La despedida de Iván Redondo no podía
ser de otra manera; con publireportaje sufragado a coste cero, a doble página
en la hoja parroquial del Gobex en funciones y como corresponde a una despedida
épica del que ha formado “núcleo irradiador” de los que se autodenominaron como
los “mejores”.
Ellos, los del "abrazo inmortal", han gestionado el insuperable “mayor desafío político, económico y social que ha vivido España en los últimos años”, gestionando el triunfo, “con presupuestos aprobados con mayoría absoluta, ganando todos los Debates sobre el Estado de la Región, superando una moción de censura, liderando grandes debates nacionales” y gobernado victoria tras victoria hasta la derrota final.
Cautivos y “desalmados” por la realidad de los votos, solo queda buscar el salvoconducto del paso del tiempo para que los extremeños y extremeñas podamos llegar a entender todo lo conseguido y que solo "circunstancias objetivas" tasadas por la ciencia política les ha apartado de la comprensión de un voto volátil que no supo intuir el sabor del caviar. Porque ellos no mandaron a su ejercito a luchar contra las inclemencias de los elementos… de la corrupción de los otros, de la abstención de los suyos, del derrumbe de IU, que solo la lealtad del Presidente Monago con estas siglas, condicionó una convocatoria adelantada de elecciones para conseguir la mayoría absoluta. Solo una conjunción de variables externas provocaron la tormenta perfecta para su derrota. Otra valoración sería deshonesta y quedaría cuestionada intelectualmente según Iván. ¿O es que no anunciaban la barrida electoral del Presidente Monago las encuestas de la prensa amiga o de las encuestas pagadas?
Cuando Iván Redondo hizo declamar a Monago con un Murakami, aquella pedante cita leída en su boca de: "A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. Y esto se repite una y otra vez. Como una danza macabra con la Muerte antes del amanecer..., a Iván Redondo se le olvidó pasarle el final de la cita, que se le viene ahora como un boomerang, cuando decía: “Y la razón es que la tormenta no es algo que venga de lejos y no guarde relación contigo. Esta tormenta, en definitiva, eres tú."
Como a Churchill, a Monago le "queremos para la guerra, para la gestión de esa herencia" de un 23% de tasa de desempleo que él transmutó en un 30% o de una deuda que él solo duplicó. Iván, le augura que volverá a ganar elecciones cuando lleguen otra vez mal dadas con las próximas herencias de la escudería de los Ferrari. Como Harold Wilson : "Ningún primer ministro entrante se tuvo que hacer cargo de una situación económica como a la que nosotros le hemos dado la vuelta. Ahora cedemos los medios para realizarlo; se los cedemos a otro Gobierno". ¡Gracias, Monago¡.
Que os acompañen, cautivos y “desalmados”, para siempre, la banda sonora de vuestros abrazos eternos y vuestras heridas inmortales de dioses sin parabólica, con vuestra música de violines, clarinetes y de reglado hip-hop en vuestra escuela de alto rendimiento de insoportable memez.