jueves, 28 de noviembre de 2024

Plasencia en tierra quemada



El movimiento ciudadano de Plasencia y el Norte de Extremadura sigue en su proceso de acumulación de fuerzas ante la atonía política reinante en una ciudad que es denominada por investigadores de la Universidad de Extremadura como una "anomalía" dentro de Extremadura, debido al fondo de saco en que hemos terminado, con su correspondientes consecuencias en materia de conectividad y empleo.  

Las previsiones del Ministerio de Transporte y Adif es que la línea de alta velocidad Plasencia-Talayuela, que ya lleva un setenta por ciento de ejecución, esté finalizada su electrificación en 2027. Este dato determina, si nadie lo remedia, que Plasencia y con ella más de 200.000 habitantes del Norte de Extremadura se quedan sin el "apeadero" de Monfragüe, por cierre obligado, quedando como tierra quemada. La capacidad de anticipación política queda en entredicho.

En paralelo, el pasado 25 de noviembre se aprueba la tercera licitación de un estudio informativo para la ubicación de la estación que concluirá a principios de 2027; que  tendrá su periodo de alegaciones, deberá ser evaluado desde el punto de vista de impacto ambiental, con posterior adjudicación técnica para sus obras y la correspondiente expropiación de terrenos si así fuera necesario. En definitiva, todo apunta a que la Estación de Plasencia-Norte de Extremadura no estaría operativa hasta finales de esta década. 

Y mientras tanto, ¿qué?. ¿Dónde podremos optar a nuestro derecho social de movilidad a través del tren? Para ello, la lógica apunta a que tendríamos que trasladarnos a la estación de Navalmoral o Cáceres para poder optar a la utilización de este servicio ferroviario. A no ser que aseguren la entrada de los trenes en Plasencia con la correspondiente "pérdida de tiempo" y que hasta ahora ha determinado que los Alvia no entren en Plasencia por este motivo. Seguro que la situación que se avecina tendrá consecuencias para un veinticinco por ciento del territorio extremeño y sus ciudadanos en un derecho básico como es la movilidad, donde no puede haber discriminación alguna.

La ciudadanía acaba de interpelar, nuevamente, a todos los responsables políticos; destacando al Delegado de Gobierno, Sr. Quintana, al portavoz socialista Cesar Ramos por la provincia de Cáceres, al Sr. Alcalde de Plasencia, Fernando Pizarro y a la silenciosa Junta de Extremadura con respecto lo que debe ser su obligación: anticipar este vacío que como punta de un iceberg anuncia un conflicto al que deben dar solución si no quieren provocar movilizaciones ciudadanas a lo largo de 2025. 

La petición ciudadana ha quedado fijada como Estación con carácter intermodal, de viajeros y mercancias que requieren de una Plataforma logística con suelo industrial que abra las posibilidades de desarrollo de todo el norte extremeño. Es fácil y debe avanzarse en la concertación de los distintos gobiernos con la Sociedad Estatal de Promoción y Equipamiento de Suelo - SEPE- y AVANTE.

Este territorio nuestro presenta los niveles de empleabilidad más bajos de Extremadura; situando al ámbito geográfico por debajo del Tajo como el espacio más propicio al empleo porque está ligado a la confluencia de Autovías A-5 y A-66 y a otras opciones de comunicación. Por eso, no es casual que haya una demanda social por la terminación de la Autovía Moraleja-Monfortinho o el reclamado Corredor "Ruta de la Plata" que debe avanzar con la construcción de la línea Plasencia-Salamanca. 

En Plasencia, empresarios, sindicatos, vecinos y movimientos sociales quieren respuestas y calendarios en relación a su estación de alta velocidad y desarrollo de suelo industrial. ¡Somos todos responsables!

    



jueves, 7 de noviembre de 2024

¿El pueblo salva al pueblo?

 



¿El pueblo salva al pueblo? Solo cuando está organizado a través de su sociedad civil comprometida con el Estado. ¿Cuántas veces hemos pronunciado alguna frase que amplifica un estado de ánimo individual o colectivo que sirve como aldabonazo para sentir la pertenencia, la exaltación de un momento que consideramos único...?

Es una preciosa frase para un contexto emocional que puede activarte como catalizador para el desempeño de una acción concreta. Entiendo que es muy fácil de ser asimilada en el marco de la catástrofe de Valencia pero que manifiesta sus grietas si racionalizamos esa misma frase y sus consecuencias cuando optamos, como pueblo, por una opción política que niega el cambio climático.

Los votos negacionistas en la Comunidad de Valencia posibilitaron un gobierno que eliminó una herramienta de lucha contra los desastres, que según su presidente era un “chiringuito”, siendo nombrado por el President Mazón como director general, el mismo día de la Dana, un experto en “festejos taurinos”. Un puesto que estaba vacante desde la salida de VOX del Gobierno valenciano desde hacía unos meses. Cuando no hay cadena de mandos, cuando se improvisan decisiones, el resultado final está escrito.

Visto lo visto, Mazón ha tenido muy malos maestros: Los hilillos del Prestige, los etarras del 11M, los fallos humanos del metro de Valencia, la culpa del piloto del Yak-42, cosas que pasan en el Madrid Arena, y "se iban a morir de todas formas" de la Residencias de mayores de Madrid.
Mentir hasta que la mentira se convierta en verdad absoluta.

El curriculum oculto de “el pueblo salva al pueblo” es denostar las instituciones y hay opciones políticas que están jugando, peligrosamente, desde hace mucho tiempo con ese argumento. Seguro que las decisiones del pueblo, cuando no es invocado con ese lirismo trascendente y poético, salven al pueblo, pero Valencia no es el caso.  Huyamos de las soflamas populistas que nos llevan a juzgar vehementemente sin hacer un proceso de pensamiento crítico. Entiendo que en una desgracia haya pronunciamiento de brocha gorda pero no nos dejemos llevar por simplificaciones intencionadas, que solo pretenden derribar un gobierno, debilitar un estado o cambiar las reglas del juego democrático.

Los mismos que hoy reclaman el Estado de Alarma y que demandaban que Pedro Sánchez asumiera el mando único son los mismos que en la pandemia, cuando éste tomó esa decisión, no perdieron el tiempo en llevarlo al Tribunal Constitucional donde se dictó sentencia a favor de los demandantes porque era una competencia autonómica. Seguro que habrá que modificar protocolos, normativa y aptitudes.

Los cuñados que hoy, frívolamente, definen a España como un “estado fallido” más vale que su indignación la expresaran con análisis más ajustados a la cronología de este suceso. La Dana estaba anunciada pero la previsión y las consecuencias de la misma es donde debemos situarnos. Si los avisos se hubieran producido en su momento, muchas muertes podrían haberse evitado. La Diputación de Valencia envió a sus trabajadores a sus casas seis horas antes de la Dana y con esa decisión la institución salvó a su pueblo. No hace mucho hemos visto a “liberales” de medio pelo pronunciarse como una intromisión del estado en la vida de las personas cuando recibían un mensaje de emergencia en su móvil.

No se trata de estado fallido, se trata de un estado que algunos quieren que falle. No puede ser un estado fallido porque ya piensa en soluciones sanitarias, recuperación de infraestructuras, indemnizaciones, o herramientas como los Ertes. Seguro que son insuficientes pero el axioma de “El pueblo salva al pueblo” solo se cumple cuando pagamos nuestros impuestos, fortaleciendo herramientas públicas que nos protegen individual y colectivamente frente al individualismo de populismos baratos. No nos engañemos. El pueblo es diverso; épico y mediocre, valiente y cobarde, capaz de montar una cadena de solidaridad o de aprovechar una desgracia para el saqueo.

No, quién salva al pueblo son las instituciones cuando son democráticas y las hacemos fuertes; los buenos políticos cuando anticipan, planifican, dan soluciones y piensan en lo público; los ciudadanos cuando no miramos a otro lado... Cuando todos hacemos un Estado fuerte que es el pueblo organizado, eso es lo que nos salva.