Rajoy ha dicho que no tiene lineas rojas para negociar con los que él considera que pueden ser aliados naturales, para mantenerse en el gobierno. Solo los indecentes no tienen lineas rojas y él y su gobierno lo son. Durante cuatro años hemos sido sometidos con su austericidio y expulsados de cualquier línea lógica que pasara por el diálogo y la concertación. Ya como gobierno en funciones, ha llegado a la hilaridad, con una subida salarial del S.M.I. que no es otra cosa que la metáfora de un grosero insulto. ¿Negociar, ahora, una nueva reforma laboral, cuando ha desguazado todo el sistema productivo?. Indecente, si y patético, también.
El tiempo acaba poniendo a cada uno en sus sitio, incluso a pesar de los pusilánimes y todos aquellos que nacieron "estómagos agradecidos" o vencidos. La victoria agria de Rajoy en las generales y
de Mas en sus autonómicas dan para bien poco. Final de trayecto. Ahora, debe ser el momento de las
políticas sociales. Pendiente de lo que ocurra en nuestro país, de momento se atisba la coherencia final de la CUP que abre una
expectativa interesante en España y dentro de esta, en Cataluña. El alma
social de la CUP ha vencido a la nacionalista. Soplar y sorber es imposible, y caer de canto, también. Al menos ha habido, por fin, una linea roja de esas que se lanzan amenazantes y siempre esperamos que termine desfigurándose, frustrándonos otra vez más.
En el estado español, aunque abundan los dinamiteros vocacionales pero también a sueldo, debe también marcarse lineas rojas contra lo vivido, y es por ello, que el alma
social de PSOE, PODEMOS e IU, están obligados a conformarse para abrir una confluencia que pueda
establecer, de nuevo, puentes de dialogo con el gobierno que salga en marzo
en Cataluña. El escenario catalán tendrá variantes importantes; una Convergencia destrozada (democracia i llibertat), una CUP con heridas de ruptura, fruto del desgaste de estos meses y de sus incoherencias, una
posición nueva para el PSC (siempre y cuando haya gobierno de progreso en
España) y sobre todo una interlocutora novedosa como Ada Colau, que no es ni PODEMOS, ni IC, ni CUP, ni nacionalista de ninguna parte, manteniendo un equilibrio que favorezca confluencias sociales.
En definitiva, en el problema de este estado cada vez más desvertebrado, social, politica y económicamente, no puede entrar de momento un partido indecente, hasta que no pague lo que debe. Al final,
el sentido común, la decencia y el "seny", deben optar por un contrato social y territorial y ello con el PP de Rajoy y con el Rei Artur Mas, no se
puede hacer. Imaginemos por un momento un gobierno de derechas en España, o un adlátere de Mas en Cataluña,
y no veríamos más que broncas en las mal llamadas comunidades periféricas, porque no hay nada más periférico que comunidades como Extremadura o ciudades como Teruel.
Digo yo que debe de haber llegado el
momento en el que la derecha ultramontana tenga que refundarse y la
izquierda tradicional vuelva a defender a los suyos; no vaya a ser que de victoria en victoria, de un partido centenario y necesario, asistamos a su derrota final. Pablo Iglesias acierta
al referirse a los socialistas sensatos, que los hay. Otra cosa es que
haya quien se ofrezca altivamente en sacrificio para ser degollado. !Susana, contigo
puede que comience todo!.
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