La estrategia del gobierno del PP de cambiarlo todo para que todo siga igual
o muchísimo peor, no es nueva, pero puede que estemos asistiendo a la
consecución de su excelencia. El gobierno de Monago acaba de presentar un
programa denominado “Aprendizext”; que no deja de ser una versión de lo
que eran hasta ahora las escuelas talleres, bautizandolo como programa de
formación profesional dual y descubriendo en paralelo la polvora. Por un
momento he creído asistir a otra “reforma estructural”, aunque se parece a un
intento frustrado de realizar el milagro de los panes y los peces.
El gobierno de Rajoy se estrenó con su Plan Nacional de Reformas,
anunciando a su vez el cuestionamiento de las políticas activas de empleo
realizadas por el gobierno socialista; primero congelándolas y más tarde
tamizándolas de una eficacia inexistente. En todo ello, lo que subyace es que
no creen en ellas. La utilización perversa de la evidencia de que por si solas
no generan empleo, les denuncia. Son, solo, nada más y nada menos, que
políticas de acompañamiento para facilitar la inserción en el empleo. Otra cosa
son las medidas políticas, fiscales, o de innovación que deben propiciar la
aparición de empresas y de empleo que nada tienen que ver o muy poco con los
fuegos artificiales relacionados con el emprendimiento, que son precisamente
las medidas que no se están tomando.
En la utilización grosera que el PP hace del lenguaje, también en la
formación profesional deja su impronta. Cuando asistimos a la devaluación de
una formación que debería ser central en nuestro sistema educativo, el ministro
WERT, con su LOMCE, la degrada con una segregación chusca y clasista
dirigiéndola al alumnado con dificultades o sin recursos. Un diseño que se aplica, en paralelo, al otro subsistema de la formación para el empleo, utilizando la ornamentación floral para esconder una oferta hueca de calidad. Ese malabarismo se manifiesta en el intento de reinventar otra forma de hacer políticas
activas, presentando programas en alternancias de formación y empleo con prácticas
laborales, denominándolo Formación Profesional Dual y ya tenemos la innovación
realizada, pudiéndonos comparar definitivamente con el sistema educativo alemán,
que propicia la cercanía de los estudiantes con la empresa.
Seamos rigurosos y para ello un breve recorrido por nuestra reciente
historia. La crisis económica y la movilización sindical en los ochenta
trajeron una readaptación de la formación profesional y fueron las
organizaciones sindicales de clase las que propiciaron la necesidad de una mayor coherencia entre la cualificación profesional y el mercado de trabajo. Y así en el 1985 nace una apuesta
por la formación profesional ocupacional no reglada y programas como los de
Escuelas Taller y Casas de Oficios, de la mano del célebre Peridis. Programas
que alternaban la formación y el empleo y las practicas en las empresas. Pues
bien, si esto es la dualidad, la formación profesional dual se viene
haciendo desde estos años.
El programa “Aprendizext”, al que habrá
que evaluar en su momento, presenta certezas que mucho me temo son reflejos de
políticas austericidas de este gobierno y que en nada mejoran el diseño de las Escuelas Talleres.
Como certezas, es manifiesto que no se puede hacer “más con menos”, tal y
como reza la estrategia de este gobierno, evidenciándose la intención de
abarcar a más número de jóvenes con menos recursos;
muy por encima de las posibilidades estructurales y técnicas del
SEXPE y de las posibilidades económicas y técnicas de los ayuntamientos,
degradando inevitablemente la calidad de la formación que se pretende dar,
reduciendo las condiciones salariales del profesorado multiplicándose sus funciones, propiciando certificaciones
profesionales parciales en muchos casos de escaso valor, “ofreciendo” prácticas
laborales en medios rurales donde son inexistentes las empresas y donde además
es evidente la inexistencia de la tutorización necesaria que pueda dar
coherencia a las mismas.
Cuando se degrada el dialogo social, y el acuerdo concertado entre agentes
sociales y administración es sustituido por apuestas más cosméticas que
eficaces, la resultante está cerca del desvarío. Cuando
deberíamos estar acordando un ambicioso plan de empleo juvenil, con estrategias
integrales para la inserción real en el empleo, la Consejería de Empleo se
muestra preocupantemente entusiasta de un modelo de emprendimiento sustentado
sobre la desesperación y la nada.
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