de normalizar la depredación psicopática del poder, la denominó J.C.
Pritchard como “locura moral” y Castilla del Pino
hablaba de esa manifestación distante, asocial, como “Un
delirio, un error que consiste en conferir a las creencias el rasgo de
videncias. Un delirio que tiene una forma lógica de razonar
pero que significa la disgregación, la fragmentación de lo que debe ser una
sociedad no enferma.
Narcisismo,
manipulación, mentira, falta de remordimiento y de culpa son síntomas de
estos "psicópatas adaptados", que tienen como
estrategia la depredación. La cosificación del otro, la vacuidad lingüística,
la frialdad emocional son instrumentos necesarios de estos para posibilitar el
distanciamiento emocional que no perturbe el logro de sus conquistas
fraticidas. La hoja de ruta de estos "narcisos" alivian la gestión de
sus conflictos, encontrando un caldo de cultivo propicio en la exaltación de lo
individual sobre lo colectivo, desnaturalizando los sentimientos y generando
vínculos excesivos con las apariencias, una jibarización del yo en beneficio de
una “imagen” ficción, que retroalimenta ese narcisismo y aumenta la distancia
con el otro.
La
psicología social ve a la sociedad como una jungla donde impera la ley del más
fuerte; hacia ella nos conduce los "sociópatas adaptados" que
conciben lo público como un espacio inmejorable para sus intereses privados,
los juglares de la flexibilización unidireccional de abajo a arriba, los
trovadores de las relaciones verticales que favorecen la dominancia y la
trasgresión sin límites.
Frente a
ello, rememorar y releer a Gramsci en su visión adelantada de
la alianza contra el polo dominante, interpretar en esta crisis de valores
a Paulo Freire en la deconstrucción de la pedagogía del
oprimido, rompiendo el seguidismo que solemos tener los dominados hacia el
dominador, y reflexionar con Sennett sobre valores
trasnochados de la posmodernidad que propicia la desafiliación y el declive del
sujeto público hacia la exaltación de lo individual y la mercantilización de
todo lo que nos puede salvar como sociedad, seguro que es un buen cóctel
para desactivar a los psicópatas adaptados
* la encina solit(d)aria: Isabel D. Ayuso: Idiocia o psicopatía. ://canchales.blogspot.com/2020/05/isabel-d-ayuso-idiocia-o-psicopatia.html?spref=tw
Estoy completamente de acuerdo.Estos seres también son llamados cilindros vacíos,ya que carecen de alma y se dice que son casi la mitad de la población,según Gurdjieff.
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