jueves, 18 de octubre de 2018

La sombra de la ley



Con películas como "La Sombra de la Ley", se demuestra que en el cine español, no solo hay vida, también talento. Una cinta que justifica ir expresamente al cine y de paso saborear sus dosis de pedagogía histórica a las que tal vez se le hubiese podido sacar más partido. Corrupción en las cloacas del estado, lucha de clases, manipulación de los de arriba sobre los de abajo...

Sin ponerse purista, yo diría que perfecta su producción, ambientación de primera, con una excelente fotografía que se recrea plano a plano en la Barcelona de los años veinte. Un Luís Tosar y Ernesto Alterio de los que no te cansan de admirar, sin desmerecer un amplio elenco de actores y actrices que están sembrados como Manolo Soto en su papel de barón. Solo con alguna falla interpretativa en las escenas de la huelga de las mujeres. Hasta los guiños al cine americano no solo no desafinan sino son manejados con maestría homenajeando a los Intocables de Eliot Ness. Reconocer espacios de los rodajes como Correo, Vía Layetana o la sala de baile "Eden" que recuerda a la centenaria sala de La Paloma, ayudan a ubicar  esta cinta en aquellos convulsos años de Barcelona.

A resaltar, el movimiento de las cámaras en las calles y en las confrontaciones entre huelguistas y policía que mejoran la credibilidad del relato y que logran el realismo que requiere ese momento histórico de ruptura social. Me quedo con la escena de la persecución de los coches entre los maizales, francamente innovadora, acompañada de una música sólida. Ainhoa Arteta presenta el tema central de la película.  

Película que ayuda a reflexionar sobre los momentos actuales. Cuando se rompe el contrato social no queda otra que la confrontación. Otra cosa es que esa confrontación sea diseñada, buscada y soñada por una de las partes. El gobernador de Cataluña, Martínez Anido, personaje nefasto de la historia de nuestro país aparece en las entretelas de la película como lo que fue; un sicario de las élites en la Barcelona de 1921. Bajo el contexto del asesinato del presidente de gobierno, Eduardo Dato en marzo de ese mismo año, el Desastre de Annual, meses más tarde, se intuye la descomposición de un régimen conservador y beato. La lucha entre la patronal catalana y el anarcosindicalismo, será una justificación para rearmar a un ejército vapuleado en África. El activismo pistolero de una patronal insaciable y un sindicalismo confrontado en su interno entre la negociación y la violencia forman el caldo de cultivo para preparar el golpismo de Primo de Rivera en 1923.


Al final de la película, una frase impresionada en la pantalla, haciendo referencia a lo que vino después. Es eso: historia sin revisiones poniendo a cada una de las partes en su sitio. Tan simple como poner el acento en la sustantividad en el conflicto entre capital y trabajo. Sin más zarandajas

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