Acaba de cerrar el 15º Congreso del Socialismo Extremeño. El hecho de ubicar en Plasencia, por primera vez, la celebración de un evento tan importante es toda una declaración de intenciones del Secretario General, Miguel A. Gallardo. Sabe que si quiere gobernar Extremadura deben cambiar cosas como el aislamiento político, económico y cultural de una ciudad que no solo se representa a sí misma sino que debería representar los intereses de todo un norte de la región.
En una región tan extensa con dos provincias, sin descentralización, se generan situaciones donde Plasencia termina siendo una anomalía por resolver. Y la situación límite de Plasencia ya no da más de sí. A la denominada capital del norte hay que darle un estatus de capitalidad para no perderla; ni es capital de la comunidad, ni es capital de provincia, ni pertenece a una mancomunidad... Somos una ciudad escrita en nuestra carta autonómica, en el artículo 48, que contempla una institución estatutaria como la figura del Personero en Común que es reclamada desde hace 30 años; por no hablar del edificio “Múltiple”, símbolo de lo que debiera ser mayor acercamiento a los administrados, que con el tiempo amortiza cada vez más empleados públicos.
La necesidad de incorporar a Plasencia al proyecto socialista es vital. Plasencia es la ciudad extremeña con la abstención más alta; diez puntos por encima de la media extremeña. Esa cifra es la clave para el cambio. Alguna culpa en esa indiferencia han tenido los distintos gobiernos extremeños y la propia Diputación de Cáceres, con ausencias ficticias pero también reales.
En la última década hagamos un ejercicio de memoria de políticos placentinos en nuestras instituciones como parlamentarios, diputados o directores generales y entenderemos muchos de los resultados fatídicos sobre nuestra ciudad. Y claro que no es una cuestión de cantidad pero sí, al menos, de calidad.
Plasencia, partida por el Tajo, siempre ha caído muy lejana. Para amplificar la distancia, en las últimas cuatro legislaturas, hemos tenido un alcalde que venía bien a cualquiera de las opciones políticas; para unos era una máquina de ganar elecciones y para el otro un argumento de justificación para la inacción. Su escasa capacidad para la negociación, sus equivocaciones históricas y su talante de confrontación institucional, hasta con los propios, nos han llevado hasta aquí.
El Congreso Socialista en Plasencia nos deja un propósito de enmienda del nuevo Secretario General del PSOE de Extremadura, que entre otras cosas ha sabido ganar la plaza socialista en la ciudad, porque esto no va de Badajoz y Cáceres, va de cohesión territorial donde hay que incorporar al Norte de Extremadura, en el que Plasencia pueda ser algo más que la capital lírica del Jerte. Esto va de “la tierra que nos une”, el lema del congreso.
Fernando Pizarro afirmaba en una de sus declaraciones sobre las expectativas importantes que había con el Presidente de la Diputación de Cáceres, Miguel Ángel Morales, con el que tenía buen “feeling”. La verdad, no entiendo que hayan tenido que ser organizaciones civiles como Manifiesto X Plasencia y MSU quienes hayan tenido que abrir la maleza y desescombrar para volver a una situación histórica como cuando D. Manuel Veiga, Presidente de la Diputación de nuestra provincia, despachaba en Plasencia y le daba a ella y al Norte, más que esplendor.
Aviso a navegantes: las costuras están abiertas y hay que retratarse. Muy acertado el congreso socialista en Plasencia donde en su ponencia marco se han recogido propuestas de futuro para el Norte de Extremadura relacionadas con infraestructuras. Esperamos el desembarco de la Diputación y sobre todo de la Junta de Extremadura; porque las citas médicas no pueden ser de doce días, ni solo vivimos de palomitas en los presupuestos de Extremadura.