martes, 21 de enero de 2025

Congreso Socialista en Plasencia




Acaba de cerrar el 15º Congreso del Socialismo Extremeño.  El hecho de ubicar en Plasencia, por primera vez, la celebración de un evento tan importante es toda una declaración de intenciones del Secretario General, Miguel A. Gallardo. Sabe que si quiere gobernar Extremadura deben cambiar cosas como el aislamiento político, económico y cultural de una ciudad que no solo se representa a sí misma sino que debería representar los intereses de todo un norte de la región.   

En una región tan extensa con dos provincias, sin descentralización, se generan situaciones donde Plasencia termina siendo una anomalía por resolver. Y la situación límite de Plasencia ya no da más de sí. A la denominada capital del norte hay que darle un estatus de capitalidad para no perderla; ni es capital de la comunidad, ni es capital de provincia, ni pertenece a una mancomunidad... Somos una ciudad escrita en nuestra carta autonómica, en el artículo 48, que contempla una institución estatutaria como la figura del Personero en Común que es reclamada desde hace 30 años; por no hablar del edificio “Múltiple”, símbolo de lo que debiera ser mayor acercamiento a los administrados, que con el tiempo amortiza cada vez más empleados públicos.  

La necesidad de incorporar a Plasencia al proyecto socialista es vital. Plasencia es la ciudad extremeña con la abstención más alta; diez puntos por encima de la media extremeña. Esa cifra es la clave para el cambio. Alguna culpa en esa indiferencia han tenido los distintos gobiernos extremeños y la propia Diputación de Cáceres, con ausencias ficticias pero también reales. 

En la última década hagamos un ejercicio de memoria de políticos placentinos en nuestras instituciones como parlamentarios, diputados o directores generales y entenderemos muchos de los resultados fatídicos sobre nuestra ciudad. Y claro que no es una cuestión de cantidad pero sí, al menos, de calidad.

Plasencia, partida por el Tajo, siempre ha caído muy lejana. Para amplificar la distancia, en las últimas cuatro legislaturas, hemos tenido un alcalde que venía bien a cualquiera de las opciones políticas; para unos era una máquina de ganar elecciones y para el otro un argumento de justificación para la inacción. Su escasa capacidad para la negociación, sus equivocaciones históricas y su talante de confrontación institucional, hasta con los propios, nos han llevado hasta aquí.

El Congreso Socialista en Plasencia nos deja un propósito de enmienda del nuevo Secretario General del PSOE de Extremadura, que entre otras cosas ha sabido ganar la plaza socialista en la ciudad, porque esto no va de Badajoz y Cáceres, va de cohesión territorial donde hay que incorporar al Norte de Extremadura, en el que Plasencia pueda ser algo más que la capital lírica del Jerte. Esto va de “la tierra que nos une”, el lema del congreso.

Fernando Pizarro afirmaba en una de sus declaraciones sobre las expectativas importantes que había con el Presidente de la Diputación de Cáceres, Miguel Ángel Morales, con el que tenía buen “feeling”. La verdad, no entiendo que hayan tenido que ser organizaciones civiles como Manifiesto X Plasencia y MSU quienes hayan tenido que abrir la maleza y desescombrar para volver a una situación histórica como cuando D. Manuel Veiga, Presidente de la Diputación de nuestra provincia, despachaba en Plasencia y le daba a ella y al Norte, más que esplendor.

Aviso a navegantes: las costuras están abiertas y hay que retratarse. Muy acertado el congreso socialista en Plasencia donde en su ponencia marco se han recogido propuestas de futuro para el Norte de Extremadura relacionadas con infraestructuras. Esperamos el desembarco de la Diputación y sobre todo de la Junta de Extremadura; porque las citas médicas no pueden ser de doce días, ni  solo vivimos de palomitas en los presupuestos de Extremadura.  

  

        

 

 

 

 

 

martes, 14 de enero de 2025

Plasencia y el Titánic



Se apagan las luces de una ilusión de cabalgata de Reyes e Inocencios. El rey de siempre, entre los adornos que le procura la comparsa de fieles, repite su sueño montado en una carroza que bien podría ser la metáfora de un barco a la deriva. Cientos de luces arropan la parte noble de la plaza que no pueden esconder el saludo jocoso de los plebeyos del fondo sur desde una balconada sin luz, con una pancarta de indignación, que expresa el estado de ánimo sobre las cosas.  

Vuela sobre la ciudad una molicie que curte nuestros rostros de negligencia con sabor a pereza que disfraza la incuria de una sucesión de fotogramas en una secuencia congelada, que se confunde con la falsa espera de lo que debe pasar y nunca pasa. Tal vez se fueron los mejores o se tuvieron que marchar porque nos sobraban y nos siguen sobrando factores de expulsión acumulados en nuestra historia. Es como un polvo en el viento que nos recuerda, momentáneamente, que hay anuncios de tormentas desérticas pero que solo sirven para ponerse a cubierto mientras podamos, para terminar perdiendo la mirada fértil del horizonte .

Me sirve una cita de Leonardo Padura en sus eternas reflexiones sobre su Patria en decadencia para recordar los nombres de ciudadanos que lo intentaron, con derrotas personales y colectivas, y ahora reclaman el silencio  por el dolor de aquellas batallas perdidas: “Nos dedicamos a reconstruir las cosas que pasaron, y las cosas que tuvieron que pasar para que esas cosas pasaran, y las cosas que dejaron de pasar porque pasaron esas cosas”.  El paso del tiempo sigue señalando con más vehemencia a los sujetos activos de lo que pasó y no es nada bueno que pasara. Y acude la frustración porque dejamos pasar lo que ha pasado. Pudimos haber hecho algo más para no sentir ahora la aspereza del desengaño.

Casi todo se convierte en un teatrillo de pueblo taciturno. Una tramoya bien adecentada propicia para los giros de escena, el foso de músicos que acompaña virtuosamente al protagonista de la escena haciendo desfilar con una flauta al considerado y domesticado público. Cañones de luces le acompañan en sus zigzagueos malabarista para mantener la ilusión de los Inocencios, abriendo y cerrando el telón. Todo está pergeñado aunque a veces el apuntador equivoque al artista ocultándole que va desnudo y entonces este desaparece momentáneamente entre bastidores y bambalinas en sus escaso momentos de lucidez. Y hay hasta espacios ocultos al público al servicio de las posverdades, para no arruinar la función.  

Y entonces equivocamos la vida con el bullicio, el ocio euforizante con el ruido tabernario, las murallas seculares de la ciudad con museos inexistentes, anuncios deslumbrantes que nunca se cumplen, suelos quebrados que anuncian besos sobre el suelo, una carroza con un barco llamado Titánic y entonces es cuando los días se convierten en tardes desmayadas y repetidas. 

Y cuando despertamos de la fiesta o de la siesta, “nos dedicamos a reconstruir las cosas que pasaron, y las cosas que tuvieron que pasar para que esas cosas pasaran, y las cosas que dejaron de pasar porque pasaron esas cosas”.

Despejen el escenario, camerinos y platea. ¡Sálvese quien pueda! Reconstruyo recuerdos de nombres ausentes y presentes, y causas enterradas en un cementerio de proyectos e ideas que algunos pretendes hacernos olvidar.